La
actual exposición de las extraordinarias y múltiples referencias ancestrales arqueológicas de Cártama en el nuevo Museo de la Aduana de
Málaga, ha despertado un cierto y merecido
interés de propios y extraños dada la
excepcional importancia de la antigua Cartima
(Cártama romana). Ya era hora de que
empezara a trascender y a situarse en el
valor a que es acreedor este excepcional municipio cartamitano, uno de los de mayor enjundia relativa (y en muchos aspectos, absoluta) dentro del contexto de la Bética eterna.
Coincide lo anterior con las excavaciones que nuevamente se llevan
a cabo en el casco viejo de la villa que ratifican elocuentemente lo que ya
sabíamos, y se ha escrito, debido a otras anteriores excavaciones realizadas sucesivamente
hasta unas cinco veces desde el siglo XVIII, en el reinado de Fernando VI y
Bárbara de Braganza. Está claro, y es de aplaudir en equidad, que el
actual Ayuntamiento que preside, Jorge Gallardo Farulla, ha apostado
en firme por avalorar el tesoro arqueológico de Cártama, cuyos procedimientos técnicos y metodológicos, para llevarlo a cabo corresponden, lógicamente, a los técnicos que realizan y enfocan las
prospecciones, quizás un tanto susceptibles de fundadas críticas,
como toda realización humana en la vida.
Pero el
excepcional don de Cártama no reside sólo, que también sobremanera (es de insistir),
en el periodo romano, sino en otras múltiples realidades, aspectos y
potencialidades de capital importancia,
incluso interactiva con Iberoamérica como está escrito y demostrado.
En su profundo devenir histórico
Cártama hinca sus raíces en la noche de
los tiempos (la insondable prehistoria, aunque también de ésta han aparecido significativas fóllegas al llevarse a cabo las obras para el paso del AVE
hacia Málaga por este municipio), ibero-turdetana, fenicia, romana, bizantina, visigoda, mora y, de especial esplendor también a partir de la
edad media hasta nuestros días; ya, eso sí, envejecida y cansada de su propia
gloria. Para dar idea del hecho actual ---susceptible
siempre de volver a sus glorias si las generaciones se lo proponen (el crisol y
el contenido potencial prevalecen)--- se me ocurre recurrir, remedandolos, a los
célebre versos elegíacos de Rodrigo Caro ante las ruinas de Itálica:
“Esto, Fabio, ¡ay dolor”
Que ves agora,
Campo de soledad
Mustio collado,
Fueron en un tiempo
CARTAMA famosa…”
Jóvenes que tenéis ahora la vena
de toro y la fuerza y el vigor de la edad primera, habéis nacido en una ciudad
de ensueño; trabajad duro e
inteligentemente por ella y vustro será el destino. SEGUIRÁ