miércoles, 22 de mayo de 2024



                    LUCHEMOS CON LA PALABRA



Veo el nuevo mundo real y parece paradigmático que de él ya no comprendo nada. Se me antoja lo real increíble y remoto. Estoy aquí y muy lejos y yo no soy yo, sino otro. Ya no tengo ni memoria ni afecto, a veces creo. Soy un árbol noble que el viento ha defoliado con sus ramas cargadas de pasado, en los que ya los pájaros no anidan porque en ellos no encuentran cobijo, solo escarcha, frio y apariencias nutridas de secretos. Y, cabe el camino la lobreguez impera y en las noches oscuras el caminante ve desdentados fantasmas que hacen grotescas cabriolas con un farol boyeril encendido y los transeúntes huyen pavoridos y les tiembla la conciencia por sus secretos pecados capitales, que eso es el mundo ya; solo pecado: odios, corrupción, falacias y ruinas que será nuestra herencia para los que venga. 


Ya no tenemos oficios, solo colocaciones a dedo de felones nespotas que al hombre imponen oscuras tareas, en un mundo tremendamente borrego y manso con naturaleza de mortales silencios, que es hoy lo correctamente “decente”. 

¡Oh amigo amorfo indiferente no hay dignidad posible cuando el hombre hoy se aviene tanto a lo políticamente correcto. 
Pero hermanos, hagámonos la promesa de futuro (¡a que estamos esperando!) de las que nuestros hijos esperen la gloria del ejemplo, ese ejemplo que a nosotros nuestros antepasados nos dieron cuando dijeron ¡¡Basta ya, corruptos, embusteros, pero usando solo el don de la palabra justa el “sin pecado” que Dios nos dio como designio humano!!