TORO, TOREROS Y POLITICOS
I
Son los crímenes más monstruosos de la
historia de la Humanidad, ordenados por un vendedor de camisas que llegó a la
presidencia de los Estados Unidos, Harry
S. Truman, sucesor de Roosevelt. El 2 de Septiembre termina la segunda Guerra Mundial.
Diego Martínez Barrio será presidente de
la República. Jiménez de Asúa, de las Cortes, y Negrín del Gobierno, aunque
pronto dimitirá para que entre José Giral. A todo esto, Franco sigue en España,
capeando los temporales internacionales.
Cuando
finaliza 1945, el franquismo atraviesa los más difíciles momentos de su
existencia. La adversidad se sigue cebando en los españoles. Tampoco este año
se recogió cosecha; la peor de lo que va de siglo. El hambre atenaza al pueblo,
al que Franco pide que se “apriete al cinturón” para superar tan aciagas
circunstancias. Por otra parte, ya ha terminado la represión por responsabilidades
de quienes permanecieron en la zona
republicana y estaban incursos en
delitos. También ha dejado de ser
obligatorio el saludo nacional brazo en
alto. España resiste el cerco internacional dimanante de los acuerdos Postman.
No
faltan enemigos rencorosos. Los exiliados republicanos, que están más
envalentonados que nunca, porque ven clarísimo su retorno a España con la
esperada salida del general Franco. Lloran de emoción cuando oyen
el pasodoble del torero cordobés. Le hacen su campañita en contra y
recuerdan que luchó en el frente, en las filas franquistas, donde se distinguió
por su valor, ya en las aduanas, algunos de sus acompañantes tiene que desplegar
recursos diplomáticos para evitar un serio incidente.
-¿Y
qué tal ese Manolete, mano? ¿Es tan bueno como dicen ustedes?
-¿Bueno?...
El mejor de todos.
-¿Quiere
usted decir que es mejor que los toreros mejicanos? Está usted ofendido…
-No,
hombre, no; yo no he dicho eso. Usted me ha preguntado…
Se publicó en la prensa de toda España y
fue tema de múltiples comentarios. “Manolete” exigió que fuera arriada la
bandera de la pretendida República Española en el exilio, reconocida por el gobierno mejicano, y fuera
sustituida por la roja y gualda.
-O
se cambia la bandera, o me voy al hotel ahora mismo.
Después le preguntaron a Prieto: ¿Qué le ha parecido a usted el desplante de Manolete? Prieto contesta: “Que es el único Español que no está haciendo el ridiculo en Méjico”
(1946 - 1949)
El clima de tensión política alcanza a los toreros. – Intrigas de sectores republicanos –que ven en la presencia de los toreros españoles un triunfo de Franco- favorecen la ruptura del convenio hispano-mejicano. – La muerte de “Manolete”, una desgracia nacional.- Franco, representado en el entierro, le concedió por decreto la Cruz de Beneficencia. – Una carta de Winston Churchill a la madre de “Manolete”. – Manolo Martínez reaparece en Valencia, al regreso de su exilio. – con la aparición de Aparicio y “Litri”, espectacular descenso de las corridas de toros. – Arrecian las multas a los ganaderos. – Franco tiene una mano izquierda que no la mejora el “Litri”.
“Manolete” no ha pisado los ruedos desde el año anterior. Sus enemigos, que son muchos, como corresponde a un triunfador, le censuran acerbamente y, sobre todo, le echan en cara que su postura es demasiado cómoda, después de haberse traído muchos millones de Méjico. Ignoran que Manuel Rodríguez, está cansado, con una salud cada vez más floja, y que, además, se ha enamorado, lo que justificaría humanamente cualquier debilidad. Sus partidarios aseguran que Lupe Sino, la novia de “Manolete”, es una de las más hermosas mujeres que pueden verse en España.
Accede, al fin, a vestir el traje de luces en la que será su única actuación en España en 1946. En Madrid, en la corrida de Beneficencia, alternando con “Gitanillo de Triana”, Antonio Bienvenida, Luis Miguel “Dominguín” y el rejoneador Álvaro Domecq, alcanzando un triunfo grande. En el palco presidencial conversa con el Jefe del Estado, a quien acompaña el marqués de la Valdivia, presidente de la Diputación Provincial de Madrid, el hombre que ha conseguido que “Manolete” toree este año.
El Día del Caudillo, precisamente, primero de octubre, se da a conocer el veredicto del Tribunal de Nuremberg, el siniestro episodio de la postguerra, que fallan doce condenas de muerte, de las que el 16 se ejecutan diez – Goering se suicidó y Martín Borman, que había logrado huir, fue condenado en rebeldía-, planteando las futuras guerras, según los más expertos comentaristas, como una terrible amenaza para la humanidad; ya – dicen – no habrá armisticios, sino guerra hasta el final, con armas nucleares, antes que la seguridad de la horca.
El hambre se va a paliar gracias al tratado comercial que se firma con la Argentina en noviembre, y cuando termina el año las potencias extranjeras aprietan el dogal, haciendo victima al pueblo español-niños, mujeres, ancianos, republicanos o falangistas-, en un intento desesperado de estrangulamiento del franquismo. La asamblea de las Naciones Unidas- que meditó muy mucho la intervención armada, quizás ante el alarde espectacular de fuerza y disciplina que fue el Desfile de la Victoria del día primero de abril- recomienda la retirada de embajadores de la capital de España.
Las acusaciones que se hacen sobre la actitud de Franco durante la guerra mundial, son rechazadas con energía y hacen reflexionar al mundo. El Gobierno de Giral, en su irritación – porque le parecía leve el castigo-, llega el paroxismo.
La nota más sobresaliente de 1946 la ha dado un torero peruano, nacionalizado argentino, Raúl Ochoa “Rovira”, que en su presentación en Barcelona, siendo absolutamente desconocido, se erigió en la atracción de la temporada, favorecido por la ausencia de “Manolete”. Torero basto, musculoso como un boxeador, valiente y eficacísimo con la espada, tomó la alternativa en la Ciudad Condal el 24 de junio y acaparó los carteles de todas las ferias de la segunda mitad de la temporada.
Ocho son, con “Rovira”, los nuevos
matadores que se disponen a dar la batalla en 1947, tras haber tomado la
alternativa el año anterior. Antonio Toscano, Bonifacio García “Yoni”, Luis
Mata, Paco Lara, Julio Pérez “Vito”.