Es ya incontestable
que por estrategia política
espuria (¡muy espuria y temerariamente aviesa!), nuestro gobierno ha omitido capitalizadamente, por táctica política, enorme cantidad de muertos por el coronavirus
a lo que dio lugar su manifiesta irresponsabilidad e ineptitud ruinosa y, viéndose descubierto, ha intentado algo peor
moral y humanamente: esconderlos borrando huellas y blanqueando datos con ayuda de una prensa
mercenaria hasta las náuseas ---y más en asunto tan doloroso como este macabro juego
con vidas humanas en proporciones de holocausto. Ayer, ya se ha visto obligado rectificar en unos 2.500 muertos
más de los que venía “inventariando” falsamente.
Pero, los dolientes de los
muertos, hablan de cantidad sideralmente
superior: 50.000 y no los cómo 25.000
que hasta ayer mismo mantenía el nefasto gobierno de España, que miente de tal
forma que hace imposible que a este régimen se le pueda llamar democracia: la
democracia y la mentira, y más si esta es contumaz, compulsiva con resultado de
miles de muertos, son incompatibles según Abrahán Lincons, como según
cualquier mente y alma bien conformada.
Con el nombre de holocausto, y por esos 50.000
muertos los familiares de las víctimas
han elevado denuncia ante el Alto Tribunal de la Haya, aunque no se espera un Nuremberg.
¿Nos damos cuenta del fondo
metafísico de la cuestión?: Un gobierno de occidente jugando a la oca insensiblemente
con los muertos que descargan sus obligaciones de la cuenta de Dependencia y
Sanidad.
Se repite la historia por enésima vez ¡¡¡Aggggss!!!