Ya que hemos recuperado en Cártama, su pueblo natal (al
que tanto amó y benefició), la figura y
memoria EGREGIA de, JOSÉ GONZÁLEZ MARÍN
(el recitador de poesías más insigne del mundo, aún no igualado); poeta de
poetas que sacó la poesía de los reductos exclusivos de los intelectuales de
Casinos y, se la llevó a la gente del pueblo llano, sus auténticos dueños, teatralizada y dicha de forma asequible a
todas las inteligencias, resulta obvio que nadie en Cártama a los 68 años de su
muerte (mayo de 1,956), pueda recordar “cómo era un recital de González Marín” .-
Yo sí
lo recuerdo porque, pese a la diferencia de edad, fuimos amigos fraterno (hermano
nos decíamos),18 años de mi vida hasta su muerte y, en dicho periodo tantas y tantas veces fui su Ayudante Escénico en periodos de vacaciones, viendo sus
recitales en bastantes ocasiones, desde dentro de la concha del apuntador, y
ello, por casi todas las ciudades de España, por lo que conocí y traté a la mayoría
de los poetas y muchos escritores de nuestro país, siendo el que me tomó más
cariño, y yo a él, el Nobel, don Jacinto
Benavente.
El
dia 17, no pude dar a ustedes mi regular charlilla con este tema, por
indisposición, y, por eso, convertida en librito con fotos, os digo aquí de la
mejor manera que he sabido escribirlo CÓMO ERA UN RECITAL DE GONZÁLEZ MARÍN.
Era de esta guisa:
“Sube
el telón y aparece de fondo otro, decorado por Blume. Se encienden las candilejas. Una mesa y un
sillón (ambos de estilo español). Una
jarra de agua y un vaso. Todo insuficiente para que un solo actor
llene un teatro, sea de España o de
América. Pero González Marín los
abarrotaba siempre, en sesiones de tarde
y noche, ¡recitando poesías! a
públicos de todas las clases sociales y
niveles culturales que entendían perfectamente la poesía escenificada
magistralmente por él.
Sale
a escena el artista, y con palabras sencillas y exactas, saluda al público. El primer actor que derivó rapsoda, era de figura mediana y complexión leve; su
conjunto denotaba espiritualidad a flor
de piel; en su rostro había ángulos que
en otro pudiera decirse pronunciados. Vestía de corto, o capa parda. Era
armónico en escena, pero sin líneas acusadas que sobresalieran. Recita, canta y
se estiliza. Tanto se estiliza, que el tablado resulta pequeño, porque, como dijo Manuel Alcántara, “González Marín no es sólo un actor, que lo
es, es un actor y toda la compañía”.
La
sala la ocupaba siempre centenares de almas, de cuyos cuerpos sólo se veían
manos cuando aplaudían con admiración y entrega; se
establecía una comunión del
público con el genial actor y el público que y
forman con él la interrelación
espiritual más imponente que en
un espectáculo poético se vio jamás en
la época; en ello coinciden también, como veremos, todos los críticos de arte
de la época en tres continentes de habla hispana.
Las
cadencias líricas de sus recitados eran al oído, lo que a los ojos serían
miríadas de mariposas multicolores
revoloteando. La palabra se
encadenaba armónica a la mímica del
extemporáneo juglar. El público
permanece suspenso durante dos horas,
absorto en aquel singular artista
que supo con su arte, ÚNICO,de forma asequible a todas las clases sociales de todos los niveles culturales. He aquí
una de sus mayores aportaciones sociales a favor el pueblo llano.
Cantó
por medio mundo los romances, poemas y
pregones de nuestra tierra y, en especial, los de Salvador Rueda, cuyos
primeros versos eran de este tenor:
Málaga, tierra que quiero con mis entrañas.
Yo escuché el coro inmenso de tus pregones
Llenos de algarabías dulces y extrañas...
Invoco
esta estrofa, porque fue el del cercano pueblo de Alhaurín el
Grande el primer público que escuchó la
poesía recitada de sus labios, en la
primera actuación pública como recitador, tras muchos años de primer actor en compañías famosas, (María Guerrero, la Cobeña, Margarita Xirgu Enrique Borras, etc) en el año 1.929, de la mano del célebre jurista,
y ministro, don José Estrada y Estrada,
su amigo quien, por aquellas
datas, solía veranear en la citada Villa vecina.
Fue
la reválida para al artista comarcano. De Alhaurín, a Sevilla. Triunfo total en
el Teatro San Fernando hispalense y, de
allí, debut en el Teatro La Princesa de
Madrid; a renglón seguido, al Español,
en donde presenció sus actuaciones el eximio periodista y gran amigo suyo,
César González Ruano, quien le puso el apelativo de “Faraón de los decires” y,
a partir de ahí, era rara la crónica
que no se lo llamara.
Tras
estos hitostriunfales, José González Marín fue de
triunfo en triunfo, y, con él, la poesía y los poetas de España y de todo el
mundo que habla la lengua de Cervantes e,
indefectiblemente,en el corazón su Cártama y su
Bendita Virgen de los Remedios en su Ermita del serro que Isabel y
Fernando regalaron a los primeros pobladores devotos tras la toma
de Cártama.
Todos
los troveros querían que el artista cartameño incluyera sus poemas y nombre en repertorio
porque,ello, era promoción y fama segura para el poeta autor.¿Quién
conocería sin recitarloel poema del Parque de María Luisa de Cavestani, la Feria
de abril en Jerez de Pemán, o la Huida a
Egipto de Alberti.
Fue
él quien inició la fama del Romancero Gitano de Lorca, del que muchos del mundo
literario se reían de estrofa cual “la
luna vino a la fragua con su polisón de
nardo” y, el aedo cartameño paseó por el mundo entero de nuestra lengua
el Romancero Gitanolorquiano de triunfo en triunfo. El mismo Federico, que
presenció una de sus actuaciones en el Español de Madrid, fue a su camerino y abrazándolo confesó a su amigo, “Pepe hasta esta noche no le
he visto su polisón de nardos a la luna,
ni he sabido quédecía a cierto
público“el jinete se acercaba tocando el tambor del llano…”
En su primer recital poético, que de la mano del
célebre abogado y Ministro, don José Estrada veraneaba en una casa campera de
Alhaurín el Grande, según un cronista de la época, logró entusiasmar a un
auditorio integrado por sencillos labradores, cuya cultura estaba ligada a su
brega con la dura tierra; aunque, ciertamente, no hay mejor escuela para el
sentimiento poético, que el contacto cotidiano con las auroras, los candilazos del ocaso y el canto de los
pájaros en las atardecidas entre los chopos, tarajes y álamos de los sotos del
río y los de sus acequias agarenas. Quien así
lo dice aquí, bien lo sabe.
Su
corazón de juglar, asumía con armonía
interior la poesía escrita por los trovadores y, su cerebro, la acababa, su
boca, la modulaba y, sus manos, la engrandecían. La lírica popular halla en él ecos y
acentos tal vez desconocidos, que le
hizo afirmar sin ambages a los Hermanos
Álvarez Quintero: “El arte de González
Marín, tiene sus raíces más hondas y su más comprensible excelencia en el
sentimiento de lo popular… recitando es
una exclamación del pueblo. Éste, por medio de él, habla y canta como enardecido…González Marín presta a la
palabra el calor y la pasión de un corazón amando…” Sí, Pepe González Marín fue voz del pueblo y
alma de él, según el cronista…
. En la
misma línea que los hermanos Álvarez Quintero, opinaron los intelectuales de América: /Eugenio Florit en
el Diario, El País, de la Habana:
“¿Qué
magia se operaba en el público? No era magia: era el arte con mayúscula que se
le ponía delante, y avasallaba los espíritus. Era también la poesía, que
regresaba al pueblo cuando la recitaba González Marín”./De la Habana, Mario
LescanoAvellá: “La Habana tuvo el honor de escuchar al más insigne de los
recitadores de nuestra lengua”./Juan Bonich : “González
Marín…interprete máximo de los poetas, embajador de España ante sus
hijas emancipadas, mantenedor de una raza…. Como colofón de este
resumen de opiniones laudatorias por
tierras de allende el océano, el célebre, /Juan Rana, dijo de él en “El
Universal de México”:
“¡Salve, admirable artista, creador de un arte inimitable y único!
¡Salve artista genial! Que España entera
te arrulle con sus cantos rimados, para que tú puedas ir por el mundo
alfombrando con ellos la senda gloriosa del idioma de Cervantes!”
Tengo en archivo una relación resumida
de lo que de él y su arte excepcional escribieron
los intelectuales, críticos, escritores, poetas, dramaturgos, etc, del genial
hijo de Cártama, a la que tanto amó y enalteció por tres continentes.
Permítanme que aquí intercale en el relato un
para mí emotivo episodio que presenciaba cada vez que iba y regresaba a casa desde Cabra de Córdoba, en cuyo Instituto Internado,
Aguilar y Eslava, estudié Bachiller: Cuando el tren pasaba a la altura del
paraje de “las tres leguas” se abría una inusitadapanorámica a cuyo fondo se veía Cártama y el Santuario,
en el coqueto “Cerro de La Virgen de los
Remedios, en el que como una paloma en su nido místico,Ella engoraba en su
corazón el amor de sus miles y miles de
devotos de toda la comarca Gudalhorzana. Entonces, los viajantes se apresuraban a acercarse en apretados grupos
a las ventanillas del vagón diciéndose, admirados, unos a otros: “Mirad, Cártama, el pueblo
de González Marín y la Ermita de la Virgen de los Remedios que él salvó cuando
la guerra, llevándosela en peregrinación de gesta mariana única en la Historia,
por los repúblicas hermanas de allende los mares-.
Volviendo a lo que estábamos, en definitiva
un recital de González Marín constaba de
tres actos de arte puro, de embeleso. Centenares de espectadores pendientes de él, perdida la
noción del tiempo. Vítores y ovaciones. Por fin, baja el telón ---todo se
acaba---, y, durante un largo rato, indecisión para volver a entrar en contacto
con la vida. Y yo, imberbe estudiante entonces de 15 a 18 años, lloraba de emoción
incontenible, y le daba gracias a Dios por haberme concedido la oportunidad de
conocer el mejor artista en su género de la Historia toda desde el Mester de
Juglaríaen el Medioevo, al siglo XX.
Así era, en el recuerdo, González Marín como artista y, así, era un recital suyo.
Como
poeta de poetas (por ello le tenían en su corazón sus hermanos los poetas),
mostró su más acusado y noble espíritu
poético como protagonista excelso de la cantiga mariana más bella
también de toda la Historia. Cantiga no fabulada como las que
nos legaron los escritores del Mester de Clerecía en los albores de la
lengua castellana. No, la suya fue una cantiga mariana escrita en carne y hueo,
con glorioso realismo ante los públicos
más multitudinarios y diferenciado del mundo.
En,
efecto, en un momento aciago de la Historia patria, cuando nuestros antepasados
decidieron, estúpidamente, arreglar sus
diferencias matándose unos a otros, julio de 1.936, el genial Pepe González
Marín, ante aquella
convulsión política, que se preveía terminaría inevitable e
inminentemente confrontación civil, intuyó, y se lo confirmó secretamente un ex
alcalde republicano que estuvo en la reunión del comité frentepopulista
cartameño que aprobó la quema de todos
los titulares sagrados parroquiales (y
tal hicieron),incluida la Imagen de la Virgen de los Remedios patrona de
nuestro entrañable pueblo, una llamada
telefónica desde Málaga (por prudencia no desde Cártama) a Andujar, en
donde actuaba el rapsoda y: “Pepe,¡que
queman La Virgen sin remedio si tú no la salvas llevándotela en tu inminente gira por América! En un una reunión
del comité que he estado se ha acordado su quemarla también… ¡Pepe eres el
único que puede Salvarla!...” (Durante
un viaje en tren desde Utrera a Sevilla en donde recitaba y yo le acompañaba,
bajo secreto me confesó el artista lo que antecede del ex alcalde de Cártama,
Antonio Vargas Franco, mi querido tío abuelo. Yo le prometí el Secreto que he guardado hasta hace poco pues ya siendo
historia he creído oportuno darlo a
conocer al pueblo y más cuando ambos
protagonistas han muerto; mi tío abuelo
de tierno recuerdo asesinado por sus propios correligionarios.
De
acuerdo con el Párroco, que ya tenía la sagrada imagen en un altar ad hoc en su
propia casa, porque la iglesia parroquial había sido secularizada, se la llevó,
repito, con él en su turné por América.
En loor
de devociones espontáneas la Virgen
peregrina de la Madre Patria, recorrió
en brazos de su juglar salvador y de su
ayudante escénico y chofer, Antonio López Plana, “Antoñico”, mi gran amigo que
me contó una y cien veces los pormenores de la universal odisea lírico mariana,
por todas las ciudades y pueblos importantes de todas y cada una de las
repúblicas iberoamericanas. La Sagrada imagen era depositada en conventos
religiosos e iglesias, en donde recibía culto
de devotos emigrantes de todas
las nacionalidades y razas, incluidos los indios aborígenes integrados, que también rezaron a la Virgencita
“Chiquita” de Cártama - España:
(Estos
indios fueron culturizados, cristianizados e integrados a la civilización por
la Orden Jesuita en las Reducciones y Misiones Guaraníes del río de la Plata.
Mediante el Tratado de Límites en tiempos de Fernando VI y su esposa, Bárbara
de Braganza, portuguesa, (Lo dice el refrán: tiran dos tetas más que una
carreta), se cedieron las misiones guaraníes a Portugal a lo que se opusieron
los Jesuitas de las Misiones: La Orden jesuítica para hacerles obedecer el Tratado, envió un
miembro que era de Cártama (miren
ustedes por donde) ---y aparece en la película la Misión con otro nombre---: el
padre Altamirano.) Y cito a continuación sucintamente el nombre de las tribus
indias que rezaron a la Virgen:
En Bolivia: LosAymara
y quechua
En Guatemala:
LosQuiche (maya), Kaktchike,Kekchi yMam
En Perú: Quecha, Aymara.
En Ecuador:Náhualt y Maya
En Argentina: Quecha
En Chile: Mapuche
En Colombia: Guajiro
(De aquí vinieron los cantes de
ida y vuelta tan famosos en España: Guajiras y Colombianas, etc.)
En Honduras:Caub
En Nicarague: Misquitos
En Venezuela: Warao
y otros.
Y también le rezaron en las capillas
de los conventos de cada ciudad en los
que el juglar depositaba la Imagen de
nuestra Virgen del corazón, españoles de
generaciones y generaciones que un día en busca de una vida mejor emigraron a aquellas lejanas tierras.
Y,
pasados siglos les llevó la Virgencita a
la que los antepasados de aquellos emigrantes les rezaron en su pueblo de origen.
Todos acudían a conocer la Virgencita
chiquita, Patrona de un pueblo de España,
Cártama, en los brazos de un juglar que
era paje romántico y bondadoso de Ella, a
la que presentaba en los escenarios y le cantaba y recitaba el poema de sus
razones para haberla raptado de su pueblo, que reza:
YO ME LA LLEVE POR AMOR
N. Francia dictada por el propio González Marín)
¡Virgen fina y
morena como tallo de cedro!
¡Virgen de los Remedios de mi ermita de CARTAMA!
…Te cogí yo una tarde con amor y sin miedo,
Pues tenía el temor de que, al fin, Te quemaran...
¡Ruiseñor de mi sierra cartameña y famosa!
¡Cascabel de mi cuna...., Madrigal de mi infancia!
¡Verso claro y sonoro que anegó mis sentidos
E inflamó mi garganta!...
¿Tú… en peligro y yo…vivo?
Pues… me la llevo hasta América
Y que cante conmigo las canciones de España…
La miré entre mis manos cual se mira a la madre
Para ver si se duerme o aún está desvelada….
Y le dije besándola:
Vámonos por el mundo…relicario de besos
Clavellina de nácar!
Cruzaremos los mares, nos iremos a América
Y me irás Tú cantando las leyendas de España
Iba el barco cortando con su quilla de acero
Los tendones y arrugas de la piel de las aguas
Y le dije, arrullando: ¿vas contenta conmigo?
¿Vas contenta en el barco morenita serrana?
Y llegamos a América; a ese gran Nuevo Mundo
Que los Reyes católicos, por Colón, conquistaron
Y al pisar tierra en puerto con mi Virgen Chiquita
Que el Católico Rey a Cártama la llevara
Me embriagué
de alegría, con regusto de España…
Con mi Virgen Cartameña fui por América entera…
Yo no buscaba más gloria que regalar sol de España
Y hacerla canción con su puente de mi río de Cártama
Para que América entera nos diera su corazón
Y supiera de Cártama y sus nobles historias…