En una
reciente entrega, yo Atila, antes furioso can mordedor de cacos y gentes de
dudosa condición y hoy mesurado y circunspecto observador de la realidad,
aludía a una posible causa de que el cronista de la villa de Cártama apuntara titulares en el blogs de Amigos del
Museo de Cártama (que ni está ni se le
espera y todo es mandanga) pero emboza su desarrollo sustrayéndolo al conocimiento general, lo cual me hizo
pensar como perro guarda, que el tal cronista
iba a desmenuzar la verdad o mentira
sobre el rumor de que alguien ha garrapiñado presuntamente unos diez mil euros
en compras de gasolina en una concreta
institución local. Pero aún no debe tenerlo muy claro el cronista de marras
porque…¡ni pío ha dicho al respecto tampoco en esta ocasión! Lo único que se
barrunta, precisa, colige, sospecha, intuye,
recela, supone, palpìta, escama, olfatea, imagina, indicia, cavila,
alarma y… paremos de elucubrar, es que al parecer se trata de un fanático zocato políticamente hablando de esos
que bajo una mano de minio rojo esconde apetencias poco correctas, sin perjuicio de que él vaya por
ahí tachando de facha indecente a todo el que le convenga sambenitar. Por
supuesto, todo esto que yo, Atila perro
observador aventuro, son meras conjeturas y corazonadas perrunas. Ya veremos, ya veremos.
Al tiempo y una caña como decían los de antes. Por lo pronto, callen un poco
los zocatos y zurdos que van por ahí alardeando de partido e ideología alba
como la puta leche.