Quería
comentar una foto de la Villa Romana de Manguarra que mi caro amigo, Juan
Bedoya Vargas, inserta en la página web de Amigos del Museo de Cártama (que ni
existe ni se le espera), ¡pero!, los “demócratas
“macanditos” que gestionan esta página
según sus acéfalos saberes y entenderes,
me tienen vetado a cal y ladrillos porque, arguyen, no soy “de los de ellos” (qué viejo es esto), es
decir, “sociata” (otra cosa es socialista) pesebrero y lameculo, de lo que, por cierto, le doy Gracias a Dios.
Es por ello
que me veo obligado a hacer mi comentario al respecto en esta mi página y mi
blogs. Y vamos a lo que vamos porque para qué seguir haciéndolo de unos chiquilndonguis
advenedizos
Villa en latín
(lengua de los romanos, sépanlo) se dice se dice
Villae (se pronuncia “ville”, sépanlo también). Esta villae, sin entrar en
demasiados tecnicismos, se implantó a finales de la era romana cuando (más o
menos 300 d.C). Solían ser el refugio de los grandes mandamases romanos
(senadores y ricos hombres de negocio que se desplazaron a los campos huyendo
del hacinamiento a que se había llegado en las Insulae .
Las villae podían ser también granjas
productivas. Su dimensiones y características dependían de la riqueza de sus
propietarios. Solían disfrutar de maravillosas vistas, frondosos jardines llenos de fuentes y
contaban con pergulae, o habitaciones
mediocres para los operarios y servidores. BASTE POR HOY LO APUNTADO MUY SOMERAMENTE. Y,
señores “sociatas” sempiternos excavadores repórtense ustedes.