domingo, 22 de septiembre de 2024

 

TORO, TOREROS  Y POLITICOS

I

Son los crímenes más monstruosos de la historia de la Humanidad, ordenados por un vendedor de camisas que llegó a la presidencia  de los Estados Unidos, Harry S. Truman, sucesor de Roosevelt. El 2 de Septiembre termina la segunda Guerra Mundial.

 El fin de la conflagración  en Europa crea un clima de inquietud en España. No se sabe hasta dónde pueden ser ciertas las amenazas que parecen derivarse  de los acuerdos condenatorios del régimen español adoptados en la conferencia de Potsdam. Entretanto, en Méjico,  además de los éxitos de Carlos Arruza en España, son tema de actualidad las actividades de los exiliados. Negrín visita el Departamento de Estado norteamericano y el 17 de Agosto los noventa y seis diputados de las Cortes Españolas en el exilio se reúnen en el palacio municipal de Méjico, al que Ávila Camacho, para aumentar las ilusiones de sus señorías, concede el derecho de extraterritorialidad; así, con un poco de imaginación, los reunidos pueden creerse asentados, simbólicamente, en tierra española. La convocatoria encuentra un indudable éxito de organización, financiada con los recursos del tesoro llevado de España, cuyo manejo, por cierto, dará lugar a escándalos en el país azteca. Está de moda la llamada República Española, presta a tomar posesión  del país en cuanto sus amigos los aliados echen a Franco.

 

Diego Martínez Barrio será presidente de la República. Jiménez de Asúa, de las Cortes, y Negrín del Gobierno, aunque pronto dimitirá para que entre José Giral. A todo esto, Franco sigue en España, capeando los temporales internacionales.

 La temporada taurina registra pocas novedades más. El enfrentamiento de toreros mejicanos y españoles parece reducirse al de “Manolete” y Arruza. Sigue saliendo el toro chico. Se critica la falta de rigor que se tiene en la Palma de Mallorca, donde se consintieron corridas con diecisiete arrobas de promedio. El 21 de Junio, los pesos fueron 178, 210, 216, 213 y 193 kilogramos y el 28 de Julio, 172, 211. Pero también sale algún toro serio, muy de tarde en tarde. En Madrid, los aficionados se vieron sorprendidos con un ejemplar de María Montalvo con 655 kilogramos. Se derrochó tinta en la glosa de tan hermoso astado. Sin embargo, la indignación del público ante la deficiente presentación del ganado alcanza su punto culminante en Madrid el 10 de Septiembre, cuando se lidian unos novillotes de los Herederos de Arturo Sánchez Cobaleda. La bronca es tan monumental como la plaza de las Ventas, y los ganaderos son sancionados con 35,000 pesetas de multa;  no escapa la empresa, que es multada con 10,000. Los más duros castigos económicos hasta el momento, desde que acabó la guerra.

 La tónica triunfalista del Estado no excluye de sus premios y recompensas a los toreros. Álvaro Domecq el famoso rejoneador, que con el producto de sus actuaciones  mantiene un orfanato en Jerez de la Frontera, recibe la Gran Cruz de Beneficencia. Y en Zaragoza, el gobernador civil Eduardo Baeza, el titulo de honor de presidente del Club Taurino Pepe Luis Vásquez.

        Cuando finaliza 1945, el franquismo atraviesa los más difíciles momentos de su existencia. La adversidad se sigue cebando en los españoles. Tampoco este año se recogió cosecha; la peor de lo que va de siglo. El hambre atenaza al pueblo, al que Franco pide que se “apriete al cinturón” para superar tan aciagas circunstancias. Por otra parte, ya ha terminado la represión por responsabilidades de quienes permanecieron  en la zona republicana  y estaban incursos en delitos. También ha dejado  de ser obligatorio  el saludo nacional brazo en alto. España resiste el cerco internacional dimanante de los acuerdos Postman.

         Vuelven los toreros a Méjico. Entre ellos, ante una expectación inusitada, “Manolete”, a quien acompaña “Cámara”, el apoderado de las gafas negras que es tan famoso como el matador.

        No faltan enemigos rencorosos. Los exiliados republicanos, que están más envalentonados que nunca, porque ven clarísimo su retorno a España con la esperada salida del general Franco. Lloran de emoción  cuando oyen  el pasodoble del torero cordobés. Le hacen su campañita en contra y recuerdan que luchó en el frente, en las filas franquistas, donde se distinguió por su valor, ya en las aduanas, algunos de sus acompañantes tiene que desplegar recursos diplomáticos para evitar un serio incidente.

-¿Y qué tal ese Manolete, mano? ¿Es tan bueno como dicen ustedes?

-¿Bueno?... El mejor de todos.

-¿Quiere usted decir que es mejor que los toreros mejicanos? Está usted ofendido…

-No, hombre, no; yo no he dicho eso. Usted me ha preguntado…

         Era la “mordida”, que llaman, para obtener propina extra en el registro de equipajes. Luego, el 9 de diciembre, con la plaza rebosante y millares de aficionados que han de conformarse con el relato radiofónico de “Paco Malgesto” por haberse agotado los boletos, cuando “Manolete” se dispone a hacer el paseo, descubre una bandera republicana junto a la de Méjico, engalanando el coso.

Se publicó en la prensa de toda España y fue tema de múltiples comentarios. “Manolete” exigió que fuera arriada la bandera de la pretendida República Española en el exilio,  reconocida por el gobierno mejicano, y fuera sustituida por la roja y gualda.

-O se cambia la bandera, o me voy al hotel ahora mismo.

 Alboroto, explicaciones, alguna amenaza, tensión y mano izquierda. Cuando la enseña española está en el mástil, “Manolete” se santigua y, montera en mano, en señal de respeto porque es su presentación, da el paso adelante que abre el desfile de cuadrillas.

        Después le preguntaron a Prieto: ¿Qué le ha parecido a usted el desplante de Manolete? Prieto contesta: “Que es el único Español que no está haciendo el ridiculo en Méjico” 

(1946  -  1949)

El clima de tensión política alcanza a los toreros. – Intrigas de sectores republicanos –que ven en la presencia de los toreros españoles un triunfo de Franco- favorecen la ruptura del convenio hispano-mejicano. – La muerte de “Manolete”, una desgracia nacional.- Franco, representado en el entierro, le concedió por decreto la Cruz de Beneficencia. – Una carta de Winston Churchill a la madre de “Manolete”. – Manolo Martínez reaparece en Valencia, al regreso de su exilio. – con la aparición de Aparicio y “Litri”, espectacular descenso de las corridas de toros. – Arrecian las multas a los ganaderos. – Franco tiene una mano izquierda que no la mejora el “Litri”.

         Los ecos del triunfo de “Manolete” resuenan en todos los rincones de Méjico. El pueblo se le ha entregado. En los entrebastidores de la política crece el odio al régimen de Franco y menudean las ofensas estimuladas  por los gerifaltes republicanos, que patrocinan la campaña con los tesoros saqueados en su propio país. De Méjico, la muy amada, parten los bardos más enconados, y es acogido con jolgorio  al acuerdo de las Naciones Unidas de condenar  el régimen.

         La campaña se concierta entre emisoras que pretenden desmoralizar  a los que fueron vencedores  y levantar a los que todavía esperan la intervención  de fuerzas armadas para derrocar a franco. La radio hace el ridículo constantemente, con acusaciones que van de lo ingenuamente pueril a la falsedad insidiosa. Los vecinos de Ocaña se hacen cruces cuando se corre la voz de que Radio Moscú asegura que están fabricándose bombas  atómicas junto al penal.

         Y en San Sebastián el cachondeo es grande, porque Radio España Independiente asegura que los guerrilleros tienen rodeada a la ciudad, a punto de ser conquistada. La única preocupación de los españoles  es comer todos los días, procurarse algún tabaco extra porque el de la cartilla que raciona a los fumadores  es malo y escaso, y asistir, cuando puede, al fútbol y a las corridas de toros.

         En Núremberg están viéndose las causas de los “criminales de guerra”  del III Reich desde noviembre  del año interior, y en París ha sentado sus reales la República Española en el exilio – que acaba de nombrar ministro a Santiago Castillo-, sin duda para estar cerca de Madrid cuando sea llamada.

             El clima de tensión alcanza al mundo de los toros, de alguna manera, en 1946; en Córdoba, el 27 de Mayo, ante la pésima presentación  de los novillos preparados para el festejo, no sólo se suspende sino que el ganadero y el empresario van a parar a los calabozos de la comisaria y de allí a la cárcel. No mucho más tarde, el 23 de junio, el picador Antonio Díaz se pasa en la suerte, dejando una vara después  de sonar el clarín, y es detenido. No hay contemplaciones. Luego será el mismísimo Carlos Arruza, que comparte el estrellato con “Manolete”, quien reciba una fuerte multa en Valladolid, el 15 de septiembre, junto con su apoderado  Andrés Gago, por haberse negado a torear ante la tardanza de “EL Vito”, el otro espada; quizá lleva razón  el mejicano, pero de ninguna manera se consiente una alteración  del orden público. Cuando llega “El Vito” a la plaza le comunican que esta multado, y no escapa ni el empresario, por no haber sabido adoptar las previsiones necesarias para evitar el problema. 

“Manolete” no ha pisado los ruedos desde el año anterior. Sus enemigos, que son muchos, como corresponde  a un triunfador, le censuran acerbamente y, sobre todo, le echan en cara que su postura es demasiado cómoda, después de haberse traído muchos millones de Méjico. Ignoran que Manuel Rodríguez, está cansado, con una salud cada vez más floja, y que, además, se ha enamorado, lo que justificaría humanamente cualquier debilidad. Sus partidarios aseguran que Lupe Sino, la novia de “Manolete”, es una de las más hermosas mujeres que pueden verse en España. 

Accede, al fin, a vestir el traje de luces en la que será su única actuación en España en 1946. En Madrid, en la corrida de Beneficencia, alternando con “Gitanillo de Triana”, Antonio Bienvenida, Luis Miguel “Dominguín” y el rejoneador Álvaro Domecq, alcanzando un triunfo grande. En el palco presidencial conversa con el Jefe del Estado, a quien acompaña el marqués de la Valdivia, presidente de la Diputación Provincial de Madrid, el hombre que ha conseguido que “Manolete”  toree este año. 

El Día del Caudillo, precisamente, primero de octubre, se da a conocer el veredicto del Tribunal de Nuremberg, el siniestro episodio de la postguerra, que fallan  doce condenas de muerte, de las que el 16 se ejecutan diez – Goering se suicidó y Martín Borman, que había logrado huir, fue condenado en rebeldía-, planteando las futuras guerras, según los más expertos comentaristas, como una terrible amenaza para la humanidad; ya – dicen – no habrá armisticios, sino guerra hasta el final, con armas nucleares, antes que la seguridad de la horca. 

El hambre se va a paliar gracias al tratado comercial que se firma con la Argentina en noviembre, y cuando termina el año las potencias extranjeras aprietan el dogal, haciendo victima al pueblo español-niños, mujeres, ancianos, republicanos o falangistas-, en un intento desesperado de estrangulamiento  del franquismo. La asamblea de las Naciones Unidas- que meditó muy mucho la intervención armada, quizás ante el alarde espectacular de fuerza y disciplina  que fue el Desfile de la Victoria del día primero de abril- recomienda la retirada de embajadores  de la capital de España. 

Las acusaciones que se hacen sobre la actitud de Franco durante la guerra mundial, son rechazadas con energía y hacen reflexionar al mundo. El Gobierno de Giral, en su irritación – porque le parecía leve el castigo-, llega el paroxismo. 

La nota más sobresaliente de 1946 la ha dado un torero peruano, nacionalizado argentino, Raúl Ochoa “Rovira”, que en su presentación en Barcelona, siendo absolutamente desconocido, se erigió en la atracción  de la temporada, favorecido por la ausencia de “Manolete”. Torero basto, musculoso como un boxeador, valiente y eficacísimo  con la espada, tomó la alternativa  en la Ciudad Condal el 24 de junio y acaparó los carteles de todas las ferias de la segunda mitad de la temporada. 

Ocho son, con “Rovira”, los nuevos matadores que se disponen a dar la batalla en 1947, tras haber tomado la alternativa el año anterior. Antonio Toscano, Bonifacio García “Yoni”, Luis Mata, Paco Lara, Julio Pérez “Vito”.