“VOZ DEL PUEBLO”, QUE INVOCAN LOS
POLÍTICO: ¡ Beeeeee! ¡Beeeee! ¡Beeeeee!
La mal entendida
máxima de que Dios se explica en la voz del pueblo (VOX DEI),
viene autorizando a la plebe y
pedantes de chichinabos para tiranizar
la razón, el buen juicio y la verdad individual.
Con esa invocación de pillines demagogos, éstos han erigido
una potestad incluso tribunaria, capaz de
oprimir la buena fe y la nobleza de las minorías. Además de tal error de
zascandiles, nacen muchos más; porque asentada la conclusión de que la multitud
sea regla de la verdad (con esa falacia advino la II República y el Frente
Popular, aunque ninguno de los cuales
ganaron la elecciones que
cambiaron nuestra historia al echar los
partidos consabidos a la multitud a la calle enloquecida con previas arengas
maquiavélicas), todos los desaciertos del vulgo
se veneran como casi mandato divino.
Los que tanto énfasis ponen --por interés propio casi siempre-- en el valor definitivo de la voz popular saben, y he aquí la sangrante mala fe y, crimen a veces, que el mayor número de gente en manifiesto es la acumulación, si no se atiene a la razón, de sinrazones, a veces criminales como, hoy, lo estamos viendo y sufriendo las dos regiones españolas, Cataluña y otra. Y es que, los que aspiran a usurpadores no pueden conseguirlo sino por medio de insolencias y maldades. Un ejemplo lo tenemos en nuestro gobierno.