Desde que Felipe
González con su golpe de mano en Suresne se hizo con el PSOE relegando al ostracismo a sus viejas glorias, el
socialismo español acogió gran cantidad de antiguos falangistas, o hijos y nietos de estos. De ello, tenemos
una muestra elocuente en el socialismo cartameño, o lo que sea (digo, o lo que
sea, porque casi ninguno sabe la
historia del partido socialista); yo, que por
cesión de un amigo cuento con gran parte del archivo de la falange local (he
cedido copia al cronista oficial de la villa y a otro amigo), tengo la lista de
todos los que componían la falange de
Cártama y, ¡oh paradojas!.
Con su lectura se percata uno de la capacidad chaquetera de
no pocos de los recalcitrantes sociatas actuales; de esos que por designios inconfesables han denigrado, y
siguen en ello (lo que da ocasión a este comentario aviso de caminantes), la
memoria del preclaro hombre de bien y
genial artista de fama mundial, José González Marín, atribuyéndole el pretendido baldón de falangista e,
incluso, tomaron parte decisoria
para borrarle al Teatro de
Cártama su nombre, pese a que se hizo en su honor y lo llevó desde su
construcción en 1.942, cumpliendo entonces a título póstumo la promesa de un alcalde socialista que
durante la república mataron sus propios colegas, Antonio Vargas Franco, tío
abuelo de quien esto escribe.
Y, la gran perplejidad reside en que ahora, al parecer, le quieren
restituir los que antes le denigraron el
nombre del ilustre cartameño a su Sala teatro, cohonestándose a sí mismos su perfidia con la
memora del paisano que denostan. ¡Qué carotas!
Por cierto, deben
saber que Felipe González sí que fue de
joven furibundo falangista y gran amigo
de falangistas de la altura de José Utrera Molina y el torero, Jaime Ostos. Un poco de seriedad y coherencia, señores,
por favor.
Seguiré porque este entuerto tiene mucho arroz que menear: Puede que entronque con el proyecto arqueológico
que casi iguala en años y dineros ya empelados a la construcción del mismísimo
Templo de Salomón.