Los maridos han de conformarse con sus mujeres como los toreros con los toros como los toreros con los toros que les han tocado en suerte. Han de aceptarlas tales como son. Lamentarse es inútil y, separarse sólo pueden hacerlo los ricos con lo poquillo
que el bicho te deje. La separación es como el toro que le devuelven al diestro
a los corrales.
En la "ley de género" sólo ganan las mujeres desde que se hicieron
hábitos los matrimonios indecentes, que
no otra cosa son los trasiegos matrimoniales.
Nos lo merecemos los hombres por
gilipollas. Ya en su siglo, Cervantes lo dejó advertido o, más bien, insinuado:
Es
de vidrio la mujer
Pero
no se ha de probar
Si
se puede o no quebrar,
porque
todo podría ser…