viernes, 30 de junio de 2017

LA VILLA ROMANA DE “MANGUARRA” EN CÁRTAMA



Quería comentar una foto de la Villa Romana de Manguarra que mi caro amigo, Juan Bedoya Vargas, inserta en la página web de Amigos del Museo de Cártama (que ni existe ni se le espera), ¡pero!,  los “demócratas “macanditos” que  gestionan esta página según sus acéfalos  saberes y entenderes, me tienen vetado a cal y ladrillos porque, arguyen, no soy    “de los de ellos” (qué viejo es esto), es decir, “sociata” (otra cosa es socialista)  pesebrero y lameculo, de lo que, por cierto,  le doy Gracias a Dios.
Es por ello que me veo obligado a hacer mi comentario al respecto en esta mi página y mi blogs. Y vamos a lo que vamos porque para qué seguir haciéndolo de unos chiquilndonguis advenedizos
Villa en latín (lengua de los romanos, sépanlo) se dice  se dice Villae (se pronuncia “ville”, sépanlo también). Esta villae, sin entrar en demasiados tecnicismos, se implantó a finales de la era romana cuando (más o menos 300 d.C). Solían ser el refugio de los grandes mandamases romanos (senadores y ricos hombres de negocio que se desplazaron a los campos huyendo del hacinamiento a que se había llegado en las  Insulae .

Las villae podían ser también granjas productivas. Su dimensiones y características dependían de la riqueza de sus propietarios. Solían  disfrutar de  maravillosas vistas,  frondosos jardines llenos de fuentes y contaban con pergulae, o habitaciones mediocres para los operarios y servidores. BASTE  POR HOY LO APUNTADO MUY SOMERAMENTE. Y, señores “sociatas” sempiternos  excavadores repórtense ustedes.

viernes, 16 de junio de 2017

MIGUEL PINO, CARTAMEÑO ILUSTRE OLVIDADO

El Diario Sur de Málaga publicó un artículo el día  14 de mayo de  2.017, referido a la joya arqueológica que contiene en bronce el texto de la Carta de Fundación  de Málaga  (LEX FLAVIA MALACITANA) promulgada en el  82 d.C  en la que se contienen las normas jurídicas por las que debía regirse la vida de dicha  ciudad en tiempos del emperador romano, Tito Flavio Domiciano (de ahí,  Flavia); fue encontrada en una cantera de barro para ladrillos en el Ejido en 1.851, siendo el primer dueño de ella la Casa Loring, aunque pasó por varios episodios de propiedad, incluido que  en una subasta estuvo a  punto de  ir al extranjero. Hoy permanece en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

En sínteis, digamos que la primera traducción de dicha pieza arqueológica de incalculable valor la hizo el arqueólogo y científico laurino, Rodriguez Berlanga, pero una nueva traducción, al parecer más fidedigna, se debe al erudito cartameño (muerto prematuramente) MIGUEL DEL PINO ROLDÁN (creo que no ha merecido ni tener una calle en Cártama), profesor que fue de las Universidades de Granada y Málaga. Copio literalmente uno de los párrafos del Artículo de SUR referido a la aportación  de este docto cartameño: "...a punto estuvieron  de ser fundidas dichas tablas en una chatarrería...siendo hoy su valor incalculable... Se espera no se eche en saco roto este propósito de traer la pieza actualizada por el profesor MIGUEL DEL PINO al  Museos de la Aduana de Málaga, lo que se ha pedido también desde el Congreso de los Diputados mediante una proposición no de ley presentada por el PSOE. 

El museo de Málaga cuenta con 17.000 piezas ... en cuya sección de arqueología se contienen  sobre 70 piezas de valor incalculable encontradas en Cártama, entre ellas, y como insignia del museo, el mosaico, "El nacimiento de Venus",  encontrada en calle González Marín en enero de 1.956 cuyo hallazgo tuve la suerte de presenciar y ser testigo de los esfuerzos de José González Marín para que el dueño del inmueble en que apareció, no lo volviera a enterrar y corriera la suerte del silencio indefinido  como ocurre con  otros de gran valor detectados  en Cártama.




jueves, 15 de junio de 2017

ANÉCDOTA DEL FRANQUISMO EN LOS AÑOS CUARENTA

Como algunas otras veces la esposa del General  Franco, Doña. CARMEN POLO, visitó durante un par de días (no recuero ahora cuantos) Málaga.

Una de sus servidoras,  que gastaba gafas  de miope, le dijo a doña Carmen:  "Señora, mire usted que a uno de los tranvías  de Málaga le han puesto en la parte alta delantera  un letrero que dice: A LA MIERDA CARMEN POLO"

No más escuchar a su ayudante, la señora de Franco llamó a éste y le comunicó el desafuero del tranvía malagueño. De inmediato, Franco (menudo era Franco), dio las órdenes pertinentes.

Le contestaron con premura lógica que, todo era un error de quien hubiera leído el letrero del tranvía, puesto que lo que hacía constar en su frontispicio para orientación de usuarios era el itinerario habitual: "ALAMEDA, CARMEN, PALO".  O sea: "ALAMEDA PRINCIPAL, BAÑOS DEL CARMEN Y BARRIADA DE EL PALO

Todo termino en que a la ayudante de la primera dama española la llevaron más que de bulla al oculista,  le repasaron la vista y le pusieron unas gafas nuevas.

LOS ARQUEÓLOGOS DE CÁRTAMA ENGAÑAN AL PUEBLO.

El arqueólogo intitulado y su adlater pretendido  arqueólogo iletrado, arrabalero y realengo  escribidor de "corta y pega" estuvieron hace varios días en Vélez Málaga a  darse caché en conferencia con las actuaciones arqueológicas de Cártama, muy plausible nadie lo niega, pero ¡¡¡¡12 años gastando dinero público y cobrando  a tutiplén  (¿de do emana?). Pues bien, allí en Velez Málaga sólo han ido a escucharle unas 15 personas que, al parecer, iban a  otro acto y erraron el trayecto. 

Pero es que a los cartameños nos están tomando también el pelo: ¡¡¡12 años escarbando y gastando "pasta" que nadie sabe ya la cuenta...!!!; y ¿qué sentido racional tiene este tejemaneje? Ni el Templo de Salomón costaría tal. ¡Venga yaaaaa!

Si alguien acogido a libertad de expresión osa criticar este desmadre, refunfuñan, alargan la barba mohinos, se constriñen ofendidos con la verdad con la que le han cruzado el lomo  camellero y, lo que es más grave democráticamente, se convierten en "·Fragas" y le censuran la opinión en el exclusivo y excluyente bloks de la Asociación de Amigos del Museo (¡toma ya: museo...!  ¿donde está?): Algún día con el tiempo y una caña estará en algún sitio ¡digo yo!. Ahora en el fondo del mar, "mataralile   lile lero, en el fondo del mar y,... ¡¡¡Embustes vaaaan!!! Mientras tanto, y dicho sea de paso, las aguas del río Guadalhorce son  una infecta cloaca y, ¡¡vendrá Santiago y Santa Ana y al río invitaran a ir de "canastitos".Esto es la historia de nunca acabar.

miércoles, 14 de junio de 2017

EN CARTAMA SE PRACTICA LA CENSURA A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Cuando como ampliación a un comentario en el bloks de la Asociación, Amigos del Museo (o lo que sea si alguna vez se hace) que ha  colgado  el Cronista Oficial de la Villa, el ínclito Fernando Bravo Conejo, referido al "paseo" que el 20 de agosto (no el 27 como expresa el tal cronista) le dieron  previo a su asesinato por los del Frente Popular a un vecino de esta localidad, yo hice un mero comentario para dar a conocer que en el mismo coche y asiento trasero llevaban también a mi padre bueno, que con la ayuda de Dios logró soltarse las manos amarradas a las espaldas y, al abrirle la puerta para que saliera y le dijeran, "venga Frasquito Talento (bracero de un cortijo ganando diez reales de sol a sol) que eres más alto que un chopo y te vamos a cortar por la cepa a tiros", abrió los brazos, le dio una patada en los huevos a quien tal le dijo y, aprovechando la sorpresa escapó perseguido por once bocas de fuego durante 2 kilómetros sin que por milagro le tocara una sola bala. Uno más de los miles de sucesos que abundan en la literatura temática.
Pues bien, el equipo de censura institucional (más franquistas que Franco) de la Asociación de Amigos del Museo (o lo que  sea) siguiendo su norma ha prohibido y rechazado este intrahistórico e ideológicamente  aseptico comentario.  (Lean el Art. 20 de la Const.)

¿La razón? Es obvia: Estos macanditos de la arquelogía censuran todo aquello que sobre su ya ya discutida actividad arqueloógica no sea opinion laudatoria  de lameculos, pelotas, apasturados agradecidos, melifluas tocayas, palmeros ad hoc, apologetas indigentes intelectuales como ellos,  embelecos, ditirámbicos del ciezo, enaltecedores de los vulgar y tópico, jabonadores, camelosos, adulación  grasienta, aleluyeros laicos, hipócritas falsarios, engatusadores y...paremos ya. Yo ya tengo todo el pescado vendido y no admito vejaciones injustas. Me la juego en tal caso. óiganme.

Sepan los tales y los cuales que a mi padre no se me ofende ni nadea impunemente.HE DICHO



 un tío

OBJECCIONES A LAS PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS CARTAMITANAS



Entre las personas sensibilizadas con las prospecciones arqueológicas de Cártama, ha cundido la alarma al saberse la opinión que, al respecto, han manifestado varios técnicos de Málaga sobre este proyecto faraónico  de Cártama, que ya lleva consumidos 12 años de onerosa prospección sin que nadie conozca el montante de las inversiones en este proyecto, cuyos fines, racionalidad, objetivos últimos, inadecuado local museo, etc,  califican los aludidos técnicos consultados de irracionales, oscuros  y desproporcionados. 

Por algo en el bloks de la Asociación de Amigos del Museo se borra matemáticamente, a despecho de la libertad de expresión que protege la Constitución, toda opinión que no conlleve adulación, cobeo y ensalzamiento de los culteranos a la violeta que manipular este negocio arqueológico "carthamitano" y, todo aquel que no someta su opinión a tales espurios  no es "buen cartameño" y "va contra el pueblo"...
SUSCEPTIBLE DE MAYOR COMENTARIO, CUYO DERECHO SE RESERVA ESTA PARTE EN DERECHO Y EQUIDAD. 

martes, 6 de junio de 2017

AMOR EN LA PARADA DE SEMENTALES

Resultado de imagen de Amor en el establo
 (De mi nuevo libro, terminado y pendiente de editar, “Ecos de la Alhóndiga”)
               450 páginas con  100 relatos análogos
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         Era  el “tío Bernardo” dueño de una pequeña labor con  cuatro fanegas de regadíos segregadas  del Cortijo de la Alhóndiga en plena ribera del Guadalhorce; finca antes llamada de Bracho, al que  Bernardo la compró con pagos fraccionados en plazos.
         Lindaba   con la  acequia del Barullo por el trozo de ésta llamado “Atraque de La mimbres” por el sur y, el resto en cuadro con la finca matriz. La acequia toma  sus aguas en represa ad hoc en el cauce del río Guadalhorce, que riega una dilatada vega  en un recorrido  de cómo tres leguas.
          En una  pequeña meseta  junto a la acequia, a salvo de las avenidas del voltario río Guadalhorce se alza la casa-vivienda: Planta baja con  trojes para  granos, alacenas, trastero de aperos, amplia cocina con horno  de leña para cocer el pan casero amasado a puño, comedor y, paremos de contar.  Planta alta dedicada a dormitorios. La  entrada la tenía mirando  a  sol naciente, al pueblo y, por ende,  a  la Ermita de la Virgen de Los Remedios que parece levitar sobre aquel; ante la puerta un amplio porche empedrado,  rodeado de un poyo de obra y sombrado durante las canículas con una tupida parra de uvas negras gaspacheras. En definitiva, una típica y acogedora casa de pequeña labor guadalhorceña.
                  En el patio interior (siempre todo a mano)  un gallinero con  nutrida parva de aves de corral a las que  cada mañana  se les abría  la trampilla de entrada y salida a las gallinas para que durante el día campearan y se alimentaran n, ahorrando así granos, de insectos y semillas.  

             Adosados al lateral Este, el “tinao” y la cuadra. Y, como a 10 metros, las corraletas para ganado de cerda que aprovechan los desperdicios de huerta y domésticos, lo que supone  un complemento en las eternamente   raquíticas rentas   del campo.
         Una vez por semana pasaba  por “Lo Bracho” (que así le  llamaban la la  gente del pueblo a la explotación del “tío Bernardo”) el recovero  en su bestia con serón de recoba; era  quien  suministraba  a la familia toda clase de ropas, tejidos y otros enseres, desde  agujas de costura e hilos a unas tijeras;  hacía el cobro  en especies: pollos, huevos, cereales, gallinas viejas que solía  vender a buen precio para caldos a parturientas para mayor abundancia de leche que tenía sentido en  aquellos tiempos de ralas comidas., etc. De tal manera Elena gozaba de   un nutrido ropero y, la casa, a más de limpia como el jaspe, sin penuria ni falta alguna; clásica economía doméstica  de la gente del campo del enorme diseminado rural de entonces que cobijaba a la mitad del censo del municipio de  Cártama.
         En la fecha de que  hablamos, Bernardo era  ya viudo; su  esposa había muerto del “dolor miserere” (apendicitis pasada), dejándole tres hijos: dos varones y la hija menor  llamada, como apunté antes,   Elena.
         El buen padre, de rostro curtido,  enjuto y circunspecto,  seguía  sintiendo tristeza por la ausencia  de su esposa. Fue  enseñando a sus hijos por las noches antes de la duerma, y a la luz de un carburo, cuanto  él había sabido  en las escuelas nocturnas tras  dar de mano de sus faenas, como también, que no es poco,   lo aprendido en la dura brega con la vida y con la áspera tierra;  el ratio de analfabetismo nacional rozaba en estas datas  el 75% de la población, cosa no incompatible con la profunda cultura empírica adquirida por los labriegos  en su lucha con la tierra tan  exigente en esfuerzos humano en tajos, besanas, cavas, binas y otras faenas siempre duras. Sabían aquellos hombres de antaño  deducir lluvias y sequía a través de las cabañuelas, de las  fases de la luna adecuaban las siembras,  del cerco de la luna colegían si llovería pronto o no,   y de la altura del lucero miguero en el cielo  la hora de pasturar el ganado y de llevar a cabo el inicio de  otras  faenas, etc.etc.
         Un día, en una de aquellas terribles glebas militares para luchar contra “el moro” en  África, fueron movilizados  los   hijos varones del “tío Bernardo” y,  como tantos otros,  jamás regresaron.  El pobre labriego se sumió en la más punzante e inextinguible tristeza; vivió por y para  su hija que iba creciendo y madurando plena de vitalidad.
          Elena, ya núbil, era   una de las mozas  más agraciada y celebrada del entorno; también  imprescindible ayuda de su ya viejo padre en las tareas labriegas, amén de mantener  el hogar ordenado y limpio como un templo y preparar a diario la comida.        
         Como el de  todos los años, aquel verano se alojó en las dependencias ganaderas del cercano Cortijo de la Alhóndiga, la parada de sementales  a la que  los labradores llevaban sus yeguas y burras para que las cubriera el semental correspondiente con garantías de pedigree.
         El día que le tocó  el turno  a la yegua de su  labor, Bernardo se sentía indispuesto y  encomendó a su hija que  ella  la llevara  al macho. Este año quería que la cubriera el borrico garañón a fin de que, llegado el día, pariera un mulo con el que  renovar,  en su tiempo,  la yunta de  labor.
         El menestral de la parada era un fornido y bien parecido mozo,  poco mayor que la zagala.
         Aunque avezada en toda clase de actividades agroganaderas propias de la comarca, el ayudar al  acto de cubrición de la yegua fue para ella una insólita experiencia; la vivencia le despertó instantáneamente emociones desconocidas;  suscitaron en Elena sensaciones de vida nunca sentidas.   
         No le pasaban  desapercibidas las intensas  miradas  que a toda su anatomía dedicaba el guapo mozo. De pronto, experimentó   las naturales apetencias de su condición de mujer en todos sus grados.
         Por imperativa  orden interior corrió al tinado y por una escalera de vareo subió al  henil, tumbándose en los muelles pajotes de pasto seco. Al verla el joven desnuda en toda su gloriosa anatomía de miríficas curvas,     ahuecado el vientre y sus hermosas piernas haciendo uve,  quedó petrificado.
                   Quedamente, en un leve susurro, la diosa carnal le dijo:
         --Vente a mí, tómame...
         Sus ojos eran sombras en canícula férvidos de deseos y apremios inaplazables; sintió que su seno era regado por hilos de nieve tibia.
         Con voz ronca como la campiña del contorno dio un grito cual codorniz entre bledos y, saciada de infinito, musitó:
         -- ¡Que dulce...Ya soy tuya amor...!
         --Y yo tuyo.... Mañana al trasponer el sol  nos vemos  en el atraque, bajo la mimbre de la acequia.
                   Cuando el sol teñía el cielo por poniente con candilazos de fuego, la niña retornó al hogar con la yegua de reata cogida de las  bridas. Sentía que algo nuevo había nacido en su seno aquella tarde  luminosa. A los dos meses  dijo de sopetón a su padre:
--Padre, voy a tener un hijo
--Del mozo de la parada ¿verdad hija...? Y él qué dice...
--Los paseos que doy todas las tardes estoy con él y quiere casarse conmigo...
--¡Gran Dios, gracias; la guerra me quitó dos hijos y Tú me los devuelve asina...Gracias, Dios, puedo morir tranquilo!.

                 

        

jueves, 1 de junio de 2017

PERDÓN POR ABRIR MI CORAZÓN EN ESTE DIA DE SAUDADE


Con mi dulce  madre guapa y una tía
Mi pasión: los libros y la "escribanía"