En mi artículo de ayer (“¿A quién votar ya…?”), expresaba mi preocupación como español que ama a su patria, unida (así me lo enseñaron mis
padres y maestros). A qué español no
espanta el pensar en el destino
que le espera a España si siguen gobernándola la caterva de ineptos
tragaldabas, capaces de hacer gárgaras
con el badajo de la campana mayor de mi pueblo, encaramados en el poder por la cara.
Aprovechaba yo ayer la ocasión para elogiar a nuestro gran Rey, Felipe VI, por haberle sido concedido lo que es equiparable al premio Nobel, cual es, El “PREMIO MUNDIAL DE LA PAZ Y LA LIBERTAD”,
de la ASOCIACIÓN MUNDIAL DE JURISTAS por “el papel fundamental de la Monarquía
Parlamentaria española y su inquebrantable compromiso con el Estado de Derecho”.
En sus 55
años de historia, este premio sólo lo han recibido las siguientes
personalidades mundiales: Churchill, Mandela, René Cassin y, ahora, el egregio Rey de España. ¡¡Nuestro Rey a la
altura del Churchill…!! Sólo por él es ya un honor ser español. Sus palabras,
por la circunstancia del momento, son sabias y valientes. Dijo así nuestro Rey: “ NO ES ADMISIBLE APELAR
A UNA SUPUESTA DEMOCRACIA POR ENCIMA DEL DERECHO” Advirtió del veneno sin
nombrar la víbora. En pleno juicio al golpe del 1-0, el Rey desmonta las
soflamas del independentismo: “SIN LAS LEYES NO PUEDE HABER DEMOCRACIA, SINO
DEMAGOGIA.
En efecto, Felipe VI recibió el PREMIO MUNDIAL DE LA PAZ Y LA
LIBERTAD DE LA ASOCIACIÓN MUNDIAL DE JURISTAS, POR EL PAPEL DE LA MONARQUÍA PARLAMENTARIO ESPAÑOLA Y SU INQUEBRANTABLE
COMPROMISO CON EL ESTADO DE DERECHO.
“Menos la honra, que es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios, al rey la hacienda y la vida… “ Ojalá viviéramos en el
siglo de oro del renacimiento, con los Lope, Cervantes, Calderón, Góngora, Quevedo, Torres, etc.etc, una España en la que imperaban los
principios. Pero, por desgracia, hoy más que nunca tenemos el alma, la inteligencia y la voluntad, careadas en el páramo de la incultura y el determinismo.