Una mirada puede entrañar toda una hermosa historia y, dice casi siempre, más que un largo discurso, porque las palabras son proclives a estar llenas de falsedad; la mirada no; es el genuino lenguaje del corazón y del amor; es una plática inefable que todo el mundo entiende. La que, emocionado, comento aquí es arpegio de una mirífica epopeya, única en el orbe hispano (norte de África, América y España) que, sólo fue posible al estar avalada por la biografía excepcional de un genial personaje nacido en un pueblo de nuestra tierra guadalhorceña.
Así, pues, la mirada que en la foto dirige (era característica en él en los
tensos o admirativos estados de ánimo) José González Marín a uno de los
grandes amores de su vida, la Patrona de su pueblo, Nuestras Señora de
los Remedios, lo dice todo de forma impactante; mirada, repito, que denota
en su arrobo inefable, entre otras
causas nobles de su vida, la inusitada
gesta mariana y poética antes evocada, que un día de julio de 1.936, llevó a cabo durante año y medio en un
delicado y dramático momento de nuestra historia reciente con evidente peligro de su propia vida; ello, por
su noble empeño de salvar la tradición cohesiva y aglutinante de su peculiar pueblo
que tan bien conocía, quería y benefició siempre. Pero, digamos desde ya, que
su pueblo no ha resistido últimamente la prueba del algodón en la gratitud que le debe a tan insigne hijo, sino muy al
contrario.
No obstante, su mirada lo atestigua
fehacientemente, era un hombre sustancialmente
bueno que fue por la vida poniendo paz y amor en donde existiera odio y rencor. Ahí están para corroborarlo las
hemerotecas con sus crónicas a lo largo de medio siglo día a día, tanto de
América como de España y norte de África.
Ésta del preclaro personaje comarcano es indubitablemente una de esas
miradas indefinibles, compatible con el
pincel de un Leonardo da Vinci, que encierra todo un mundo de emociones emanadas de las bellas experiencias vitales
y artísticas de un ser excepcional que, insisto, llegó a protagonizar la epopeya mariana más extraordinaria de la
historia toda.
Pero vamos a una oportuna y siquiera
mínima semblanza suya para quienes aman la historia real de su pueblo, siempre
inseparable de la de sus personajes egregios; es decir, que sin historia ningún pueblo puede conocerse
ni ser dueño de su futuro:
1º.- José González Marín nació en Cártama (Málaga). Fue un personaje
universal por su arte y por sus
condiciones humanas: Licenciado en Leyes, no obstante fue fiel a su vocación de
actor adquiriendo aún muy joven notable fama como tal, y en especial como
eximio rapsoda. La II República le
distinguió con la Gran Cruz de Isabel la Católica; hijo adoptivo de gran parte
de España; recibió durante su larga
trayectoria artística infinidad de
homenajes populares, de intelectuales, poetas y de artistas; fue el personaje
de los teatros al que más páginas le
dedicó la prensa de su tiempo incluidos
los años iníciales como primer actor
siempre en las más egregias compañías teatrales de su tiempo: María Guerrero,
Enrique Borrás, La Xirgu, Membrive etc.etc..
Un día tuvo la genial decisión de
iniciar (más bien, de aflorar lo recóndito íntimo) un nuevo y noble arte: la escenificación en solitario de la poesía siendo a un tiempo, como dice Manuel Alcántara en el
prólogo del libro, “El Faraón de los decires”, “no solo un actor, sino un actor
y toda la compañía
2º.- Liberó la poesía del excluyente
claustro de los intelectuales y la llevó,
escenificada genialmente, al pueblo llano haciéndola comprensible para todas las inteligencias y clases sociales. Una
auténtica revolución socio-cultural que nadie, incluidos los partidos políticos, lograron ni antes ni
después y, en esa misión, estuvo recorriendo toda su vida España entera incluidos
sus pueblos y, en el mismo empeño llevó
a cabo más de treinta viajes a América actuando en todas las ciudades y pueblos desde el cono sur a Nueva
York, dando a conocer con su arte la
poesía y a los poetas españoles, así
como a los de aquellos países cuyos poemas matrices, en especial los
afroantillanos, divulgó e hizo famosos. Por eso los propios poetas, cual aparece en las
crónicas, lo consideraron su “Hermano mayor “ y, “Poeta
de poetas”, amén de ser proclamado por inspiración del insigne periodista, César
González Ruano, “EL FARAÓN DE LOS DECIRES”.
Escenificando los poemas afroantillanos
3º.- En la comarca de la hoya guadalhorzana, mucha gente de toda condición son devotos desde siempre de la cinco veces secular imagen de la Virgen
de Los Remedios, Patrona de Cártama. Y, es hora de preguntarse en justicia: ¿Existiría hoy esa tradición multisecular
de Cártama si un día José González Marín no salva esa imagen (joya de la imaginería sevillana
del siglo XV) impregnada de efluvios
devocionales de generaciones y generaciones de antepasados nuestros, metáfora
ideal y necesaria de aquella Virgen belénica e histórica de carne y
hueso, llamada María, que parió en la pobreza de un establo al Dios de los
cristiano, Jesús de Nazaret?.
Hay sobradas razones analógicas para asegurar que no: Si en vez de ser quemada
en las aciagas datas de nuestra guerra civil de 1.936 la copia que, en lugar de la auténtica (que González Marín se
llevó a América para evitar su quema) dejó en su lugar construida ad hoc por el
imaginero, Francisco Palma --- quien luego
restauró, por voluntad y a costa de
José González Marín, la Ermita de la Patrona
de Cártama devotada en toda la comarca que fue quemada durante el
periodo frentepopulista --- la que hubiesen
quemado, obviamente, es a la verdadera y no la citada copia que quedó en su mismo altar en casa del cura párroco, connivente
con la estrategia del rapsoda; es decir, hoy ya no existiría la ancestral
tradición mariana de La Virgen de los Remedios, como dejó de celebrarse
la enjundiosa tradición de los “pazos” de Semana Santa y las cofradías de “verdes” y “moraos”, al ser quemados todos
sus titulares.
4º.- Y en esa mirada de amor a la Patrona de su pueblo y sus gentes, está todo el compendio de
la cantiga mariana más bella y emotiva de la historia de la humanidad protagonizada
por una Virgen bella de talla chiquita que recorrió en brazos de su paje juglar
todas las ciudades de habla hispana de allende la mar océano.
Dos cosas definen al ser humano: su mirada y sus hechos y, aquí, tiene
total y evidente sentido tal adagio.
5º.- Todos los pueblos de la comarca han rendido en una u otra ocasión
merecido homenaje de gratitud a su
egregio hijo adoptivo, José González Marín, habiendo quedado voluntaria y
capitalizadamente al margen de tales actos y en absoluta evidencia y ridículo, su
pueblo natal. Y lo mismo parece que sucederá con el que, al parecer, se le va a
rendir nuevamente con motivo de cumplirse el 80 aniversario de la antes
referida peregrinación de la Virgen de los Remedios por Iberoamérica y, el
inigualable hito de que aquellas repúblicas hermanas, en honor al juglar y a la
Virgen Peregrina española, entregara a Ella (representada en su juglar y paje) por
manos de los respectivos presidentes de gobierno su enseña nacional en señal de exvoto y
HERMANAMIENTO con la España en liza cainita, sin distinción de bandos. Muchos
años orlaron dichas banderas los muros del
Santuario serrano en Cártama, que, dicho sea con pena, fueron quemadas en la
década de los años sesenta del pasado siglo.
Como cierre de este sucinto bosquejo histórico conmemorativo sólo se me
ocurre, con el alma dolorida, esta
exclamación: ¡¡Pobre Cártama en un tiempo leal y famosa!!