4 NOCHEBUENA DE 1.937:
LA
VIRGEN DE
LOS REMEDIOS, PELIGRÓ EN ALTA MAR
Dos veces estuvo la famosa por milagrosa Patrona de Cártama,
Nuestra Señora de Los Remedios, en sumo
peligro en alta mar con ocasión de su grandioso peregrinaje de año y medio (julio de 1.936 a últimos de
diciembre de 1.937) por las ciudades y pueblos de todas las repúblicas hermanas (1) de Iberoamérica y New York en olor de devociones y cadencias
líricas en la voz impar de su juglar y paje, José González Marín, que la raptara del peligro de las llamas iconoclasta en una aciaga fecha de la
historia de España.
Una
fue, durante la ida al exilio a tierras
de allende el océno a bordo del trasatlántico, “Cabo Santo Tomé”, cuyo
capitán recibió un cable del gobierno de
la II República
española, a tres días de estallada la guerra civil, que le ordenaba
imperativamente el apresamiento y
retorno a España, en calidad de cautivo,
del rapsoda, José González Marín, en cuya compañía y en la de su ayudante
escénico, Antonio López Plana, “Atoñico”, viajaba la sagrada Imagen en su singladura de huida al nuevo mundo siguiendo la ruta colombina, lo que la salvó
de ser quemada y Ella y una bellísima tradición mariana de cinco siglos. A la altura de Brasil, el capitán, y ya
amigo del artista que había hecho
llevadera con sus poemas la singladura de personas que huían de una guerra
cruel y fracticida, llevó a su camarote al recitador español y le comunicó: “Tengo orden de detenerte y
retornarte cautivo a España. No lo voy a hacer. No lo puedo hacer. Voy a simular una avería para tocar en el
puerto de Río Verde en Brasil cuya altura estamos y, voy a dar unas horas al pasaje que quiera
bajar a tierra. Aprovecha y sigue tu ruta con Ella por tierra hasta tu destino.
Con el atrezzo que siga “Antoñico” hasta Argentina. Que
Dios y esa Virgencita milagrosa,
que debes llevarte contigo por tierra, nos ayude a todos...” Lo demás, hasta la vuelta a España 17 meses después, lo describo en mi libro, “CARTAMA HISTÓRICA. EL JUGLAR Y LA VIRGEN PEREGRINA”
De la otra, se cumplen ahora 81 años. Desde New York, y ante la duda de giro
que tenía la guerra civil española, el
genial y devoto rapsoda optó por emprender el retorno a España en un buque inglés, vía
Gibraltar. A partir de aquí, copio literalmente de mi antes citado libro, este emocionante,
singular y bello episodio mariano ocurrido próximo ya al siglo:
“...En
dichas datas, el “trío peregrino”
emprende en barco --nuevamente altar náutico de la peregrina Virgen de los
Remedios sobre las olas de los mares--
el regreso, desde New York a Gibraltar
(por la lógica prudencia, dado que España estaba en guerra), en donde
arribaron el día 27 de diciembre de 1.937, pasando después a España a través de
la Línea de la Concepción”.
... Al “trío peregrino” le cogió las navidades en alta mar en medio de una enorme y temible tempestad,
lo cual, según contaron siempre el rapsoda y
su ayudante, no fue óbice para que, tanto pasaje como marinería no ocupada, le cantaran
a la Virgen María del Remedio --
preciosa compañera de singladura en medio
de la horrible tempestad que zarandeaba el barco como la cáscara de una
almendra-- villancicos políglotas salidos del alma y asonados más
por el miedo que por la maestría lírica de los coros. Algunos de dichos
villancicos eran del repertorio poético del juglar; uno de ellos, por aportar
un ejemplo, era de Lope de Vega, con adiciones
que para su recitado le había hecho el rapsoda de su puño y letra
y, en algunas estrofas trozos
de los que en su pueblo se cantaba en
estas fiestas:


“Antoñico”, inspirado por el canguelo que le producía el tronar de las olas contra el
maderamen del barco, cantaba un villancico, o lo que fuera, que, según me decía años después, no sabía
donde ni cuando lo había aprendido:
“El que no sepa rezar,
que
venga por estos mares
una noche de diciembre,
y
verá que pronto aprende
sin
que se lo enseñe “nadie”..
(1).Constituyó éste singular peregrinar, quizás la cantiga mariana jamás
concebida ni siquiera por los poetas primigenios del Mester de Clerecía
(Santillana, Berceo, El Rey Sabio, De la Encina, etc.etc) y ello, porque ésta no
era fabulado, sino protagonizada en carne y hueso por dos devotos de la Virgen
y, guiados por Ella, pues sin eso no podría, ni habérseles ocurrido ni llevada
a cabo.
En calidad de devoción y exvotos todas y cada una
de aquellas repúblicas se hermanaron con la España doliente de aquel momento
sin distinción de bandos y, cada una, regaló como prueba de ello, una enseña de
su respectivo país para que orlaran siempre, en memoria de tan especial hito,
los muros de su Santuario; y así fue
hasta los años de la década de los sesenta del pasado siglo que, alguien, las
quemó.
“Así como en
la travesía de ida pesaba, sobre el rapsoda español en especialmente, la duda
de si habría hecho bien o no de llevarse consigo la famosa imagen de la Patrona
de su pueblo lo que le hacía gran parte de las noches rumiando su duda sobre la
cubierta del barco, aunque le constaba y así lo dijo siempre que obedeció una
voz interior y que él la iba a salvar de ser quemada, también sobre el ánimo de
los nautas españoles gravitaba durante
la travesía de regreso a la
Patria Chica, y pese a la gloriosa odisea que estaban
finalizando, una gran preocupación: ¿Qué habría pasado realmente en Cártama
durante el año y medio qe habían estado ausentes? Sabían que sus paisanos se habían matado unos y otros,
pero ¿cuántos? ¿Quiénes? ¿Sería cierto
que al cura párraco, Martín Serrano, que les entregó la imagen, lo habían matado y no podría ver su
regreso...?(no pudo verlo, sí, fue torturado y asesinado) Un denso manto de malos agüeros se cernía día
y noche sobre sus ánimos, lo que hacía el camino de retorno más angustioso y
tenso, si cabe, que el de la ida...
La Virgen tardó un mes más para llegar a Cártama,
pues el escultor Paco Palma quiso recomponerle algunos desperfectos que
lógicamente se había producido en su cara durante el ajetreado peregrinar de
país en país. En otra entrega reflejaré la emocionante entrada de la Patrona de Cártama en su
pueblo tras año y medio de ausencia.
Si ciertamente nadie, creyente o no,
queda indiferente ante el profundo significado emocional, histórico y
humanista de estas fiestas, para Cártama que fue escenario
de una aventura mariana tan ligada a estas fechas, tendrá siempre un añadido motivo de primera magnitud.