La Ley Anticorrupción (de dudosa necesidad por abarcar su contenido el Código Penal y congruentes), sí se está usando por algunos partidos políticos, por cierta prensa, en tertulias televisivas y radiofónicas y, parte de la propia sociedad hipócrita, alienada y sectaria, como se usó la de la II República (que la hizo) y algún tiempo el franquismo hasta que éste la derogó: LEY DE VAGOS Y MALEANTES.
Era esta última, sencillamente,
una ley contra el contrario político o social y, contra los indigentes de
solemnidad que vivían en las calles, los mendigos etc; una ley política
paralela y más expeditiva y sin juicio previo que las del ordenamiento jurídico
consuetudinario. Una ley irracional, demagógica,
carente de sustancia moral y de equidad jurídica. El “caso” (uno por
cientos) de Rita Barberán es un ejemplo paradigmático.
¡Qué triste escena la del
macandito pijo Albert Ribera de Cs, pidiendo la
cabeza de tan preclara política --- 6 legislaturas alcaldesa de
Valencia, cinco por mayoría absoluta --- y por un presunto blanqueo de 1.ooo
Euros, ya no vale nada de lo hecho y se la persigue como si fuera una “vaga y
maleante” por aquellos, sin excepción, que tienen más de que callar; y condenan
sin remisión cuando ni
siquiera esta gran señora de pro ha sido
juzgada ni, mucho menos, sentenciada, mientras él y su partido calla lo de los
Pujol, contemporiza con los chanchullos legales de los ERE, punto en boca sobre
las empresas paralelas en Andalucía sin dejar atrás los fondos de ayuda a la
formación profesional, todos constitutivos de los mayores escándalos de
corrupción y de mayor cuantía de la
historia de España y Europa amén de otros affaire de millones y millones de euros.
Y qué decir, de EREJÓN, el de Podemos (cómo podríamos poner cientos de
ejemplo como el de Extremadura con una presidente del PSOE en la cárcel y
ningún cacareo político mediático como a doña Rita se ha formado),
el de las facturas sin contrapartida
de la Universidad de Málaga cuyo importe se embolsó por la cara y, quien lo propició y
facilitó es hoy diputado en las Cortes.
Y el “caso”, aún no estudiado a fondo en todos sus recovecos, del Hospital
Comarcal del Guadalhorce en el que se han hecho más fotos nuestros
cómicos políticos (¡que vanidosa
desfachatez…!) que Mariling Monroy cuando vivía.
A propósito de la Ley de Vagos y
Maleantes republicana que aún, ya en sus últimos coletazos (1.954-55?) estaba
vigente, voy a relatar para ilustrar
este “caso” y en aras de la memoria
histórica, como testigo de excepción que fui, una vivencia personal de aquellas datas en las que, con sólo unos 24 años, era yo concejal recién --- dimitido voluntariamente
por el “caso” de la biblioteca en cuya obtención para Cártama colabore en
Madrid con gastos de mi bolsillo en bien de Cártama --- y fue devuelta porque,
alegaron los que ganaron la votación, más útil para esta villa habría sido traer
una buena partida de chapulinas y escardillos que libros…” De no haberse
devuelto aquellos libros hoy Cártama no
sería, según un informe de la
Universidad de Oviedo para Europa, la última de Andalucía y la sexta por la
cola de España en calidad de vida (laboral, cultural, al parecer también
lectiva, de turismo interior, comercial,
etc). Sí, una vez en Cártama los cajones
con 8.500 volúmenes, fueron reenviados a otro pueblo cercano. Por eso había
dimitido irrevocablemente por escrito en el acto del pleno que acordó devolver
los libros con tanto empeño conseguidos.
Bien, vayamos a la anécdota
significativa prometida: Con esos 24 años antes dichos, estaba yo una noche de
verano, a eso de de las 11, hablando con
mi novia, hoy esposa, en la puerta de su casa, cuando llega un policía y me
dice:
---Paco, el alcalde, los
concejales y un grupo de la Falange, te esperan en el Ayuntamiento para un
asunto grave…
---Pero si yo he dimitido y,
además a esta hora…
---De eso se ha hablado y el
alcalde dice que todavía no te ha admitido
la dimisión; además quiere que te vengas para el Ayuntamiento conmigo…
---Bien, vámonos, veremos de qué
se trata.
Cuando llegué al salón de pleno,
en efecto estaban reunidos la Corporación y seis miembros de Falange, y, sin
más preámbulo, el Jefe de ésta me espeta:
---Te hemos llamado porque estamos
decididos la mayoría de los presentes a expulsar de Cártama, basados en la Ley
de Vagos y Maleantes, al socialista, Fernando Navarro Cortés porque se juega, y
le ganan, el dinero de sus hijos y, como sabemos que es amigo tuyo, para que lo
sepas y votes con nosotros el acuerdo te hemos llamado, para que después no se
diga…
Me cargué de flema y argüí:
---Me parece bien, pero ¿quiénes
son los otros que se expulsarán con él?
--- ¿Los otros…? ¡Qué otros,
Pacoooo!
--- Sí, los otros, los que juegan
con él y le ganan el dinero de sus hijos
¡coño!; los otros o es que Fernando
pierde el dinero de sus hijos jugando a los solitarios! Los otros tendrán que
ser expulsados de Cártama también ¿O no, señores jueces…?
El Jefe de Falange, fuera de sí,
adujo enfurecido: “Ya sabía yo que este niñato es un rojillo…; venga, vamos a votar”
Todos
los concejales votaron que no se echara a Fernando Navarro y hasta se abstuvieron los falangistas, incluido su
jefe.
Pues, señores, con las variantes
que se quieran, la Ley Anticorrupción por su irracionalidad y defectos, viene a
ser otra Ley DE VAGOS Y MALEANTES
republicano-franquista.
A la otra mañana apareció a lo
largo de la fachada del molino aceitero de mi padre una pintada con brocha y
alquitrán que en mucho tiempo fue imposible borrar que rezaba: “ ¡FUERA LOS
TRAIDORES A FRANCO!” Si, cuando tienes vergüenza y vas derecho por la vida,
como decía Unamuno, te dan leña los “hunos” (de Atila) y los otros