jueves, 26 de junio de 2025

 BREVE ESBOZO DEL TEATRO-CINE GONZÁLEZ MARÍN

DE CÁRTAMA

ANTECEDENTES.

            Su construcción fue la culminación de una vieja aspiración  de Cártama nunca llevada a cabo antes por falta de medios.

            En 1935, siendo alcalde socialista Antonio Vargas Franco, que lo fue desde 14-12-1933 hasta 7-12-1935, se nombra hijo predilecto de la Villa al actor-recitador cartameño, José González Marín, dados sus triunfos artísticos por España, Andalucía y Málaga cuyo nombre difundió por los países de habla hispana, solía vincular con hábil generosidad a su propia fama y popularidad. Los de cierta edad  recordamos como el nombre de José González Marín fuera de Cártama siempre lo conjugaban a él con su pueblo. Así lo entendió el entonces socialista Ministro de Instrucción Pública de la República, don Fernando de Los Ríos Urruti, que pidió a su gobierno  para él la Gran Cruz de Isabel la Católica, que le fue concedida  no solo por su arte único, si no por la labor de difusión  que de la cultura y las cosas de España llevó a cabo por donde quiera que fue. Con tal motivo se contempla por la corporación  de Cártama de aquel año de 1935 la posibilidad de construir un teatro-cine que llevara su nombre, pero los avatares políticos conocidos impidió la realización de tal proyecto.

            Se siguió, por tanto, ofreciendo funciones teatrales de todo género y de cine (mudo hasta el advenimiento del de locución), en el antiguo cine sin cubierta de la familia Faura sito en calle Arriba (después 9 de febrero), frente a la casa solariega de Juan Marín después de José Alarcón Lujan, en donde, dicho sea de paso, había vivido hasta la guerra otra familia de cuyo seno nació al célebre poeta y bohemio hombre de letras, Enrique López  de Alarcón, como igualmente era oriundo de Cártama—su madre había nacido aquí—,el novelista y erudito académico de la real Academia de La Lengua, Salvador González Anaya, cuya novela, “El llavero de Anica La Pimienta”, está inspirada en ambientes cartameños en homenaje a su madre. Quede claro con todo ello, la gran afición casi ancestral de Cártama al teatro y la escena en todas sus manifestaciones.

            Al estar descubierta la anteriormente citada sala “o corralón”, de comedias de calle Arriba, la temporada teatral empezaba en la feria de abril y terminaba en la de septiembre o de San Miguel, nombre que se refiere al patronímico de su creador allá por el año 1902, el entonces alcalde Miguel González Negrete, padre, precisamente, de José González Marín, y como es creencia general que lo fue por coincidir  con el día de San Miguel.

            Durante el periodo invernal, igualmente se pasaban sesiones de teatro en carpas enormes que se instalaban en solares o “corralones”, como el de “La Peana”, en la hoy calle Concepción, o, en el escarpado paraje de los aledaños llamado, “era de Ramoliche” (hoy Grupo Escolar), en donde igualmente se instalaba la plaza de toros cada 23 de abril….otras veces en la plaza de la Iglesia.

            González Marín, cuya vocación artística se despertó y afianzó precisamente al conjuro de dichas escenificaciones en carpas de corrales, al retornar de América en diciembre de 1937 trayendo consigo la Imagen de nuestra Patrona que salvó de ser quemada durante la contienda civil, llevándosela consigo en julio de 1936, hubo de dar unos 80 recitales por toda la geografía  hispana para allegar fondos con que reconstruir la Ermita que había sido expoliada y destrozada. “De reconstruir la parte artística se encargó el escultor Francisco Palma y sus hijos Mario y Paco—quienes, precisamente confeccionaron la talla que quedó en lugar de la autentica Imagen, siendo aquella quemada---, Las obras de albañilería las llevó a cabo el cualificado constructor cartameño, Fco Cañamero Gutiérrez y su hermano Miguel. Fue entonces cuando González Marín patentizó ante un grupo de amigos que visitaban las obras, su ilusión antigua de que Cártama contara  con un teatro-cine, pero, alegó, “… no soy yo el indicado para construirlo ni para gerenciarlo pues no tengo ni medios económicos ni tiempo para ello. Bastante  sacrificio me cuesta el restañar la tradición de la Virgen de Los Remedios arreglándole su Ermita, y reconstruir también el altar de Jesús Nazareno en la Iglesia Parroquial…”, que igualmente fue destruida.

 

CREACION DEL TEATRO-CINE GONZÁLEZ MARÍN

            Aquella ilusión de dotar a Cártama de un teatro que manifestó el alcalde republicano en 1935, por fin iba a ser realidad a los seis o siete años de expresada:-

            Del deseo de González Marín supo en 1939 el entonces alcalde, y dueño del cine de verano de calle Arriba, Fernando Faura Gómez, quien anunció a González  Marín su propósito de dejar la alcaldía para iniciar de inmediato las obras de un cine-teatro que llevaría el nombre del artista cartameño, González Marín. Faure compró un solar, una vez que dimitió el 14 de abril de 1941, en la actual calle Juan Carlos I, en donde se inician las obras sobre septiembre de 1941, que realizó el maestro de obras ya indicado, Fco. Cañamero Gutiérrez, su hermano Miguel, otro albañil (Merino), y, el “Chatete” de peón. El maestro de obras indicado, Fco. Cañamero, no cobró nada para él por realizar esta obra, como tampoco cobró por hacer, a petición de González Marín, el altar de mosaicos que existe en nuestra Iglesia Parroquial de San Pedro conforme se entra a la izquierda, en donde se expone la talla de Jesús Nazareno. – El cine-teatro se termino en abril de 1942, en la feria de este año, y, la primera película que se pasó fue, “Morena Clara”, con Miguel Liguero y Estrellita Castro.- El evento le cogió a González Marín de tourné y no pudo asistir a él, pero a su regreso, en las navidades de ese mismo año, dio un recital gratuito en él, que fue en realidad una reinauguración.

            Desde la dimisión de Fernando Faura el 14 de abril de 1941 hasta el día 28 de julio de 1943 fue alcalde de Cártama Antonio Rodríguez Rodríguez en cuyo mandato se construyo el Cine-Teatro González Marín.-

            Quedó así materializada aquella promesa del alcalde republicano hecha a José González Marín en 1935:… haremos en Cártama un Teatro en donde entre otros muchos artistas podamos escuchar tus recitados a tus paisanos….- Así, y siempre gratuitamente, lo hizo González Marín muchas veces.-

 

INCIDENCIA SOCIO-CULTURAL

            El Teatro-Cine González Marín tuvo en aquellos años especialmente dolorosos posteriormente inmediatos a una cruenta guerra fratricida, una patente y positiva incidencia socio-cultural y política. Fue un lenitivo para las erizadas emociones represadas en uno y otro bando interviniente (o sufriente), en dicha guerra civil recién terminada.

            Cada domingo, o día festivo, en la calle de “En medio” en que se ubicaba el Teatro-Cine González Marín (y se ubica), las gentes del pueblo (jóvenes, mayores y hasta chavales), iniciaban el “paseo” en el trayecto comprendido entre la esquina de Calle Sáenz de Tejada al Santo Cristo. Desde los altavoces externos del Teatro se amenizaba este paseo con agradables y variadas piezas musicales. Así, desde las siete o las ocho de la tarde--- en invierno y en verano---, las gentes departían de sus respectivos asuntos, y, muy especialmente, los jóvenes, lo hacían de amores, pues para el “paseo” era el lugar en donde estos se “arrimaban” para “declararse” a la joven que más “tilín” les hacía.  Cuando esto sucedía ya había existido un intercambio de miradas durante el paseo en el que, sutilmente, la hembra hacia saber al “pretendiente” si le daría “calabazas” o le aceptaría si “llegaba” a ella. Muchísimo de los miembros de varias generaciones de cartameños son frutos de un amor cuyo inicio hubo lugar en estos “paseos” festivos con el Cine-Teatro González Marín mudo testigo de excepción. “Paseo”, que se constituyó en idílicos oasis de placidez y paz en la dura existencia de nuestra postguerra.

            El “paseo”, terminaba en la sala de funciones, cuyo comienzo  era avisado  a los paseantes a través de los altavoces  de calle, con el pasodoble “Suspiros de España”, señal inequívoca de que a su terminación se pasaba el NO-DO y, de inmediato la película. Algunas parejas se rezagaban apurando hasta el final del NO-DO para entrar con el “apaño” hecho, que luego continuaría en la oscuridad de la sala bien pegados los costillares.

            Cuando la función era teatral, se hacía igual  para avisar a los paseantes, pero en vez del NO-DO se avisaba de la inminencia del comienzo  con un cante flamenco  además de “Suspiros de España”.

            La distribución interior del Teatro era la siguiente: A su entrada una amplia antesala-fumadero transversal, en donde estaban también la sala de despacho de entradas con piquera a la calle, y, otro pequeño despecho.

            La cabida del patio de butaca y altillo (“gallinero”), era de unos 750 asientos. Un defecto de esta sala fue siempre sus deficientes condiciones acústicas. La parte alta del escenario –proscenio se orlaba con la efigie artísticamente enmarcada del célebre rapsoda local, y las ventanas, en su parte superior, con los nombres de figuras relevantes de la escena: (Benavente y María Guerrero, Álvarez quintero (ambos hermanos), Emilio Thuiller, Margarita Xirgú. Rosario Pino y Tomas Borras), con los que en su casi totalidad trabajó en su tiempo de galán joven el artista cartameño.

Al escenario se accedía, por su parte derecha desde un pasillo longitudinal con varias puertas para dar acceso a distintas partes del patio de butacas. Al final, se ubicaban los “servicios”. Igualmente se accedía al escenario directamente desde el patio de butacas por una puerta-escalera en la parte izquierda. El escenario es relativamente amplio permitiendo la actuación de compañías de teatro. En un tiempo, al disminuir las funciones teatrales, quiero recordar que fue achicado en beneficio de la cabida de espectadores.

            Por esta sala pasaron los más grandes cantaores de flamenco de toda una época (Cepero, Pena-padre e hijo-Vallejo, Juanito Valderrama, Palanca, Canalejas, Marchena, etc. que depararon sabrosas anécdotas que no son del momento), compañías de varieté, de teatro, etc.

            El cine, y el “paseo” en Navidad y Ferias es recordado por quienes las vivimos como hitos realmente horacianos.

            En los años 60, más o menos, fue comprado el Teatro González Marín por el cartameño, Diego Castro Villalba, y, posteriormente, por el empresario malagueño Fco. Ramos, padre de Paco Ramos Industrial constructor en Cártama.

En sus postrimerías fue escenario de actos culturales de contenido localista: (Coral Santa María de la Victoria, conferencias, etc.) con motivo del primer centenario de la celebración de la toma de Cártama por los Reyes Católicos y la presentación de un libro editado con dicha razón, siendo alcalde, José Escalona Idañez, año 1985, quien, años después, evitó que la sala fuera dedicada a la construcción de bloques de vivienda, municipalizándolo por compra del Ayuntamiento. Y ya se cerró, y así continuó un tiempo.

            Con él, como dije en un artículo periodístico, desapareció un testigo de una etapa histórica que dejó entrañables vivencias en infinidad de cartameños y gente de la comarca.

El último dueño, quiero recordar fue D. Diego Castro Villalba quien lo tenía ya apalabrado su venta para un bloque de piso, pero siendo alcalde. José Escalona. Con muy buen criterio lo compró para que Cártama no perdiera un gran trozo de su singular Historia. El precio fueron siete millones de pesetas y el Ayuntamiento solo tenía tres millones y ya tenía convenido un crédito de los cuatro millones que faltaban para pagar todo su precio  cuando, un día lo llamo  Don Ramón Soler  y le dijo: “Don José no pida usted el crédito de los cuatro millones que necesita para terminar el pago del Teatro González Marín; yo los voy a ceder a fondo perdido con la sola condición de que nunca el Ayuntamiento le quite el nombre que desde su construcción  en 1942 ha tenido y tiene…” El resto es sabido: Medio el odio a González Marín porque privó al partido Socialistas del morbo avieso de quemar a su patrona cargada de más de cinco siglos de gloriosa historia y enjundiosa tradición.

Este documento lo dicté a quien hizo de amanuense cuando yo convalecía de gravísimas operaciones de aneurisma aórtico.

                                                                                                           Fco. Baquero Luque.