Antiguamente se le decía ladrón al que robaba, que es lo que
dice el diccionario; hoy, si le dices tal incluso con razón, te empitona la
Justicia.
Hasta
principios de los años sesenta o finales
de los cincuenta, en los pueblos del entorno y, por supuesto, en Cártama, las
familias tenían la costumbre de mantener abiertas las puertas de la calle de mañana a noche. Las viviendas en un pueblo
rural solían tener un portal con una habitación a cada lado y, de este portal y, por la
cancela, se entraba en el cuerpo casa en el que se contenía la escalera de subida a la parte alta
(dormitorios y trojes), puerta de entrada a la cocina que, a su vez, también tenía salida, igual que el cuerpo casa al patio. Este se
comunicaba con el corral en donde estaban gallinero, corraleta, cuadra y tinado.
En el patio generalmente había un árbol
hierbaluisa, un dama de noche, un jazmín y, profusión de masetas con geranios,
pilistras, donpedros, varitas de San
José, junquitos de olor a cielo, etc.etc. Como todas las puertas estaban
abiertas, desde la calle se veían estos virgilianos patios, incluso los de viviendas
modesta ---signo, con otros detalles, placenteros por naturaleza, de que,
aunque hoy debido a la técnica
(frigorífico en cada casa, televisión, lavadora eléctrica, lavaplatos, y hasta
fregona que libera a la mujer de fregar los suelos arrodillada) estamos mejor
que antes (no gracias a los políticos,
sino más bien pese a ellos), hoy obviamente se vive humanamente mejor que
otrora---.
Caso de que en
alguna ocasión se cerrara la puerta de la calle, el visitante llamaba con el
potente picaporte y, siempre, se le abría, incluso a los pobres que pedían
limosnas ---“una limosnita por Dios hermano (a)” y, rara vez era negativa la respuesta: “perdone por Dios, hermano(a)”, sino, según posibilidades: “tenga usted hermano”; y el pordiosero: “Dios se lo pague…” y “ que a
usted, El no le olvide” respondía el
casero, casera u otro miembro de la familia.…---
Sin
embargo, un día la “chacha Manuela” vio
desde el fondo del corral a un ladronzuelo que había entrado en la casa y ya se
llevaba un perol de cobre de los que para adorno de distintos tamaños, se
colgaban sobre el humero. Ni corta ni perezosa, Manuela se plantó en mitad de la calle gritando
a todo pulmón: ¡¡Al ladrón, al ladrón, echad mano al ladrón y quitadle el perol me lo ha
robado dentro de mi casa... !. Miguelón (capataz en la mediana labor de Talento),
que salía de llevar una ceronada de sandías y melones a la tienda de Isabel y María, le echó mano al ladroncete y
le quitó el perol previa una patada en
el culo para después dejarlo ir, advertido, eso sí, de que no volviera más
entrar a roban en ninguna otra casa.
Con
esto que queda dicho íbamos a que si hoy una persona le grita ladrón alque roba
o un hombre de casi 1.90 de envergadura
vertical le echa una zancadilla, cual hizo el buenazo de Miguelón, y le quita lo que estaba robando,la robada y
quien evitó el robo tiene que andar de juzgado en juzgado y nadie le quitaría
una multa a Chacha Manuela y a Miguel y, al ladronzuelo se lo rifarían las
Televisiones para entrevistarles como a un
mártir de la sociedad. El mundo al revés y explotación intensa del
sentimentalismo y la demagogia por los políticos en una sociedad civil
aborregada.
Aunque por desgracia, en este país todo ello no es nuevo; ya lo constataba Luís de Góngora en el lejano pretérito Siglo de Oro:
¡Cuán diversas sendas
Se suele seguir
En el repartir
Honras y haciendas!
A unos da
encomiendas,
a otros sambenitos.
Cuando pitos flautas,
Cuando flautas pitos.
A veces despoja
De choza y apero
Al mejor cabrero,
Y a quien se le
antoja
la cabra mas coja,
Pare dos cabritos.
Cuando pitos flautas,
Cuando flautas pitos.
Porque en una aldea
Un pobre mancebo
Hurtó sólo un huevo
Cuelga de una higuera
Y al sol bambolea.
Y otros se pasean
Con cien mil delitos
Cuando flautas pitos…