El operador Miguel Faura siempre ayudado de los mellizos Eloy, que no aparecen en la foto.
Uno de los encantos del Teatro era que daba a la calle principal y por los altavoces de la sala se amenizaba el paseo de la juventud los días de fiesta y sábados y domingos, desde la esquina de Eloy a la punta del pueblo.
Paseo, en el que los mozos se "arrimaban" a las mocitas para ennoviarses. Todo un signo de los tiempos que han sido sustituidos por lo cutre y lo prosaico.