BREVE ESBOZO DEL TEATRO-CINE GONZÁLEZ MARÍN
DE
CÁRTAMA
ANTECEDENTES.
Su construcción fue la culminación de una vieja
aspiración de Cártama nunca llevada a
cabo antes por falta de medios.
En 1935, siendo alcalde socialista Antonio Vargas Franco,
que lo fue desde 14-12-1933 hasta 7-12-1935, se nombra hijo predilecto de la
Villa al actor-recitador cartameño, José González Marín, dados sus triunfos
artísticos por España, Andalucía y Málaga cuyo nombre difundió por los países
de habla hispana, solía vincular con hábil generosidad a su propia fama y
popularidad. Los de cierta edad
recordamos como el nombre de José González Marín fuera de Cártama
siempre lo conjugaban a él con su pueblo. Así lo entendió el entonces
socialista Ministro de Instrucción Pública de la República, don Fernando de Los
Ríos Urruti, que pidió a su gobierno
para él la Gran Cruz de Isabel la Católica, que le fue concedida no solo por su arte único, si no por la labor
de difusión que de la cultura y las
cosas de España llevó a cabo por donde quiera que fue. Con tal motivo se
contempla por la corporación de Cártama
de aquel año de 1935 la posibilidad de construir un teatro-cine que llevara su
nombre, pero los avatares políticos conocidos impidió la realización de tal
proyecto.
Se siguió, por tanto, ofreciendo funciones teatrales de
todo género y de cine (mudo hasta el advenimiento del de locución), en el
antiguo cine sin cubierta de la familia Faura sito en calle Arriba (después 9
de febrero), frente a la casa solariega de Juan Marín después de José Alarcón
Lujan, en donde, dicho sea de paso, había vivido hasta la guerra otra familia
de cuyo seno nació al célebre poeta y bohemio hombre de letras, Enrique López de Alarcón, como igualmente era oriundo de
Cártama—su madre había nacido aquí—,el novelista y erudito académico de la real
Academia de La Lengua, Salvador González Anaya, cuya novela, “El llavero de
Anica La Pimienta”, está inspirada en ambientes cartameños en homenaje a su
madre. Quede claro con todo ello, la gran afición casi ancestral de Cártama
al teatro y la escena en todas sus manifestaciones.
Al estar descubierta la anteriormente citada sala “o
corralón”, de comedias de calle Arriba, la temporada teatral empezaba en la
feria de abril y terminaba en la de septiembre o de San Miguel, nombre que se
refiere al patronímico de su creador allá por el año 1902, el entonces alcalde
Miguel González Negrete, padre, precisamente, de José González Marín, y como es
creencia general que lo fue por coincidir
con el día de San Miguel.
Durante el periodo invernal, igualmente se pasaban
sesiones de teatro en carpas enormes que se instalaban en solares o
“corralones”, como el de “La Peana”, en la hoy calle Concepción, o, en el escarpado
paraje de los aledaños llamado, “era de Ramoliche” (hoy Grupo Escolar), en
donde igualmente se instalaba la plaza de toros cada 23 de abril….otras veces
en la plaza de la Iglesia.
González Marín, cuya vocación artística se despertó y
afianzó precisamente al conjuro de dichas escenificaciones en carpas de
corrales, al retornar de América en diciembre de 1937 trayendo consigo la
Imagen de nuestra Patrona que salvó de ser quemada durante la contienda civil,
llevándosela consigo en julio de 1936, hubo de dar unos 80 recitales por toda
la geografía hispana para allegar fondos
con que reconstruir la Ermita que había sido expoliada y destrozada. “De
reconstruir la parte artística se encargó el escultor Francisco Palma y sus
hijos Mario y Paco—quienes, precisamente confeccionaron la talla que quedó en
lugar de la autentica Imagen, siendo aquella quemada---, Las obras de
albañilería las llevó a cabo el cualificado constructor cartameño, Fco Cañamero
Gutiérrez y su hermano Miguel. Fue entonces cuando González Marín patentizó
ante un grupo de amigos que visitaban las obras, su ilusión antigua de que
Cártama contara con un teatro-cine,
pero, alegó, “… no soy yo el indicado para construirlo ni para gerenciarlo pues
no tengo ni medios económicos ni tiempo para ello. Bastante sacrificio me cuesta el restañar la tradición
de la Virgen de Los Remedios arreglándole su Ermita, y reconstruir también el
altar de Jesús Nazareno en la Iglesia Parroquial…”, que igualmente fue
destruida.
CREACION DEL TEATRO-CINE
GONZÁLEZ MARÍN
Aquella ilusión de dotar a Cártama de un teatro que
manifestó el alcalde republicano en 1935, por fin iba a ser realidad a los seis
o siete años de expresada:-
Del deseo de González Marín supo en 1939 el entonces
alcalde, y dueño del cine de verano de calle Arriba, Fernando Faura Gómez,
quien anunció a González Marín su
propósito de dejar la alcaldía para iniciar de inmediato las obras de un
cine-teatro que llevaría el nombre del artista cartameño, González Marín. Faure
compró un solar, una vez que dimitió el 14 de abril de 1941, en la actual calle
Juan Carlos I, en donde se inician las obras sobre septiembre de 1941, que
realizó el maestro de obras ya indicado, Fco. Cañamero Gutiérrez, su hermano
Miguel, otro albañil (Merino), y, el “Chatete” de peón. El maestro de obras
indicado, Fco. Cañamero, no cobró nada para él por realizar esta obra, como
tampoco cobró por hacer, a petición de González Marín, el altar de
mosaicos que existe en nuestra Iglesia Parroquial de San Pedro conforme se
entra a la izquierda, en donde se expone la talla de Jesús Nazareno. – El cine-teatro
se termino en abril de 1942, en la feria de este año, y, la primera película
que se pasó fue, “Morena Clara”, con Miguel Liguero y Estrellita Castro.- El
evento le cogió a González Marín de tourné y no pudo asistir a él, pero a su
regreso, en las navidades de ese mismo año, dio un recital gratuito en él, que
fue en realidad una reinauguración.
Desde la dimisión de Fernando Faura el 14 de abril de
1941 hasta el día 28 de julio de 1943 fue alcalde de Cártama Antonio Rodríguez
Rodríguez en cuyo mandato se construyo el Cine-Teatro González Marín.-
Quedó así materializada aquella promesa del alcalde
republicano hecha a José González Marín en 1935:… haremos en Cártama un Teatro
en donde entre otros muchos artistas podamos escuchar tus recitados a tus
paisanos….- Así, y siempre gratuitamente, lo hizo González Marín muchas veces.-
INCIDENCIA SOCIO-CULTURAL
El Teatro-Cine González Marín tuvo en aquellos años
especialmente dolorosos posteriormente inmediatos a una cruenta guerra
fratricida, una patente y positiva incidencia socio-cultural y política. Fue un
lenitivo para las erizadas emociones represadas en uno y otro bando
interviniente (o sufriente), en dicha guerra civil recién terminada.
Cada domingo, o día festivo, en la calle de “En medio” en
que se ubicaba el Teatro-Cine González Marín (y se ubica), las gentes del
pueblo (jóvenes, mayores y hasta chavales), iniciaban el “paseo” en el
trayecto comprendido entre la esquina de Calle Sáenz de Tejada al Santo Cristo.
Desde los altavoces externos del Teatro se amenizaba este paseo con agradables
y variadas piezas musicales. Así, desde las siete o las ocho de la tarde--- en
invierno y en verano---, las gentes departían de sus respectivos asuntos, y,
muy especialmente, los jóvenes, lo hacían de amores, pues para el “paseo” era
el lugar en donde estos se “arrimaban” para “declararse” a la
joven que más “tilín” les hacía. Cuando
esto sucedía ya había existido un intercambio de miradas durante el paseo en el
que, sutilmente, la hembra hacia saber al “pretendiente” si le daría
“calabazas” o le aceptaría si “llegaba” a ella. Muchísimo de los miembros de
varias generaciones de cartameños son frutos de un amor cuyo inicio hubo lugar
en estos “paseos” festivos con el Cine-Teatro González Marín mudo testigo de
excepción. “Paseo”, que se constituyó en idílicos oasis de placidez y paz en la
dura existencia de nuestra postguerra.
El “paseo”, terminaba en la sala de funciones, cuyo
comienzo era avisado a los paseantes a través de los
altavoces de calle, con el pasodoble
“Suspiros de España”, señal inequívoca de que a su terminación se pasaba el
NO-DO y, de inmediato la película. Algunas parejas se rezagaban apurando hasta
el final del NO-DO para entrar con el “apaño” hecho, que luego continuaría en
la oscuridad de la sala bien pegados los costillares.
Cuando la función era teatral, se hacía igual para avisar a los paseantes, pero en vez del
NO-DO se avisaba de la inminencia del comienzo
con un cante flamenco además de “Suspiros
de España”.
La distribución interior del Teatro era la siguiente: A
su entrada una amplia antesala-fumadero transversal, en donde estaban también
la sala de despacho de entradas con piquera a la calle, y, otro pequeño
despecho.
La cabida del patio de butaca y altillo (“gallinero”),
era de unos 750 asientos. Un defecto de esta sala fue siempre sus deficientes
condiciones acústicas. La parte alta del escenario –proscenio se orlaba con la
efigie artísticamente enmarcada del célebre rapsoda local, y las ventanas, en
su parte superior, con los nombres de figuras relevantes de la escena: (Benavente
y María Guerrero, Álvarez quintero (ambos hermanos), Emilio Thuiller, Margarita
Xirgú. Rosario Pino y Tomas Borras), con los que en su casi totalidad trabajó
en su tiempo de galán joven el artista cartameño.
Al
escenario se accedía, por su parte derecha desde un pasillo longitudinal con varias
puertas para dar acceso a distintas partes del patio de butacas. Al final, se
ubicaban los “servicios”. Igualmente se accedía al escenario directamente desde
el patio de butacas por una puerta-escalera en la parte izquierda. El escenario
es relativamente amplio permitiendo la actuación de compañías de teatro. En un
tiempo, al disminuir las funciones teatrales, quiero recordar que fue achicado
en beneficio de la cabida de espectadores.
Por esta sala pasaron los más grandes cantaores de flamenco
de toda una época (Cepero, Pena-padre e hijo-Vallejo, Juanito Valderrama,
Palanca, Canalejas, Marchena, etc. que depararon sabrosas anécdotas que no son
del momento), compañías de varieté, de teatro, etc.
El cine, y el “paseo” en Navidad y Ferias es recordado
por quienes las vivimos como hitos realmente horacianos.
En los años 60, más o menos, fue comprado el Teatro
González Marín por el cartameño, Diego Castro Villalba, y, posteriormente, por
el empresario malagueño Fco. Ramos, padre de Paco Ramos Industrial constructor
en Cártama.
En sus postrimerías fue
escenario de actos culturales de contenido localista: (Coral Santa María de la
Victoria, conferencias, etc.) con motivo del primer centenario de la
celebración de la toma de Cártama por los Reyes Católicos y la presentación de
un libro editado con dicha razón, siendo alcalde, José Escalona Idañez, año
1985, quien, años después, evitó que la sala fuera dedicada a la construcción
de bloques de vivienda, municipalizándolo por compra del Ayuntamiento. Y ya se
cerró, y así continuó un tiempo.
Con él, como dije en un artículo periodístico,
desapareció un testigo de una etapa histórica que dejó entrañables vivencias en
infinidad de cartameños y gente de la comarca.
El último dueño, quiero
recordar fue D. Diego Castro Villalba quien lo tenía ya apalabrado su venta
para un bloque de piso, pero siendo alcalde. José Escalona. Con muy buen
criterio lo compró para que Cártama no perdiera un gran trozo de su singular
Historia. El precio fueron siete millones de pesetas y el Ayuntamiento solo
tenía tres millones y ya tenía convenido un crédito de los cuatro millones que
faltaban para pagar todo su precio
cuando, un día lo llamo Don Ramón
Soler y le dijo: “Don José no pida usted
el crédito de los cuatro millones que necesita para terminar el pago del Teatro
González Marín; yo los voy a ceder a fondo perdido con la sola condición de que
nunca el Ayuntamiento le quite el nombre que desde su construcción en 1942 ha tenido y tiene…” El resto es sabido:
Medio el odio a González Marín porque privó al partido Socialistas del morbo avieso
de quemar a su patrona cargada de más de cinco siglos de gloriosa historia y
enjundiosa tradición.
Este documento lo dicté a quien
hizo de amanuense cuando yo convalecía de gravísimas operaciones de aneurisma
aórtico.
Fco.
Baquero Luque.