La suave corriente del agua de la moruna acequia del Barullo, mesa
con arrobos de núbil hembra la tupida y larga melena de hierba punta que brota
de los quijeros del cauce de regadíos entre
el fulgente verdor de las flexibles gramas y, las ranitas, croan salmodiando el
cielo en las noches de luna llena. Sólo en las noches oscuras deja de oírse el crua, crua de las ranas y, los perros, a lo largo de la cinta del río
rompen el silencio con misteriosos debates
de ladridos ¿A qué o a quien ladrarán tan mantenidamente los
perros de las casas labriegas a lo largo
del río…?
Y,
cuando los perros callan, se oye el silencio
del cielo con reverbero de estrellas y, en las eras, sobre la parva,
duermen los braceros su cansancio de bregas
con la áspera tierra.
Los
grillos con sus ri, ri, ri cansinos son
los flautistas del concierto en verano, mientras, a lo lejos, por el
camino, el carretero canta una temporera al son de los platillos de su carreta
Ya viene la carreta;
lo dice el carretero
con sus temporeras
a lo largo del camino
en la noche estrellada.
Trae colmo de gavillas
para la trilla en la era
con colleras de potrancas
que dan vueltas al rulo
sobre el que morero canta:
"La mujer del alcalde
del alhaurinejo pesa
diez arrobas sin el arreglo.
Ven acá, "Moñitos", ¡toooma!"
.
Inmensa
paz. Es el estío que ha vuelto en su eterna rotación equinoccial; es la estación de algarabía de las golondrinas y vencejos. Bíblica golondrinas que
velan engorando los huevecillos en sus nidos soldados con barro a las vigas
del tinado. Son aves sagradas, porque le quitaron con sus picos las espinas
en la Cruz a Jesús de Nazaret y, a quienes osen molestarlas, o hagan
daño, les salen, dice la tradición oral, un doloroso golondrino en el sobaco. No, no, las
palomas no son las aves de la paz: son las tenues y místicas golondrinas,
que una a una con sus picos amorosos quitaron en la Cruz las espinas al
Señor.
De niño me lo decía mi padre bueno: “Hijo mío,
mientras las golondrinas cuelguen sus nidos en las vigas de nuestra casa, es porque somos
buenos, ellas nos traerán dulces sueños y reinará paz en el hogar. Tú, respétalas
siembre mucho, hijo mío…”; y canta la
poetisa Storni:
y que dejan el nido abandonado y solo
para cruzar el mar!
Cada vez que las veo siento un frío sutil...
¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas
amantes de abril!
¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar
como los emigrantes, a las tierras extrañas,
la migaja de pan!
¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales, con las alas de luto
llegaos siempre a estar cerca de mí! …