La angustia que
atenaza
Cuando el tiempo de
vida se acaba,
Y en el reino de los cielos
Queridos
seres están,
Sólo la puede curar
La fe en Dios, y nada más.
Noches de insomnios
eternas
Pensando en los que se han ido
Y nunca más volverán,
Sólo las endulza Dios,
y nadie más.
Vive Dios en las
alturas,
En el estrellado cielo y sobre el mar,
Y toda el alma vive
Atenido a sus
designios
Hasta que nos lleve
allá.
Un cielo estremecido espera
Y en él, el Dios misterio
dirá
Lo que somos y a
donde vamos.
¡Y nada más…!
Lo angustioso no es lo
que espera
Sino lo que de
nosotros queda
En la tierra que dejamos:
Seres queridos cuya aventura terrena no
veremos.