Corazón, ¿qué puedes tú, solitario,
Vagando entre la muchedumbre
Del hoy artero y proceloso orbe
Si eres paloma a gavilán atado?
¿Quién puede en tan desigual batalla
A la vacuidad mundana no rendirse?
¿Anidas lo eterno, o lo mudable y
breve?
¡Dios, sólo de tu bondad espero ayuda!
¿Del pensamiento y razón soy obediente
O sólo me dice el camino el sentimiento?
Me asusta obedecer a mi emoción solo
Y que ilusa y osada se apropie del caletre.
¡Que vida tan inquieta la del mundo!
¡Que promesa tan dulce la del cielo!
La muerte…¡qué misterio tan profundo!
La nada… ¡qué terrible desconsuelo!
¡Oh Cristo, con sandalias por senderos…!,
Me dejaste preso en Tú verbo y Tú misterio.