Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte, contemplando,
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte, tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado ,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor...
(Jorge Manrique. "A la muerte de su padre")