EL
INDIANO Y LA POLÍTICA DE SU PUEBLO
(Incluido
en mi nuevo libro, “Ecos de la Alhóndiga”)
Circula aún una especie de chascarrillo cateto,
que en el fondo contiene un sentido de
fabulilla con elocuente moraleja aplicable a algunos políticos (as):
Un labriego plantó en su huerta un albaricoque que, ya adulto, resultó saraza, es
decir, no daba frutos; todo el flujo de
sabia lo utilizaba para echar fronda.
Desesperado el labriego por la ruina de
la agricultura, decidió emigrar a América pero, previamente cortó el albaricoque a rapaterrón; empleó,
antes de irse, las ramas secundarias para alimentar un tiempo el fuego de su
humero pero, no así el grueso tronco que, al marchar, quedó tirado en un lindazo de su huerta.
Sucedió que estando el campesino en
las Américas, en una trifulca política fue quemada la imagen del patrón de su
pueblo. Los parroquianos, pasados los momentos álgidos de la revolución, decidieron encargar una nueva imagen del patrono para
renovar la tradición religiosa. La condición que les puso el imaginero era que
ellos deberían aportar la madera. Daban vueltas a sus respectivos magines
buscando un tronco adecuado. Uno de ellos, sugirió que se utilizara el tronco
del albaricoque que, el indiano paisano,
había dejado en su huerta. Y eso hicieron: El escultor tornó el tronco en una
magnífica imagen.
Cuando el huertano volvió a su pueblo, ya bastante adinerado,
acudió a los renovados actos litúrgico en honor del patrón. No más
entrar al templo, lógicamente se fue a rezarle al titular, ignorando que la
talla antigua había sido quemada y
reconstruida de la forma dicha.
En cuanto el retornado le echó la
vista encima al santo, se dio cuenta que, por lo que fuera, la madera de la
imagen era la del tronco del albaricoque saraza que él dejó en el huerto al emigrar. Entonces su oración fue de esta guisa:
“En
mi huerto te crié, de tus frutos no
comí, los milagros que hagas tú, que me los cuelguen aquí”, (cogiéndose
en tal instante en gesto sugerente sus distintivos).
MORALEJA: Antaño me vino a las mientes este moralizante chascarro, al
leer en la prensa que la entonces Diputada
cartameña del PP intervenía con voz y
mando en una iniciativa en relación a la
promoción de la aceituna “aloreña” en los mercados receptores, con denominación
de origen, lo cual, era una más que plausible iniciativa pero, que yo, que
conozco bien el currículum de la diputada siendo alcaldesa de Cártama (Parque
Agroalimentario y lo que le cuelga morena: derribo de la emblemática Ermita de
Casapalma, dejó marchar a otr4o municipio la implantación de una fábrica
extrusión de aluminio con garantía de crear 200 puestos de trabajo para en los
terrenos elegidos idóneos para ello y apalabrados dar un pelotazo urbanístico
entonces tramite de diario acontecer, etc.etc.etc) no apuesto un penique de
vellón por la buena praxis de los proyectos de creación de riqueza y puestos de
trabajo de nuestros políticos cuya baja intensidad de luces estaba entonces vista y comprobada.
En virtud de ello, por lo bajini no pude entonces por menos que musitar la misma oración
gramatical que el indiano de ma Ahora tenemos en Diputación otra
despampanante diputada de este lugar.
Esperemos que cambie el pajeao; falta le hace
a Cártama.