Con setenta y ocho años se me ha ido el hermano que está a la izquierda de mi madre, y he sentido en mi alma lo que debió sentir en la suya Jorge Manrique cuando, a la muerte de su padre, escribió:
Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando,
cómo se pasa la vida
cómo se viene la muerte,
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado,
fue mejor,
y, digo yo, viendo lo que veo,
si fue mejor...
y, digo yo, viendo lo que veo,
si fue mejor...