El día 1 de abril de 2.019 pasado, se cumplieron 80 años
(¡casi un siglo!), del final de la guerra civil española. El día 30 de marzo de
2.019, yo he cumplido 88 años; es decir, viví
con capacidad intelectual de percibir debidamente los hechos, parte de
la II República, una terrible guerra
entre hermanos (civil), todo el
franquismo --- con una postguerra de
hambre y miserias--- y, lo que llevamos de la llamada Democracia.
Se
por tanto de qué estoy escribiendo tras leer en toda la mercenaria prensa e
ídem medios televisivos, etc, la
interpretación torticera y parcial que
se hace de esa cruel guerra, y de sus causas y culpables.
Y, a tenor de ello digo, para
empezar, y con todo fundamento, que no es
de recibo que se hayan olvidado, capitalizadamente, los esfuerzos por una reconciliación ya
iniciados en los comienzos del propio franquismo, con el rigor histórico facilitado por la
proximidad de los hechos, cuando aún estaban las heridas sin cicatrizar y sin
siquiera salir del asombro de las muertes cainitas quienes sobrevivimos a ellas (es mi caso, que
explico en mi nuevo libro en elaboración, “Memoria histórica de un niño de la
guerra” que, con dolor al recordarlo, eso fui).
Y se consiguió, fui testigo fidedigno
de ello con el precio de siete familiares muertos, cauterizar las heridas que
todos sufrimos por culpa de aquella
brutal guerra, cuyas causas y culpables están meridianamente
claros si nos atenemos a una leal mirada
historiológica, y no a lo que se está haciendo con la verdad histórica, con el relato de la realidad de verdad distorsionado de forma presuntamente dolosa y groseramente partidistas.
No es de recibo La
Ley de Memoria Histórica, porque no
tiene de noble ni de verdad otra cosa
que el invocar que todos los muertos de ambos bandos tengan una sepultura
digna; eso es lo único misericordioso y
pacífico que ofrece hablando y tratando, nada menos, que de una tragedia colectiva de la que al
escribirse de ella, jamás puede estar ausente la caridad, el perdón y la
misericordia. Bendito sea este particular capítulo de dicha nefasta
Ley. ¿Por qué Felipe González, que ya habló de ella y dibujó algunos
trazos, no la propugnó? Porque entonces aún vivían muchos españoles que sufrieron tan
aciagos tiempos y episodios, y le iban a tachar en sus barbas de solemne sectario y embustero.
Pero es verdad que los
españoles se perdonaron mutuamente, y
ello fue ratificado por quienes, de
todos los partidos, diseñaron los caminos de la democracia constitucional, conciliación que ratificó el pueblo español votando ¡por primera vez en la historia! la, fedataria de ello, Constitución de 1.978.
Y, no es de recibo, para finalizar esta 1ª PARTE de mi entrega, que continúe la espuria
instrumentalización de una pretendida superioridad moral de las posiciones ideológicas,
mesiánicas y totalitarias de quienes
hundieron la II república y provocaron la guerra que perdieron: la izquierda. Duele ver y oir pontificar sobre aquella tragedia a politiquillos que nacieron ayer y han escalado puestos en el "comeero" de la política, engañando a la gente sencilla y crédula. No, no están sobrados de sentido deontológico y de coherencia estos tales.
En la II parte continuaré con los, “NO SON DE RECIBO”, para que callen los que distorsionan gravemente la Historia insultando las inteligencias, incluso las más roma. .