Casi todos los aquí
aludidos, un tanto en coña (“al mal tiempo…”), son amigos y, además, encastrados
en mi corazón; pero ya se dijo que el mulo por lo que vale y, sin taras ni
vicios ocultos. Lo uno no quita lo otro. Y,
a lo que vamos, dicho lo dicho.
Según noticias oficiosas, o sea que no me fío un
cabello de la fuente que, ojo, viene del entorno oficial y, ya sabemos que hoy lo
políticamente correcto es lo que han dado en llamar "la posverdad", o
sea la trola, la fábula alimoche, el embuste, lo falso, el enredo, el engaño, el simulo, y, en definitiva, la mentira monda
y lironda.
Pero, verdad o mentira, vaya usted a saber, a mi me
han dicho que el PSOE ha encargado a un grupo afín constituir un pelotón de gestión cultural para ir preparando el terreno y restituirle el
nombre de José González Marín al teatro, José González Marín que, desde algún tiempo, y por razones que
sólo en el cielo conocen en todos sus
intríngulis, se lo quitaron y le pusieron un pretencioso topónimo, falta de
ortografía incluida: CARTHIMA. Me decía mi amigo Paco Pino, capaz por muchos
años de seminario, de escribir la
tercera parte del Quijote en latín y, que esa “H” intercalada en un término
latino pega patadas en un huevo. Bueno, lo de “en un huevo” lo digo yo que ya
dije que voy un poco en coña.
Muy en serio sí digo que, a
menda, no le gusta un pelo que sean los
que le quitaron el nombre sin haber explicado aún las razones del entuerto
culturicida, sean los que ahora digan
que se lo van a restituir. Algo se traen entre manos, y, habiendo políticos de
por medio es de temer que tenga truco político el trámite. ¡Anda que no…! Restituirle ahora por estrategia política el
nombre de José González Marín a la sala
que por agravio comparativo lo titularon con una pantomima ocurrencia, evacuada por cualquier indigente caletre,
no va a paliar ya el enorme daño que se le ha hecho a Cártama en las afueras de
la misma porque manda huevos: Ni al que asó la manteca se le hubiese ocurrido
quitarle el nombre (en su pueblo natal) de un egregio personaje de fama mundial
que creó un arte nuevo y como actor genial escenificó la poesía de habla española que llevó al pueblo liso y llano de tres continentes recitada de forme sublime
asequible a todas las clases sociales e inteligencias. No, no le corresponde el
honor de restituir el nombre que sugirió con justicia
un alcalde socialista en 1.935 (antes de ser “paseado”) en el momento que el
gobierno de la república le concedió por su labor cultural en todo el mundo de
habla española la condecoración más alta que se concedía, y se concede, a un
civil: La Gran Cruz de Isabel la Católica. No, por favor déjenle al teatro, José González
Marín, el ridículo nombre que le han puesto. Es el que cuadra hoy.
Y volviendo la Grupo Jarifa: Aquí tenemos una
calle Jarifa, un Instituto Jarifa, un libro Jarifa, la feria familiar de
septiembre la quitaron para instituir una celebración de formato agareno andalusí que llamaron Jarifa y, al antes mentado grupo
cultural, ¡¡coño, también le han puesto Jarifa…!! Se cumple el adagio de aquel
que cogía una linde y ni él dejaba la
linde ni la linde lo dejaba a él.
A “toesto”,
la obra, “El Abencerraje y la hermosa Jarifa”, en que se funda todo el
zipizape “jarifeño”, en donde menos
desarrollo tuvo fue en Cártama, a diferencia de Coín, Álora y Antequera
auténticos escenarios fundamentales. Sólo recuerdo referido a Cártama en el
citado romance fronterizo, estos elocuentes
versos:
---“En
Granada fui nacido
De una mora de valía,
Y en Cártama fui criado
Por triste ventura mía….”