miércoles, 31 de mayo de 2017

MÁS CON MOTIVO DEL 61 ANIVERSARIO DE SU MUERTE



Dedicado a mi querido amigo, D. Rafael  Dupouy  y familia, de Caracas (Venezuela). 

Con el eminente escritor, poeta, conferenciante...Felipe Sassones ante el público  de Lima el día que fue presentada la Virgen de Los Remedios  y su juglar al debutar ante el público limeño. Sassones es el autor de un artículo con referencia a la Virgen de los Remedios que inserto en mi entrega anterior en este medio.
Homenaje de los intelectuales a Manolete en Madrid entre los que encontraba, y recitó, José González Marín, amigo del torero y de los asistentes al acto. 
Homenaje en 1-.934 de los poetas e intelectuales de Madrid en el que con el rapsoda de Málaga actuó la genial Pastora Imperio, esposa de Rafael El Gallo..

Cuando se supo en Cártama que la imagen de su Patrona la tenía en América González Marín. ¡Cuanta historia referida al rapsoda queda aún por contar!
Reseña sobre González Marín en Caracas (Venezuela) en 1.937


HOY 31 MAYO DE 2.017 SE CUMPLEN 61 AÑOS DE LA MUERTE DEL INSIGNE CARTAMEÑO JOSÉ GONZÁLEZ MARÍN




martes, 30 de mayo de 2017

A DON PABLO REBOLLAR


Estimado amigo: Por mi torpeza con  los aparatos y resortes informáticos, hasta hoy no he leído sendos y largos escritos que me ha dirigido por conducto personal, creo que por Meseguer; soy, ya digo, casi lego en el manejo de estos aparatos modernos.

El no haber acusado recibo antes  no ha sido, pues, falta de atención por mi parte.  Dios me libre.

Me es imposible entrar en materia sobre lo que me reprocha,  pues ignoro  que artículo mío de mi blogs ha podido herir  sentimientos que le ha movido a tan extensa catilinaria y el implícito anuncio de que no me volverá a leer. Lo siento por mí, ya que no es agradable perder un lector tan inteligente  que tanto valoro y que, por otro lado, tanto escasean.


De todos modos, amigo Pablo, todo esto son malos entendidos  que siempre los pare un ratón.  Por eso, mi amigo, el día que nos veamos te seguiré saludando con el mismo  afecto de siempre; espero que sea pronto, ¿cómo va la “lokura” del puente? Os sigo en vuestras fotos.

 Un abrazo.

lunes, 29 de mayo de 2017

“¡NARDO AZUL, CLAVEL PURO...!” (24-5-2.016)


             Hasta muy entrado el siglo XX, todo el tránsito de carros, carretas, recuas y gente de arriería --después camionetas y camiones--, que transportaban frutas y productos del agro de los  municipios  circundantes (Guaro, Monda, Alhaurín el Grande y Coín) hacia los mercados de  Málaga  ó, a la Estación de Ferrocarril de Cártama para su remitencia a los  del interior, pasaban necesariamente  por la calle de la Carrera (desde 1.935, de González Marín) de aquesta villa.

            Debido a ello, y a ser Cártama lugar  que aún conservaba  reminiscencias de su enjundioso devenir pretérito, amén de punto intermedio del antes referido trayecto, existían  en dicha calle de la Carrera varios albergues hosteleros en consonancia con la época: una fonda y dos posadas, que yo recuerde directamente o por los ecos de la tradición oral.

            Según las anotaciones del viajero inglés, Richard Ford, en su libro, “Las cosas de España”, la diferencia entre unas y otras estribaba en que, en  las fondas, sólo se solía dar hospedaje a las personas, bien en tránsito o estables que arribaban a Cártama en las diligencias., tartanas y posteriormente en el   autobús de línea ó, partir del segundo tercio del siglo XIX, en el tren;  las posadas, empero,   contaban además  con tinados y cuadras ad hoc para  transeúntes a la jineta o en carruajes tirados por bestias. También solían tener éstas un gran patio bordeado de   bardas de adobe en el que se resguardaba de cacos,  ladrones y salteadores (en todos tiempos cocieron habas) las cargas de carros y carretas de travesía.

            Y, amén  de las posadas, eran famosas y sumamente pintorescas y románticas, las ventas. Fueron célebres la llamada, Venta  de Cártama, cabe  la hoy conocida  finca, o cortijo,    Ratón, entre  Cártama Estación y Pizarra, a pocos metros de la cinta del Guadalhorce, camino de rodaderas y herraduras, después carretera, por medio.

             Más cercana en el tiempo, tenemos Venta Romero,  en el mismísimo comedio del camino que une    Cártama (pueblo) a Estación. Al no existir entonces puentes sobre el lecho del río, en ambas existían sendas barcas sobre la que cruzaban el cauce fluvial cuando el río iba crecido y era imposible vadearlo, personas, bestias y carros. Esta barca del vado  de Venta Romero, era explotada por Frasquito Talento (abuelo paterno de quien esto escribe y por quien se llama Francisco), pegujalero en medianerías y barquero  del río que lo fue de leyenda como resultas de su azarosa vida, que tuvo 13 hijos e hijas y a todos, él mismo, enseñó a rezar, leer, escribir y las cuatro reglas. Por las noche, a la luz de un carburo les leía novelas por entrega tras lo que rezaban y a la cama, para, a las claritas del día, darse cada uno a su correspondiente faena en el campo.  

            En las ventas   se “ponía de comer”  un limitado menú de contundentes guisos   de garbanzos, habichuelas, lentejas y las consabidas sopas de  tomates o, de “cardoponcima”, cuando no lo era a base  de las socorridas papas de la tierra; alguna que otra vez, carnes, por lo general  de caza, tan abundante entonces por las campiñas y serrijones circundantes,  igual de   pelo que de  pluma.        Tales condumios  se servían en una amplia mesa de amplios y bastos tablones sobre trípodes  de la misma materia. Durante el yantar, siempre haraganeaban, rabos enhiestos arqueados hacia el lomo,   los gatos de la casa, atentos  al trinque de los huesos y sobraduras de las pitanzas que los comensales solían ir tirando al suelo. Por los rincones, tendidos en el empedrado de la solería, dormitaban los mastines nocturnos guardianes de la venta y, de la pared colgaban trabucos que pasado el tiempo fueron escopetas "zarasquetas"  de uno o dos cañones. Cuando al transeúnte no le sobraban los haberes contantes solía comer del contenido de sus alforjas,  bien al abrigo de   la  enorme lar chimenea, si era invierno, ó,  a la sombra de la  tupida parra, si verano. Pero, sobre todo, y ello era la mayor diferencia de las ventas y ventorrillos con  las fondas y posadas,  mientras éstas solían estar dentro o junto a los cascos urbanos, aquellas (os) lo estaban  junto  a los largos caminos que comunicaban unos pueblos con otros.

            Me permito extenderme en tan minuciosos detalles  para que usted, caro lector, si no alcanzó a conocer  siquiera de oídas esta época, se haga  una somera  idea de cómo eran los usos  y costumbres de aquel entonces, que   hoy se nos antojarían, si no invisibles, sí pintorescos y románticos en comparación  con el holgado bienestar  a que nos hemos habituado. ¿Quién aceptaría hoy caminar leguas y leguas sobre un  rucio aparejado, o dormir sobre un colchón relleno de rasposos sayos de mazorcas de maíz o de crin de palmas tirado al suelo, cuando no sobre el mismo jato o serón de esparto de una cabalgadura?  

            La primera posada en calle La Carrera (hoy González Marín) viniendo de Coín,  Alhaurín y pueblos próximos a ellos, era la llamada, “Posada de Doña”,  ubicada en el nº 70, esquina de la calle que emboca en el Molino de las Peñuelas, entonces molino  de pienso y a la vez  taller de elaboración de zarzos y  cañizos de cañaveras, tan abundantes en las márgenes de ríos, acequias, almatriches y arroyos de  este municipio. En las dependencias  de esta posada, siempre había una yunta de toros uncidas preparadas  para encuartar rápidamente a los carros y otros medios de transportes de la época, que solían atascarse  en invierno en el llamado Hoyo de Espartero (un trozo de la calle Carrera), porque, al ser terriza y llovía como lo hacía antes,  los carruajes se atascaban en muchas ocasiones hasta los mismísimos boquinete o, simplemente no podía subir la cuesta de este trozo lo que también requería encuarta.

            Otra, en época posterior, era la Posada de Cuartero, sita en la casa que hoy es  Cuartel de la Guardia Civil, e igual que la anterior, tenía su cuadra y una capacidad de hospedaje adecuado a la época.

            La fonda, y al mismo tiempo taberna, se llamada “Del Coíno”, sita en el nº 48 de Calle González Marín. Después, cuando éste murió, la regentó su viuda, la señora Antonia (“La coina”), que así fue llamada: “Fonda bar de la Coína”. Constaba en su parte baja, amén del mostrador y mesas de madera con filos de espárragos de madera para que no cayeran al suelo las fichas de dominó; de una enorme mesa de billar de  carambolas, que era la única del pueblo En  la izquierda, conforme se entra, separada del resto del salón con un tabique de madera con  ventanilla por la que  se despachaban los billetes de la diligencia, después tartana y, por último, autobús  Cártama-Málaga y viceversa, que explotaba  la empresa Mitjana con parada enfrente de la fonda. Al fondo del salón había una puerta que daba a una amplia sala,  reservada para tratos de fincas, compraventa de frutos, ganados, etc. entre labradores  y marchantes. En los años cuarenta, esta sala fue alquilada por un practicante que puso en ella su consulta, venido de Melilla en donde fue teniente del ejército y, a cuyas órdenes, en 1.936 una compañía de regulares conquistó para el bando nacional  el célebre  cañonero, Dato. ¡Cuantas veces le escuché contar en tertulias celebradas en casa, peripecias castrenses del día del alzamiento en Marruecos en la que fue protagonista obligado!

            En el piso superior, con techo de madera y vigas vistas, estaban los dormitorios, que eran acotaciones con tabiques a media altura, de tal guisa que, cualquier evento de un parroquiano era oído por el vecino.

            En una época ya más cercana, sobre los años cincuenta, al hacerse mayor Antonia la Coina, se quedaba sólo con  la pernocta en el piso superior, y alquilaba el bar.  En una ocasión se lo alquiló a los vecinos de Cártama, Pepe Moyano y Juan de las Cabrerizas, gente de buen humor, siempre prontos a embromar al más pintado.  A propósito de ello no me resisto a contar un suceso que presencié cuando explotaban el bar los antes dichos:

            Una soleada mañana invernal, cuando ambos taberneros  limpiaban los vasos para tenerlos listos a la hora del vino, como siempre, con un brazo en el mostrador olismeando lo que ellos hacían, estaba el  motejado (a saber por qué)  “Pepito que me troncho” que, como siempre, no hacía otra cosa que olismear y murmurar.   “A  este tío no nos lo quitamos de encima ni con zotal”, argüían entre sí los taberneros Pepe y Juan, cuando, de sopetón,  les llega el pregón del vendedor de artículos  de belleza: “Mocitas y mocitos, llevo colonia añeja, aroma de oriente,  nardo azul, brillantina clavel puro...”  Los taberneros cruzaron una furtiva  mirada y fue Juan de las Cabrerizas el que propuso: “Hombre...,  Pepito, que se nos ha echado el tiempo encima y no podemos salir nosotros..., por favor asómate a la puerta y pregúntale al tío de los perfumes a como lleva esa  brillantina pa el culo que pregona, a ver si me alivia  estas almorranas que me están matando...”

            “Pepito que me troncho” lo dudó un poco, pero, Juan le apremió: “¡Venga hombre que se va el tío!; ¿es que no eres capaz de hacer un favor a un amigo...?. Desde  el cuadro  exterior de la puerta,  “Pepito que me troncho”, interpeló al vendedor ambulante de esta guisa: “¡¡¡Ehhh, el de las colonias..!!! ¿A cómo lleva usted la brillantina pa el culo...?!” Al vendedor, aunque llevaba 20 años en el oficio y había tratado con gente de toda laya y tenía  más tela cortada que la tijera del sastre de los Cardiales, aquella pregunta a voz en grito le dejó un tanto descolocado, y más cuando en la esquina próxima llamada del Pilita había un montón de gente tomando el sol, que ya estaba expectante a ver en que terminaba el singular suceso. De  pronto, le vino la inspiración al vendedor, quien ni corto ni perezoso, en un segundo voceó la siguiente respuesta al majara (o lo que fuera)   interpelante:

            “¡¡ Hombre..., con perdón, eso depende de lo maricón del culo que sea usted...!!”

            La congruente contestación del  vendedor, suscitó las unánimes y estentóreas carcajadas de las gentes que presenciaban la escena, mientras  “Pepito que me troncho”, se quejaba a los socios: “¡Cabrones ¿por qué me habéis hecho esta putada?...” .

            Este que suscribe, presenció el singular suceso, mientras echaba una partida de billar con el hijo mayor del entonces célebre cómico que actuaba en Cártama con su compañía, y de cuyo hijo mayor, digo, yo era buen amigo.  “Por mis mulas que esto lo parodio yo en el escenario..., ¡ojú, ojú, ojú, si no lo veo no lo creo...”


            Mientras tanto, de lontananza llegaba al bar el eco del pregón  del “tío de los perfumes”: “Niñas y jóvenes: nardo azul, colonia añeja, aceite inglés (bichito que toca muerto es),  flor de blasón, ¡¡¡brillantina ¡clavel puro, clavel puro, claveeeel...!!!” 

DOLOR CÍVICO DE ESPAÑA Y SUS PUEBLOS



Resultado de imagen de Políticos corruptos

Da dolor, que es sufrir,
La indiferencia glacial
Del pueblo que se adocena,
Y confía a cucañeros
Parcelas de su existir.

Da dolor, que es sufrir,
Ver al pueblo subsistir
Nutrido siempre de errores
Según le hacen creer
Arribistas y vividores.

Da dolor, que es sufrir,
Ver a la gente asentir
Confiadas en el decir
De vulgares embaucadores.

Da dolor, da dolor,

Lo que está ocurriendo aquí.

23 DE ABRIL, GLORIOSA EFEMÉRIDES DE CÁRTAMA



            Con inevitables remembranzas de aquellas ferias  de niñez y juventud, e incluso de no hace mas de 40 años, han pasado hogaño las fiestas  feriales  de Cártama; las dos que habían. De aquellas ferias de abril y septiembre,  que aglutinaban en gozo  popular a todas las clases sociales  en fruición devota  a la Reina celestial, Nuestra Srª de los Remedios, Patrona de la Villa, cuya festividad  se inició por siempre jamás, y así continua, la trágica data del 23 de abril del año 1.579, cuando una letal epidemia de peste  diezmaba la población y, la Virgen,  sacada en procesión de rogativa por las calles de Cártama por el itinerario que aún cada año sigue, según las crónicas, la cortó.
            Su advenimiento, empero,  como Patrona, fue el 26 de abril de 1.485, recién tomada la plaza a los moros por las huestes de los Reyes Católicos. Al principio, se le dio culto bajo la advocación de Virgen de los Reyes (era la imagen a la que los propios monarcas rezaban en la capillita de  su tienda de campaña). Sin embargo, el pueblo, en virtud de la ubicación de su Santuario y de una leyenda ancestral,  rompió en llamarla, Virgen del Monte, hasta que, tras la realización del milagro de la peste antes invocado, por indicación de los monjes trinitarios que se distinguieron en la atención  a los enfermos de pestilencia,  se le puso de Los Remedios, que era, y es precisamente, la Patrona de la Orden Trinitaria.
               En aquellos lejanos siglos, los troveros y juglares le dedicaban rendidas endechas de devoción, algunas de ellas transmitidas de generación en generación  tomadas de los poetas iniciáticos   del Mester de Clarecía.
            Del Marqués de Santillana, transcribo a continuación algunas estrofas de una de sus cantigas a la Virgen, que tantas veces a  lo largo de los siglos nuestros devotos antepasados dedicarían a su Patrona.
                                    “Santa Virgen escogida.
                                      de Dios Madre muy amada,
                                      en los cielos ensalzada.
                                      del mundo salud e   vida.
                                      Del mundo salud e vida,
                                      de muerte destruimiento,
                                      de gracia llena cumplida
                                      de cuitados salvamento...                           
                         Grand fianza he yo en ti, Sennora:
                                      La mi esperanza en ti es toda hora,
                                           de tribulación sin tardanza
                                               venme librar agora.

                                     Estrella del mar, puerto de folgura,
                                        de dolor complido et de tristura
                                          venme librar et conortar,
                                              Señora del altura. 
           
LA PROCESIÓN DE ENTONCES

            Como ya se ha dicho, siempre siguió el mismo itinerario desde el año 1.579. Con los primeros claros del día empezaba la animación.  No existía carretera, camino vecinal o simple trocha o veredilla sin invadir por  la avalancha de romeros.  De toda la comarca, de todos los pueblos de la provincia, de toda la costa malagueña y de la propia capital, acudían familias completas impulsadas por la fe mariana, a dar gracias a Ella por alguna merced recibida o a implorar otra.
            Nadie venía impulsado más que por su fe trasmitida de padres a hijos sin necesidad de la sugestiva publicidad. Todo espontaneidad, arranque voluntario, en esta avalancha de romeros que en la madrugada del 23 de abril empezaba a inundar la Plaza y la Iglesia parroquial de Cártama: Trenes especiales, coches, autobuses, caballerías y un interminable rosario de gentes a pie .
            Muy de mañana se celebrara misa. A las once, un  predicador de verbo elocuente ofrecía el pregón a Nuestra Señora en un templo abarrotado hasta el más leve espacio de devotos.  Millares de velas arden en los quemaderos atestiguando  la fe del pueblo. En la calle, los bares estaban abarrotados incluidos sus frescos y emparrados patios. Pintorescos grupos poblaban los alrededores bajo las acogedoras sombras de los árboles de la parte Sur. 
            Y la mayestática procesión entre una intensa luminaria de cirios y velas, bengalas de fuego morado que eran encendidas al paso de la Virgen desde las casas, y Miguel Morenito, echando cohetes y encendiendo ruedas tronadoras delante la celestial Patrona, en medio de dos filas  interminables de gentes silenciosas de todas las clases sociales; titinean las tulipas de cristal y se estremecen las campanillas del trono.

            Esa es  a grandes rasgos la procesión ¿quién puede describir la intimidad  devota de cada alma, el motivo por el que reza, por el que ofrece exvotos, el motivo por el que descalzo algunas personas camina su lado... Y, ya a altas horas de la noche, al conjuro de la marcha real, La Virgen de los Remedios, la Virgen que un día será peregrina por tierras lejanas de allende el océano, hacía su entrada en el templo parroquial. Ya sólo queda la nostalgia, y la espera a otro año, y a otro, y a otro desde siglos pretéritos...             

            LA FERIA.-  
       
            Como era costumbre generalizada, a la festividad religiosa se les unían celebraciones agroganaderas relacionadas con los ciclos agrícolas y lúdicos populares. La feria de ganados de abril en Cártama data, según pragmática del Rey Felipe II, del año 1.590; esta feria fue, y es,  una de las primeras de toda la región andaluza, y simpre fue de las importantes por la cantidad de ganado que afluían a ella y el número de transacciones (tratos) que se llevaba a cabo en su transcurso.
            El contorno ferial era indistintamente parcelas lúdicas o Real de la  feria, y, mercado de ganados; éste entonces situado  en  el barrio que aún se sigue llamando, “El Mercado”. Era el mercado, el reino de la campechanía al tiempo que de la charlatanería pero,  cada trato, era un protocolo notarial, firmado a perpetuidad con un apretón de mano sellado con la mano del “correor” impuesta sobre las del comprador y vendedor, que sentenciaba: “El trato está hecho, suyo es el mulo y de usted el dinero ...” Y aquella ceremonia, para ser de por vida,  no necesitaba firma, ni sello, ni visado y..., ¡anatema social quien se saltada la palabra dada.
            Y aquello era “bendecío” con un  buen calibre de pirriaque seco de Ojen en el sombrajo-cantina de cañaveras del Guadalhorce, mientras un aficionado al cante del lugar, entonaba con buen paladar el célebre fandango de Cártama, que ya no se oye cantar:
                                              “Por las trenzas de tu pelo
                                              un canario se subía;
                                              y se paraba en tu frente
                                             y  en tu boquita bebía
                                             creyendo que era una fuente”


            O aquel otro fandango que compartían Alhaurinejo y Cártama:
                                             “Viva don Antonio Vargas,
                                              alcalde republicano,
                                              lo digo con ilusión,
                                              no he visto alcalde más bueno,
                                              ni con más buen corazón”
            Arribaban al  “mercado” una barahúnda de personajes del mas diverso pelaje y catadura: tratantes, “correores” (payos y gitanos entremezclados: “pólvora seca”), marchantes,  arreadores de piaras, gitanos “esquilaores” y...vendedores, vendedores ambulantes a porrillo: de jáquimas, albardones y aparejos, de varas varias de adelfas, de tarajes, de sierpes de olivo, bastones de toda medida, algunos de adelfas peladas y pintadas de vistosos colores para niños y mocitos cursis; todos voceaban, todos pregonaban sus mercancías, y, de entre todos, sobresalía el pregón del chaval que en un pirulo vendía el agua que llenaba en el cercano pocillo de “Gasparillo” (el trompetilla y pregonero del alcalde): “Agua fresca y sabrosa, a gorda la pechá...”
            Y la carrera de un mulo cogido de la jáquima por un gitano mientras otro restallaba tras él el látigo para espabilarlo a los ojos de presunto “compraor”, y, un mugir de toros, y un berreo de vacas, un balar de cabras y ovejas, y el rebuzno encendido de un garañón empalmado al olor de la florida burra al que la gitanilla dieciochena mira de reojos mientras la madre, que ha pasado ya por todas,  le sugiere: “hija, tráeme la olla que voy a echar los garbanzos...” “Ya voy má...” Gentes todas dignas de la pluma de un José Carlos de Luna:
                                            “Te ví a mercar en la feria
                                              un pañolito de taye,
                                              pa que cuando te lo tersies
                                              jagan palmas en la caye
                                             Sabe a Canela
                                             el suspirito /
                                             de una mosuela”.
                                                         ***
                                          ...Le lució ser peujalero;
                                            rejuntó cien peluconas
                                            y mercó unas treinta yeguas
                                            que él las yerbea y agosta,
                                            las marcea y las alambra,
                                            las manosea y las doma.
                                            Cuando a pan huelen las mieses
                                            y en las eras se amontonan,
                                            Frasco ajusta el pataleo
                                            y trilla con sus seis cobras
                                            --bordoneando cencerros
                                            las falsetas dormilonas
                                            de un lento cante cansino
                                            ansioso de brisa y sombra--...

                                            Ya se remató la trilla.
                                            ya no pican las alondras
                                            el rubio grano en reguero
                                            de gavillas reventonas...

                                            En relejes de barcina
                                            aletean silenciosas
                                            las zumayas agoreras,
                                            pardas de polvo y de sombra...

                                           Los grillos campanilleros
                                           a humilde rebato tocan...”

                                                          ***
                                          ¡Ay campos de mi niñez,
                                            quien os pudiera sentir
                                            bajo mis pies como alfombra!..
                                                              **

             Y  Fernando Villalón:

                                                                             “El  pájaro Kuki
                                                                             de todo  se entera
                                                                              y ocultarle algo
                                                                              no vale la pena.

                                                                              Anoche Maruja
                                                  con un pollo pera
                                                  flirteaba un poco
                                                  después de la cena.

                                                  Los dos se miraban
                                                  (sus ojos se besan)
                                                 --¿En qué piensas, chica?
                                                 --En lo que tú piensas...

                                                 Y el pájaro Kuki
                                                                            que estaba a su vera
                                                                            contesta: --¡ Cochina!...”

Y... ¡García Lorca1, y Alberti, y Pemán (¡oh su “Feria de abril en Jerez”!)...                                                                                 
            Eran de llamar la atención los esquiladores, de los que se cuenta y no se acaba; bajo un árbol bordaban sobre el lomo de cualquier rocín a golpe de tijeras signos fálicos, flores, trenzas.  Otro estaba especializado en pelar y adornar el cuerpecillo menudo de los perritos “lulú” y “pequineces” que le llevaban empingorotadas  damas.
             Garantizando el orden, una pareja de la Benemérita a caballo, era la representación de todas las virtudes cardinales.
            Y una pléyade de compradores de mayor y menor cuantía; éstos acompañados de sus mujeres, tesoreras estrictas de sus ahorros, es decir, las que  tenían la última palabra en qué y como se gastaba una perra gorda.
            Todo, y más en un ambiente rural. Los niños, acorde con la época y los medios lúdicos de aquella cultura enraizada en tradiciones seculares, gozaban de cosas tan sencillas como unas meras norias de canjilones animadas por los platillos y el bombo de Joaquín el de las Norias: “Chinchipún, chinchipún, chinchipún”...y tras una decena de volteretas:--“¿quereis más?” Y la chiquillería que gritaba “¡Siiiiiii!”, y, Joaquín, con su bombo: “chinchipún, chinchipún...” Y, el tren eléctrico en la era de Ramolichi que al pasar por el tunel, el “demonio” daba con una escoba a los chavales (en este túnel, Juan Díaz “Pitana” al intentar quitar la escoba al diablo, cayó y las ruedas del tren sobre los rieles le cortó varios dedos de una mano); y el consabido organillo de manubrio que ponía dulce y melancólica música y canciones populares en el ambiente ferial; y el baile en el patio de la Hermandad de Labradores amenizado por una orquesta que deparaba piezas musicables bailables mientras llevábamos en nuestros brazos a la chavala de los sueños.

            Y la buena música de la banda de Alozáina, la mejor entonces y más antigua de la provincia, que durante los tres días feriales, incluido el de la Patrona, iundabaq los cielos de Cártama. En las casa de familias más pudiente el Ayuntamiento asignaba uno, o dos, músicos al que debía dar comida y cama, o sea, alojamiento. De esto hecho se fraguaron auténticas y perdurables  amistades.
            En definitiva, una avalancha de colores hacían de aquellas ferias una exposición pictórica: banderolas, cadenetas de papeles variopintos colgados a lo largo de la calle de en medio; carreras de cintas a caballos enjaezados intentaba a galope prender la cinta bordada por la hembra preferida para que ésta se la amarrara al brazo o, más cerquita aún de su cara, se la anudara al cuello; y cucañas, y repique de campanas a la hora de la novena a la Virgen de los Remedios en cuyo honor se celebraba toda esta parafernalia festiva, y los cochecitos topes, y las casetas de tiros, y el puesto de golosinas, y, tantos y tantos motivos feriales que aglutinaban en un solo latir emotivo a un pueblo. Tantas cosas que el viento se llevó.
                                                  


                                                      

domingo, 28 de mayo de 2017

APUNTES SOBRE LA RIBERA DEL GUADALHORCE (Publicado en el Aguijón de Antº Fuentes el 7-10-2011)

                   
            Luego de  terminar, en mayo de 1.949, el sexto curso  de Bachiller en el Colegio de los Hermanos Maristas de Málaga,  durante el verano del mismo año hube de preparar para aprobarlo por libre en  Instituto,   el séptimo curso en la Academia del célebre profesor (maestro)  y erudito malagueño, don Manuel Laza Palacio, autor de importantes y afamados libros de temas históricos y arqueológicos, y, descubridor y estudioso de la Cueva del Tesoro del Rincón de la Victoria, o del Higuerón,  en cuyas prospecciones, junto con otros condiscípulos, tan “locos” todos como el maestro, entramos  varias  veces  en el antro prehistórico  a arrastraculo,  descolgándonos, como si fuéramos avezados espeleólogos,  por el estrecho boquete de acceso,  valiéndonos, para ello, de un cordel  de  pita atado por una punta al tronco de un almendro (¡Dios que edad!), cuando aún no  habían vaciado la enorme cantidad de tierra depositada en  el interior por los arrastres pluviales a lo largo de milenios.   El reducido hueco que dejaba la tierra acumulada, lo recorríamos unas veces de pie y, otras, también  a arrastraculo provistos de linternas, sin más cascos ni otras martingalas ad hoc, entonces  no habituales.

            En septiembre de aquel mismo año, superé también en Granada el terrible examen de Reválida, o de “Estado” del plan 38 y,  la vida y sus avatares (ciertamente duros: “el día que nací yo qué planeta correría...”), me impusieron que los contactos con el bueno y sabio de don Manuel, fueran cada vez más distanciados pero, él, ya me había acrecentado la curiosidad intelectual por la literatura,  la  historia y otras disciplinas; hasta el extremo, que muchas veces leía, echando barzones de las tareas del campo, escondido en el chambajo hecho con haces de cañaveras del río echadas sobre la falda redonda de un granado, en cuyo interior, los labriegos habían ahondado un redondel alrededor del tronco en el que se conservaban las papas de semilla preparadas para la siembra del pegujal vitorino de dicho tubérculo. Hasta el granado tenía una peculiaridad  especial: La mitad de su copa daba granadas de layo y, la otra mitad, de dienteperro. Entre la gandinga del precario y acogedor  sombrajillo tenía escondido algunos de mis libros preferidos (entonces al que leía se le tenía más o menos por chalao y, no digamos si le veían llevar  al campo  libros para leer en los rengues entre revesos).  Virgilio, Horacio, Cervantes, Gabriel Miró, Shaespeare, Goethe y otros muchos eran devorados por mí. Y, mis poetas de joven campesino, que por entonces descubrí, o empece a paladear: Cesare Pavese (He visto caer/  muchos frutos, dulces, sobre una tierra que conozco / como un golpe...Hay un sabor igual / en tus ojos y en el recuerdo cálido... El dolor, como el agua de un lago, / tiembla y te rodea...), el mexicano, tan desconocido hoy,  Amado Nervo (“Elevación”: Recibe el don del cielo, y nunca pidas / nada a los hombres, pero da si puedes/... Da,  pues, como el venero cristalino, / que siempre brinda más, del agua clara / que le pide el sediento peregrino...,/... Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: / mas tú (Vida) no me dijiste que mayo fuera eterno!/  Hallé sin duda largas las  noches de mis penas; / mas no me prometiste tú sólo noches buenas;/ y en cambio, tuve algunas santamente serenas.../:Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. / ¡Vida nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! Y, qué decir de Juan Ramón Jiménez, y de Manuel Machado (del que  Borges argüía,  “dicen que Manuel Machado tiene un hermano que se llama Antonio”), y Lope, y Calderón y todo un infinito firmamento constelado de excelsos poetas por los que la humanidad es humana. Pero, en mi interior tiene un  escabel más alto el nicaragüense, Rubén Darío, el de Azul, cuyo prólogo, del egabrense  Juan Valera, vale tanto como el contenido del tomo,  Prosas profanas y, en especial, Cantos de  vida y esperanza: “Yo supe de dolor desde mi infancia; / mi juventud...¿fue juventud la mía?/ sus rosas aún me dejan su fragancia, / una fragancia de melancolía...  Mi intelecto libré de pensar bajo, / bañó el agua castalia el alma mía... / Potro sin freno se lanzó mi instinto, / / mi juventud montó potro sin freno; / iba embriagada...si no cayó fue porque Dios es bueno...
                                                          ***
                                   ¡Ruega   por nosotros, hambrientos de vida
                                    con el alma a tientas
                                    llenos de congojas y faltos de sol,
                                    por advenedizas almas de manga ancha
                                    que ridiculizan al ser de la Mancha,
                                    el ser generoso y el ser español.
                                                          ***
                                    Señor don Quijote:

                                     Ruega generoso, piadoso, orgulloso;
                                     ruega casto, puro, celeste, animoso;
                                     por nos intercede, suplica por nos,
                                     pues casi ya estamos sin savia, sin brote.
                                    Sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,
                                     sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios...
                                                        
                                                        ***      
                                    ...Y de nuestra carne ligera /
                                   imaginé siempre un Edén,
                                   sin pensar que la Primavera
                                   y la carne acaban también
  
                                   Juventud divino tesoro,
                                  ¡ya te vas para no volver!
                                  Cuando quiero llorar, no lloro
                                  y a veces lloro sin querer.

            Lector mío: Lo que antecede quiere ser una leve y fugaz secuencia de aquellas tertulias de algunos de sus discípulos, entre los que durante algún tiempo me encontré,  con el sabio maestro (me gusta la palabra maestro más que la de profesor, que lo era, e insigne) Manuel Laza; tertulias que aún prolongándose hasta altas horas de la noche, siempre nos sabía a poco. Al rememorarlas, queridos jóvenes lectores,  sólo pretendo, quizás sin derecho a ello (perdón),  elevar tu espíritu y despertar en ti la afición por los negocios del espíritu y de la cultura humanista. ¡Dichoso yo, si en algo te he ayudado a ello!

            Y ahora, volvamos a la trocha  de la que, para glosar lo que  antecede, me he salido.
             Un día de 1.955, leyendo el Diario Sur me topé con un extenso  trabajo  de mi antiguo profesor  (maestro), don Manuel Laza. Por razón de su dimensión sólo inserto abajo una parte del mismo en la que aparece la Cártama ibero-fenicia  con notas  del mayor interés, no sólo local, sino válidas por analogía hostoriológica, para toda la comarca guadalhorzana.

            El erudito investigador e historiador, concluye, como tantas veces se lo oí decir en nuestras tertulias ya referidas,  que el nombre  de Cártama no proviene de la raíz Cartha (ciudad escondida), sino  del prefijo Carta, o, Cart, que significa “Ciudad” y, del sufijo ma, también raíz fenicia, que equivale a,  “Madre”; según ello,  en aquellos lejanos y misteriosos  tiempos, más que probablemente Cártama fue una “metrópoli”, bajo cuya  égida  estaban otros pueblos ribereños del Guadalhorce    --“Val de Santa María” o de Cártama”, que así se llamó todo  el valle del “río del pan del trigo”-- sin excluir  la factoría fenicia  Malaca, construida e implantada  en la desembocadura del Guadalhorce, entonces navegable, después de haber descubierto Cártama  los púnicos por el curso fluvial. De ello hablo ampliamente  en mi libro, “Cártama histórica. El Juglar y la Virgen Peregrina”.  Existieron pueblos, de los que hoy no quedan  más que referencias arqueológicas y en algunas crónicas como “Fadala”, “Jubrique” “Benamaquís” “Pereilas”, “Pupiana” y, a saber cuantos otros en  aquella tan lejana sociedad  turdetana a la que pertenecía Cártama.

            Reconoce el ilustre sabio que Cártama gozó siempre de un pasado esplendoroso y de  una antigüedad insigne. Al hilo de ello, queda para otra entrega el comentar la muy verosímil existencia, en época ibero turdetana, de la existencia en Cártama, en el mismo cerro del de la Virgen de Los Remedios (¡oh González Marín, cuánto te debe Cártama y que mal te está pagando: ¡quietas, lágrimas, pobre  patria chica!...), cual apuntan cada día más señaladamente las fóllegas analógicas derivadas de los escritos de los autores de la época.  

             Me consta, empero,  que  Asociaciones Vecinales locales que apuestan, pese a escasos medios materiales y humanos, por un resurgir de la cultura  y  la promoción integral  cartameña, en reciente reunión en el Ayuntamiento han encontrado en el actual alcalde, Jorge Gallardo, y en el primer teniente de alcalde, Miguel Espinosa, una disposición favorable y, por ende, muy plausible, en este sentido. Otro tanto ocurre con las jóvenes y gentiles concejalas de Turismo, Raquel Navarro  y, de Medio Ambiente, Noelia Suárez. Ya era hora, ¡albricias!, y, que continúe la entente: Res, non verba.

                                                           

CANTADA DIMISIÓN DE JOSÉ ESCALONA

PERIÓDICO ”EL AGUIJÓN”  28.12.011
Decíamos entonces:

         Se veía venir. En la última sesión de Pleno, según nos comentaba al salir de la misma un cejijunto concejal de la oposición (éste sí digno de crédito),  a nuestro  sinquieto y  gorigórico político, Pepe Escalona Idañez, ya  se le vio durante todo  el acto como ausente, la mirada tal puesta en el seno de Abrahán, cabizbajo,  lánguida (o más bien depuesta), su exuberante oralidad (este no es nuestro Pepe que en buena hora nos lo han cambiado, se decía asombrada doña Leonor la del PP), y, sobre todo,  profundamente cariacontecido y hasta anuente con las propuestas del PP.  Y es que     “nuestro Escalona está triste... qué tendrá nuestro Pepe, que ha  que ha entrado  en la calma, que ha perdido su guerrero  ardor ...

         Según fuentes  cercanas al cotarro gubernamental de esta villa (o lo que sea)  consultadas por alguien de esta Asociación, las causas de las  patentes cuitas del Concejal de la Coalición, CEPIC y VECINOS POR EL CAMBIO,  son plurales y convergentes, y han  motivado que como miembro del equipo de gobierno, Escalona se disponga a najárselas, o sea, a darse el piro, a largarse, es decir, PIDA LA DIMISIÓN, que parece ya un hecho consumado, lo cual no ha extrañado por acá, pues desde el primer momento de su inesperada opción política se pensaba que su ubicación post-electoral fue como asentar las posaderas sin jubón sobre una tabarrera terriza. El transfondo del “esperpento” actual es el siguiente.

           1º.-  Los socialistas (es un decir) quieren que Escalona, como Concejal de Hacienda, que lo es, dilate  la dación de las verdaderas cuentas municipales y siga haciéndolo de forma que la gente no se entere de sus ratios hasta que el tejemaneje del Hospital Comarcal, con su implícito y especulativo presunto pelotazo urbanístico, rinda plusvalías del ala y, así, las citadas cuentas municipales serán menos sorpresivas por tan negativas e impresentables. Escalona, eso sí, no es de “to comer”  y, de ahí, la rotura del platito pintado con los socialistas, al menos con algunos. Todo esto, atenido a  dichas fuentes.

         2º.- Aunque cubren las apariencias, los socios electorales de la CEPIC de Escalona, VECINOS POR EL CAMBIO, parece que imponen su derecho a  cogobernar con el PSOE media legislatura, al estilo de Leonor y Juan Carlos Rodríguez hace dos. En Cártama, no lo olviden, todo es posible.
         
          3º.-  Escalona, por su formación académica-levítica  tiene clavada en el morrillo del alma el rejón del cambio de titularidad del Teatro González Marín, contra lo que estuvo desde el principio, incluso redactando y firmando el rogatorio a la Reina de España para que no consintiera que su nombre se usara para un magnicidio artístico, como ha sido ponerle a dicho Teatro el cursi apelativo de Carthima, que encima contiene una flagrante falta de ortografía e historiográfica  propia de patanes y él no quiere identificarse con los tales. (Nosotros…¡lo que nos dicen!; ni quitamos ni ponemos políticos). Y,   la cosa  se reactualiza  con las recientes manifestaciones  de la casa Real a alguien de Cártama con motivo de la publicación de un libro y un CD sobre la vida y obra del eximio  cartameño minimizado, e incluso denigrado, por una trupe de indigente caletre  en su propio pueblo.

          Es muy posible que este asunto, como diría el calé, “jea” (jeda)  aún más. O no, porque entre políticos… Al tiempo; tampoco debemos olvidar que IU de Cártama, en lo cultural ---¿hemos dicho cultural?, ¡qué dislate!--, últimamente se atiene a los mandatos de lo políticamente propio.

                            ASOCIACION “ERMITA LOS REMEDIOS”

                                       Pte: Fco Baquero Luque