Quiero empezar esta reseña
felicitando con sincera efusión a los amigos que conforman los grupos
eclesiales, con nuestro párroco a la cabeza, porque han hecho posible la esplendidez
especial de este día de la Virgen; como también a nuestro alcalde, Jorge Gallardo y concejala de fiestas, Anabel Rueda, y también a otros
colaboradores que han sabido
escoger las bandas musicales que
llenaron de suaves y congruentes sones los cielos de este singular pueblo nuestro en
día tan especial, así todo lo relativo a la casuística de la anual efeméride que afaman y valoran a Cártama.
Hoy es un día cargado de eventos dignos de reseñar pero,
el estado de ánimos de este
cronista independiente de la
villa, sólo siente necesidad emocional de glosar uno de ellos: La inefable festividad para los hijos de este
terruño, de la imagen de nuestra Patrona la Virgen de los Remedios, paseada en
precesión solemne por las calles del pueblo a hombros de
hombres ---mi hijo entre ellos para mayor gozo--- y mujeres de este pueblo cargado de historia
ancestral, que hiende sus raíces en la noche de los tiempos y, con una
tradición mariana cinco veces secular, en cuyos anales se inscriben hitos
épicos como la cantiga mariana de carne y sangre nobles que protagonizó nuestra
Virgen en los brazos de un paje juglar
nacido en esta villa: la cantiga mariana más hermosa, emotiva y estremecedora
de toda la historia de las naciones. Así,
como suena.
Con mi familia y algunos amigos, por mor de la edad y las
dolamas propias de ella, mi mujer y yo hubimos de esperar la llegada de nuestra
Patrona sentados en una mesa en la
puerta del acogedor Bar, Peña del Real Madrid.
Confieso sin remilgos ni empacho, que en todo momento el
espectáculo previo a la llegada de la Virgen hasta donde la esperábamos me
mantuvo emocionado con tantos recuerdos y emociones de hitos retrospectivos
que no una sóla vez me hizo emocionarme intensamente tratándole de sacar
sentido a lo que veían mis ojos: dos
hileras de devotos (as) portando velas encendidas, en silencio, ensimismados
atentos a las razones de sus corazones para alimentar de espiritualidad
transida las lucecitas de los cirios.
Hasta aquí el relato objetivo. Pero a la llegada la Virgen ante nosotros, todo fueron razones íntimas de mis
sentimientos y pensamientos por una
caravana de recuerdos de hitos y
situaciones, personas, amigos,
que fueron parte de mi existencia y ya no están ni son.
Y, la gran pregunta salida espontáneamente de mis entretelas:
Virgencita María de los Remedios, aquí me tienes un año más testimoniándote de
presencia mi amor y mi fe, gracias a Ti y a Tú Hijo, Jesús de Nazaret. A ambos os pido
que mis 88 no sean óbice para, como
estoy aquí este año, lo pueda estar también el que viene junto con mi familia y
la gente de mi pueblo. Gracias por adelantado, Jesús Santo y María de los
Remedios, patrona del pueblo que me nació.