Ya no es sólo la izquierda y la extrema izquierda populista radical y demagógica la que basa sus tácticas políticas en la mentira pertinaz y contumaz con lo que tal vicio de la mente y del alma tiene de cruel hacia los receptores de tan obscena práctica y, no digamos ya para el conjunto del pueblo al que dicen estos indigentes éticos representar. Es de bochorno.
El pasado debate a cuatro (o cobardemente de tres contra uno) celebrado hace unos días, a nadie iba a extrañar que Pedro Sanchez y Pablo Iglesias pusieran en práctica una impúdica y simplista batería de mentiras flagrantes y, ello, porque no tienen otro argumento de gobierno que el mentir compulsivamente acusando a un tercero de sus propios vicios y deficiencias ostensibles. No, en estos sujetos de marras eso no iba a extrañar a nadie.
Lo sorpresivo fue que el tal Albert Rivera se alineara con los mentados tales con afán de superarlos en inquina solapada y en atrevimiento antidemocrático, usando datos falsos y torticeros en apoyo de sus capitalizados argumentos, propios de la frivolidad y desparpajo irresponsable de Jaimito. ¡¡¡Vaya, vaya, vaya la que le ha caído a España y a los españoles decentes con esta chusma!!!. El colmo de su bajura y endeblez democrática la ha ratificado y evidenciado de forma inequívoca este señorito Rivera hoy mismo con sendas declaraciones cuya sustanciación es una injerencia imperativa a otro partido, exigiendo que defenestre al Presidente del mismo porque a dicho Rivera le da la gana, aún teniendo de la mitad de votos y escaños que el adversario cuya cabeza exige al propio partido de éste. Jamás en la historia de ninguna democracia se ha visto estulticia más antidemocrática. Este señor nos ha resultado (¡¡quien lo iba a barruntar!!) un chiquilindongui necio e ido a todas luces. Esto, aunque últimamente me he propuesto hablar poco de política, merece una más amplia parrafada. Es inaudito a lo que están llegando estos macanditos que en vez de tratar de solucionar los graves problemas que tiene España, se han enfangado en la corrala hasta volcar la pileta. Ni con mascarilla puesta votaba yo a Ciudadanos, pues si mala espina da en Andalucía su correligionario Marín, peor se está destapando su pijo y voltario jefe. ¿pero cómo se le ocurre a este señor acusar de corrupción a nadie si su partido está contemporizando y andando de perfil ante la mayor corrupción gubernamental de la historia universal. ¡¡¡Venga ya, don Alberto Rivera, un poco más de vergüenza torera y coherencia!!!