DESHACIENDO MENTIRAS DE LOS ARQUEÓLOGOS; YA ESTÁ BIEN
Los que llevan el “tejemaneje
markentiniano” populista de la arqueología en Cártama, han deslizado una
nota en la página de Internet de, “Amigos
del Museo de Cártama”, asegurando que cuando apareció el mosaico de la
Venus romana saliendo del mar en su concha
(hoy en el museo de Málaga), para que se hiciera cargo del tesoro arqueológico hallado
se llamó al erudito en la materia, señor Temboury. Como veremos esto es falso.
Dicho
mosaico apareció en la puerta de entrada
del almacén de tripas para embutidos, “Tripera del Sur”, de José Mora Faura. En ese momento, como he dicho ciento de
veces, éste estaba
en mi casa, a unos 100 metros del suceso, reunido con un grupo de amigos, entre
los que me encontraba, cuando Juanito
Gutierrez Faura, también presente, escribía su formidable libro, “Recuerdos de
Cártama”.
Un empleado enviado
por la esposa de José Mora Faura, doña Pilar Ramírez, llegó para decir que debajo de las obras había
aparecido una cosa “mu grande y mu bonita”;
por supuesto que todos nos imaginamos de qué se trataba, pues años antes, y a
tres metros del nuevo hallazgo, habían
aparecido en medio de la calle sendas columnas romanas, formidables, que fueron
llevadas al arroyo de detrás del monte Santo Cristo y, cuando este se allanó para el parque actual, allí se
dejaron enterradas para los siglos de los siglos con toda impunidad..
Corrimos al lugar de los hechos, y ya se veía
la cabeza y parte de la concha de Afrodita; de inmediato se llamó a don Simeón
Giménez Reyna, Comisario Provincial de Excavaciones entonces (enero-febrero de
1.956, no recuerdo el día) y no al señor Temboury como dicen los arqueólogos. Lo
de Temboury es otra mentira historiográfica más de las que vienen
espurreando estos arqueólogos de Cártama.
Sí, cuando no saben una cosa se la inventan.
Fue José González Marín, también presente (por
cierto, él y yo convencimos a Pepe Mora
de que no volviera a enterrar el
hallazgo), el que llamó a don Simeón Giménez Reyna, su amigo y una autoridad en el
tema, que se encargó de buscar los
medios para extraer el mosaico, extracción que por cierto seguí
paso a paso porque mi entonces novia, hoy esposa, vivía exactamente enfrente de
Tripera del Sur y la excavación dejaba apenas metro y medio para poder entrar a
la casa que yo, obviamente, visitaba diariamente
al medio día y por la noche y, lo primero que hacía era sacar petaca y librito y ofrecer liar tabaco a los operarios que me explicaban todos los pasos que estaban dando, amén
de estar alucinados con la pieza. Es cierto, empero, que el Sr. Temboury, con tierras en el término
de Cártama, y también amigo de Pepe González y de mi padre, se llegaba de vez
en cuando a las obras a recrearse en el mosaico y la labor de recuperación. Don
Simeón Gimenez Reyna algunos días solía
almorzar en mi casa para no retirarse del mosaico; ese era el tema de
conversación entre los interesados por nuestra cultura durante un tiempo en
Cártama y, ya entonces, habíamos los que echabamos en falta y reivindicábamos un buen edificio para u museo.
La historia se debe
exponer con el mayor rigor, sin inventar,
como suele hacer alguno de los arqueólogos de marras aferrados al pesebre de lo políticamente
correcto según aconseja cada momento y,
según a cada cual le conviene, como se hace con la nefasta Memoria Histórica, embusteros
historicidas; si el devenir milenario de
Cártama sigue escribiéndose por ustedes, como pretendéis, de aquí a nada la gloriosa historia Cártama sólo será un
triste remedo de sí misma. Uno de los “ilustres” paleohusmeadores de acá es titulado, el otro mero empírico arrabalero y realengo que anda siempre tras
las fóllegas de algún pedrusco para concretar
como era el último moro y de qué partido,
que se limpió el sieso con ella.
Erudicion en realidad de verdad no le
falta a nuestro rutinario arqueólogo y, la vez, Cronista Oficial de algún
partido en el gobierno. Y menos mal que no le ha dado por enseñarnos como se
define popularmente la gramática nebrijana en su pueblo de origen, de lo que a
continuación doy una muestra insertando un fandanguillo de aquel lugar,
titulado, al parecer, “El lamento del cabrón”:
Si el crabé que te truí
No te lo aguera truío,
En tu puñetero pelo
No te lo aguera ponío,
Y no te aguera líao
Con el tío que te a ío.
Ya muy en serio, mañana entra en el registro del
Ayuntamiento mi alegato-defensa contra insufribles calumnias difamatorias que, de esta parte, ha vertido públicamente el mentado Cronista Oficial,
en lo que presunta e implícitamente implica tal se deduce de sus discurso y demás a miembros de la Corporación. En efecto la ristra de presuntas calumnias
gratuitas con que el Cronista del PSOE intenta lesionar mi fama, imagen y
honra y queriéndome poner en contra la opinión del pueblo en que vivo y he nacido, en
connivencia ello con miembros de la Corporación, es una canallada que en
absoluto merezco, sino todo lo contrario. A mis casi 86 años me obligan a
defenderme con todos los medios y fuerzas lícitos a mi alcance. ¡Y va a temblar
el verbo!.