En
la década de los cuarenta, el profesor
de química solía decir a su alumnado, del que yo formaba parte: “La
lengua de los políticos como todas las sales del plomo, son venenosas” y,
de inmediato, advertía: “Y no es que yo hable mal del plomo ni de los políticos, no, es que el plomo y los políticos son así; lo determina su propia
naturaleza” A lomos de tal enunciado, se desahogaba: “Ni
tampoco es que yo hable mal de vuestro profesor de ciencias sociales que os da
clase en el aula contigua, pero le tengo
por un inepto enseñante metido a político,
comunista y demagogo arrabalero pero, eso sí,
siempre con la faldriquera
propicia…”
Ya en aquellos tiempos, los de la “churripampa” (la del hambre y el estraperlo al inicio de los
años cuarenta, cuando el bando nacional hubo de asumir y compartir la miseria y
ruina del mal gobierno del bando republicano frentepopulista) y, durante todo
el franquismo, el pueblo consideraba el ser
político como un baldón: atribuía en el recuerdo inmediato a las ambiciones
corruptas e irresponsables de los
políticos, en especial a las izquierdas revolucionarias, la sangre derramada en fratricida guerra civil
y el hambre que naturalmente se padecía en la posguerra.
Y ello, pese a que entonces los
políticos, al menos en la gestión
municipal, no habían llegado a las cotas de hoy en falta
de vocación de servicio, en la carencia de principios éticos, en la falta de devoción
de servicio al prójimo, de insolidaridad con los que sufren, etc.etc y,
más importante y prueba de lo dicho, ningún edil ni alcalde cobraba un solo
real por ejercer la política; más bien les
costaba dinero además de tiempo y quebraderos de cabeza.
Después, vino Felipe González y, de entrada, avisó: “La
democracia tiene un precio y, por cierto, caro…” Él mismo fue uno de los que acabaron con los
ideales, y, el que trajo el rabioso pragmatismo materialista, amén de la
corrupción galopante, hoy aumentada, a España, en donde ya es una plaga de trazas
endémicas.
¿Qué
diría hoy mi viejo, cascarrabias y honrado profesor de química si viera este patio de monipodio en
que una inmensa plaga de políticos ha
convertido a España? Una plaga de apesebrados en su mayoría disidentes del tajo
de trabajo que han hecho del engaño compulsivo un modus vivendi y, de las trapisondas cotidianas como los ERE,
un pingue hobi?
Al hilo de lo apuntado sobre los políticos de hogaño, la Presidenta
de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se ha descolgado a Cártama en misión de culto
a la personalidad y auto publicidad (en eso son especialistas nuestros
políticos) a “inaugurar” el Hospital
Comarcal del Guadalhorce que
no estará totalmente operativo hasta
2.017 y que lleva ocho años de
retrasos, dos cerrado a cal y canto pese a estar ya terminado.
Mientras
esta señora decía en el consabido discurso promocional que la andaluza es la joya de la corona de la sanidad, la prensa nos daba ese mismo día la noticia de la dimisión del Jefe de Urgencias del Hospital Carlos
Haya como protesta por la
falta de medios humanos y materiales en que los políticos del ramo tienen sumido a la sanidad malagueña.
En nuestra sanidad, la joya de la corona, señora presidenta, es la clase médica y sanitaria, sin las cuales
nuestra sanidad se habría hundido ya. El mismo medio y en la misma fecha
inserta esta otra “joya
de la corona”: EL SAS LLEVA UN AÑO SIN PUBLICAR LAS LISTAS DE ESPERA PARA
OPERARSE”. Y así la tira vergonzante.
Esta
crónica debiera en puridad recoger algunas “joyitas”
más, de bisutería, por supuesto, de las
que adornan el collar político de nuestra Presidenta; pero ello será motivo de
otra crónica.