Como un amigo me trató y, por ello, yo siempre me
sentí, y me siento, honrado; privilegiadamente honrado. Así de generoso era, el gran columnista y poeta,
MANUEL ALCÁNTARA, quien en estos
momentos cruza la Laguna Estigia en la Barca de Caronte; desdicha fuerte para
los que quedamos aquí sin poder leer ya
su columna de cada día en el Diario SUR.
Aquel día de 1.998, le llamé por teléfono: “Manolo, tengo necesidad
de hablar contigo…” “Vale, te espero hoy a las 8 en el Corte Inglés que voy a firmar ejemplares
de mi libro , “Fondo Perdido” y, de paso, te regalo uno dedicado. Hasta luego,
un abrazo”.
Cuando entré en donde presentaba su libro, me tenía uno
dedicado que me regaló y conservo como oro en paño.
Le pedí que me prologara mi libro escrito con dos amigos más, “EL FARAÓN DE LOS DECIRES”,
semblanza del egregio artista cartameño,
JOSÉ GONZÁLEZ MARÍN, cuyo borrador le entregué. A los tres días me citó en la cafetería
del Hotel Larios y, me dio mecanografiado el prólogo que escribió, del que
espulgo los siguientes párrafos:
“Este libro es la historia
de un hombre en el que la carne se hizo Verbo. También es una lucha contra el olvido….(que) se
mitiga con páginas como estas, exaltadas y documentadas….” “…Este libro le
rescata de los territorios del olvido” “…Fui uno de sus beneficiarios. A él (a
GONZÁLEZ MARÍN) debo mis primeros escalofríos ante el indescifrable hecho
poético…” “Si en el cielo… tiene un sitio quienes pasaron por la vida haciendo el
bien, allí estará el hombre que se pasó la vida divulgando la poesía…en dos
continentes para que los versos se quedasen en la memoria del aire…”
Agotada la edición
Adiós, Manolo Alcántara, siempre estarás en el recuerdo de
quienes te conocimos, quisimos y leímos asiduamente.