Destripábamos antié, no más, los entresijos semánticos
de una palabra de nuestro idioma, otrora
de uso popular, con promesa de abordar otra voz del pueblo, lo cual hacemos hoy
con la voz “BALANDRÓN” , que se nos antoja de coherencia tenerla en el carcaj por si viene a pelo, dado
el contexto político, echar mano de ella
en algún escrito.
“Balandrón: Fanfarrón y hablador en tono bocazas, que siendo cobarde hace alarde de lo
contrario; valentón de garlito y tugurio (traficaERE, diríamos), que presume de guapeza
(moral) y bravura de gallinero. Alonso
de Ercilla en su épico poema, LA ARAUCANA (en donde allá en el siglo XVI ya hablaba de Cártama en América), emplea el
palabro en este sentido:
Sus armas lo dirán, y no razones,
Que son de jactanciosos baladrones…
Y Quevedo en el XVII, que en vida real había tenido que habérselas con más de un
representante de esta especie, escribe en Cuento de cuentos: < el menor era vivo como una cendra
y amigo de hacer tracamundanas y, balandrón”.
Cuando uno lee obras tan insignes
como las que he citado, y en el propio
Quijote, palabras que en mi niñez aún usaban los labriegos amados de mi terruño, se
me hacen harina candeal los entresijos.
Si aunque sea un solo amigo me pone un “me
gusta”, daré por muy bien empleado el tiempo que he dedicado en redactar este
comentario.