Nuestro semi efebo y virginal
Pedro Sánchez ---aún es “virgen” en la presidencia del gobierno que tanto se desvive por ocupar
utilizando para ello toda clase de marrullerías
y ridículas trapisondas antidemocráticas
--- ha perdido, como es sabido, en línea
descendente de votos dos elecciones en
menos de seis meses y, una primera hace
cuatro años, arrastrando al borde del
abismo a su partido y, posiblemente, a España (todo un triste record a
criterio de cualquier español, sin
excepción de filiación política; no soy,
precisamente, ni fans ni votante de
Rajoy pero, de provocar Pedro Sánchez otras elecciones, la
cosa, en mi caso al menos, y creo que en infinidad de votantes, cambiaría). Sus
derrotas electorales y políticas son las más abultadas cosechadas por el PSOE
desde su fundación en España por el linotipista Pablo Iglesias (el viejo).
Pero, este “medio” efebo aún --- de
“cuerpo entero” dicen serlo Rivera y
Pablo el de Podemos (“mejor sea el año” también) --- en vez de dimitir (tal
hizo Rubalcaba con menos motivos) la
misma noche del primer recuento, como corresponde hacer a un hombre de cuajo y
político coherente, ha cogido una antipatriota y fachendosa pataleta (este pollo sí que es un presunto “facha”) que le descalifica como hombre de nobles entretelas
y como político; y, más, como
adalid de un gobierno que ha de regir el futuro de una nación con un
presente especialmente grave.
Poniendo un ejemplo por infinidad de ellos, si llegara
a gobernar este fulano, Pedro Sánchez Castejón (no olvidemos lo de Castejón, su
segundo apellido), tendría a porrones gestos chafarrinados como el que plantea el actual alcalde del PSOE granadino, sustituto reciente
de del PP: Intenta prohibir otra vez (¡y van…!) a caballo de grupúsculos políticos
conniventes las fiestas de la Reconquista
de Granada que vienen celebrándose desde el 2 de enero de 1.516, porque estos
descerebrados las consideran “racistas”, “xenófobas”, “islamófonas” y otras
lindezas de mentes analfabetas y desocupadas que se fueron de najas de los
tajos para apesebrarse en la política
como pastueños y sesteantes rumiantes pastureados por un pueblo, España, que ha
perdido ya su norte histórico. Súmese a
esto, un día injurias a la bandera, otro
pitos al Himno Nacional y al Rey, otro desprecio a las fiestas y signos religiosos,
otros un caciquillo prohíbe la fiesta de los toros que hinca sus raíces en la
honda edad media, otro el escarnio del Congreso (sic) y todo sin que la derecha política (¡y que sea necesario defender
a Rajoy…!) mueva un dedo ante tanta arrogancia y humillaciones históricas de
unos grupúsculos de los nuevos reinos de taifas, que ni siquiera saben el daño que hicieron a España
cuando los moros anduvieron por aquí hasta que los echaron Isabel y Fernando. Hace
mas de cinco siglos.
La Reconquista de Granada es un
hito, por otro lado, de connotaciones europeas. Para una Europa atosigada por
los moros que llegaron hasta Poitiers donde Pipino el Breve les cantó las
cuarenta al principio de la invasión sarracena, la toma de Granada en 1.492
significó la conjura del constante
peligro de la cercana presencia islamita.
Y ahora estos indigentes intelectuales- apátridas están intentado dividir la sociedad española de
lo que medran los hijos de puta (honoris causa). El espacio, por hoy, no da
para más.