Jorge Gallardo, alcalde de
Cártama, con el que, independientemente
de puntuales y a veces profundas discrepancias, me une antigua y leal amistad,
ha tenido a bien concederme, sin previa cita, una entrevista en su despacho
oficial; gesto que, cómo no, le agradezco sobremanera.
Sobre el asunto que abordamos no
debo ser yo, obviamente, quien lo verbalice públicamente aunque, eso sí, es
cultural, conserva su actualidad y es tan rabiosamente candente que a esta
parte, como cartameño que tiene demostrado con obras y dialécticamente --- en
artículos de opinión, crónicas (soy cronista libre independiente de la villa desde erl año 1.968)---,
y cientos de conferencias y entrevistas, un gran amor a mi pueblo, me viene preocupando, y ocupando,
desde tiempo ha.
El tono, tal imponía la
controvertida temática, fue en algunos momentos de esos que mi abuelo decía “de bastardilla
y en negrilla” pero, entre personas civilizadas no hay paso malo y, cuando nos despedimos, me
acompañó hasta la puerta sobreabundando por su parte en cordialidad, y por la
mía ídem amen de agradecimiento, igual que él debe agradecerme mi leal consejo
sobre el tema en cuestión, pues colijo, barrunto, preciso y sospecho que está falto
de ellos en lo que tienen los míos de desinteresados.
Hablando de entrevistas, para esta
misma tarde, domingo, un equipo de reporteros me tienen anunciado que vendrá a
filmar una entrevista que les voy a conceder sobre candentes temas de la
actualidad cultural de Cártama que, amén
de en un medio concreto, supongo saldrá
en las redes sociales.
Y, para terminar, decir que ya puedo
agradecer a Dios y a la Virgen de los Remedios el haber superado el trance de
una operación quirúrgica y su convalecencia, lo que me permite volver a estas
lides de escribidor empedernido.