martes, 21 de agosto de 2012

A CAYETANO, YA AUSENTE, QUE FUE, Y SERÁ ALLÁ, GRAN DEVOTO MARIANO.



¿Por qué tanta sintonía de las advocaciones marianas con el alma humana? La Virgen en sus distintos títulos populares es "síntesis maravillosa  (¡cuánto sabemos de ello los cartameños!) de los dos estados más esenciales y elementales del alma humana". Ella nos trasmina dolor y gozo, entre las que determinan alternativamente nuestras vidas.

De ahí que los seres humanos encuentre  en Ella casi siempre un eco fidedigno de sus propios sentires. Decía un autor:

 "Cuando soy felíz y la veo, su sonrisa (sonrisa entre lágrimas, ese es el misterio de esta imagen) rima mi alegría.

Cuando lloro, su sonrisa me consuela y alegra mis lágrimas; cuando río, sus lágrimas temperan y moderan  lo excesivo de mi goce.

¡Qué divino espejo de la risa y el llanto!
¡Qué divina norma del gozo y el dolor"
¡Qué suprema síntesis del alma humana...!

Al verle su cara misteriosa es irreprimible el grito: Olé las mujeres bonitas. Lo mismo que se le grita a la madre, a la novia, a la hija...