El reconocimiento que sigue, salido del alma en momentos muy especiales de mi vida, consta, tal cual, en mi penúltimo libro, "CÁRTAMA HISTÓRICA.- EL JUGLAR Y LA VIRGEN PEREGRINA", naturalmente con propósitos de perennidad. Lo saco aquí a colación para salir nuevamente al paso de quien cogiendo el pepino por la parte que amarga, ha tergiversado nueva y contumazmente, los destinatarios de una reciente reseña referente a la mala gestión con que los políticos de la Junta de Andalucía atienden la Sanidad pública, no a la clase médica a la que sólo gratitud debo, y que, como cronista independiente de la Villa inserté en las redes hace pocas semanas.
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“…gajes de
la perra vida han impuesto al autor de
este libro largos periodos de pausas y demoras en su confección, siendo el más
significado el iniciado en octubre de 2.007 por mor de un aneurisma de aorta en
tórax con recidiva y, por ende, segunda operación quirúrgica con aún mayor riesgo de la vida.
La “demora” de seguro
hubiera sido eterna si no tengo la
suerte de caer en las manos del equipo de cirugía cardiovascular del Hospital
Clínico Universitario de Málaga que coordina el doctor Eduardo Olalla y, en las del virtuoso del bisturí, doctor
José María Melero, quien, por tres veces
en pocos meses (una estando aún
en la UCI a las cinco de la mañana que se pararon todas las piezas de mi
motor vital), hubo de montar un “embolado” (así lo definió él mismo) de
atrevida y docta ingeniería quirúrgica en mi anatomía en pro de mi vida.
Reconocimiento
también a quien se hizo cargo de mi
postoperatorio, Doctª Josefa Ruíz, y, al elenco de abnegados sanitarios y sanitarias (ángeles de blanco y
verde) que han dejado en mi corazón un inextinguible perfume a jazmines con su exquisito trato.
Y, cómo no,
a Luís Lerga, amigo y médico de cabecera en Cártama, siempre próximo, solícito
y entrañable. Tengo para mí, y así lo expreso sin ambages, que todos ellos
hacen, día a día, mucho más que cumplir estrictamente
con su deber profesional ---soy testigo de excepción---, de tal manera
que, allá en su morada del Olimpo, Hipócrates, complacido, brindará por la vida y el corazón de todos ellos con una copa de
esencia de laurel".
Fco.
Baquero Luque