“Pitoto” fue un cartameño gran aficionado a la caza. Contaba para ello con una pequeña jauría de podencos, y algún galgo, todos
bien cuidados y presuntamente bien amaestrados; pero, pese a ello, nunca cazaba nada porque, cuando saltaba la
liebre o el conejo, sus perros se ponían a cagar sin que, nadie, alcanzara a
comprender la razón de tal distonía fisiológica de los perros de Pitoto; según aventuraban los más sesudos del común del lugar, lo más probable fuera que,
al igual que hoy, hasta la clase perruna se habían contagiado de la poca vergüenza de
muchos de los gobernantes de entonces (en todos tiempos se cocieron habas,
aunque, como ahora, jamás) y del relajado y regalado vivir de aquellos “locos años veinte” que desembocaron en
la terrible crisis del veintinueve.
Pues bien, nuestros actuales políticos (que son plaga de
todo pelaje), cuando más graves son los problemas que tiene España (por culpa
de ellos), amén de entrarles ganas de ir al baño, u a otro sitio más lascivo (a
saber), se van de vacaciones o, se dedican al pánfilo juego de “tú más”, que consiste en acusar al
adversario de los presuntos delitos de los acusantes para desviar de tal guisa
la atención de un pueblo ya alienado por las logse (o como se diga) y las
tertulias de periodistas mercenarios de los distintos partidos.
Enrielado con el talante de la
matritense alcaldesa Carmena, que por empatía
con el
pueblo se ha aumentado el periodo de vacaciones, tenemos al fracasado Pedro Sanchez, que cuando
más necesita España de su apoyo a un gobierno de salvación (así como suena) se
nos esconde por esas playas turísticas a hacer el canelo acompañado de su
esposa que no deja un momento de martillearle el caletre para que luche por ser presidente
del gobierno y ella la consorte del presidente, claro está.
“¡¡¡Cosas
veredes amigo Sancho!!!, le dijo don Quijote a su fiel escudero, y, a
partir de ahí, aquel se calzó el yelmo de Bambino, asió lanza y fuese a
enderezar entuertos. Cómo se echan hoy de menos en España los altruistas,
honrados y corajudos enderezadores de entuertos , que la emprendan pica en
ristre contra tanto oportunista, pillastre, malandrín, felón, avieso, truhán,
villano de corrala, rufián (uno hasta lleva este apellido), pícaro, pillo,
embustero, fementido, vago disidente del tajo de los revesos que se han tomado
la política por un continuado rengue, etc,etc,etc, que
rumian pasturas en la política española.
A cualquiera que haya visto la célebre
película, “¿A dónde vas Alfonso XII?”,
que protagonizaron Vicente Parra y Paquita Rico, tendrá en la memoria aquella
escena en la que el entonces primer
ministro, Cánovas del Castillo, a los pocos días de la muerte de la Reina
Mercedes acudió a Palacio a despachar asuntos urgentes con el ya viudo rey,
enclaustrado en sus habitaciones presa del dolor y la pena.
El Jefe
de recepción le dijo al primer ministro que el rey aún no despachaba asunto
alguno. Entonces, Cánovas del Castillo, alzando la voz alegó: “Dígale a su Majestad, que comprendemos y compartimos
su dolor y su pena, pero que España y los españoles necesitan de su
rey…” Cuando el jefe de recepción
entró a comunicarle al Rey el recado de Cánovas, antes de que hablara el
Monarca le dijo: “He oído… Lleva razón, dígale
que pase”.
¡Qué bien
le vendría hoy a España políticos y hombres de Estado como el malagueño Cánovas
del Castillo, Sagasta, Canalejas, Dato, Maura, etc. que mandaran de indefinidas
vacaciones a esta chusma de políticos, que en muchos casos nos roban, cuando no
legislan para ellos y, siempre que hablan nos mienten y tienen a los españoles
angustiados con su ineptitud e intereses personales desmedidos haciendo caso omiso de los del
pueblo. Son de peor condición que los
perros de Pitoto.