Salvo
gratificantes excepciones, es hoy en día
infrecuente que alguien “pierda tiempo” dedicando un artículo
periodístico a hablar de Dios ó, de su soporte dialéctico, la religión: El
hombre actual en su enanismo intelectual ha sustituido a Dios por sí mismo, se percibe
claramente en cualquier debate. Hablo, lógicamente, del Dios en quien yo con
dos tercios más de la humanidad, creo, el Cristo Jesús: “Amaos los unos a los otros, dar
de comer al hambriento (la tierra puede alimentar a 15.000 millones de seres y, no pasa su población
actual de 8.000 millones), redimir al cautivo, enseñar al que no sabe, no
matar, no robar, no mentir, ¡no mentir que eso es una manera de matar…!”
¿Qué mejor gobierno sería el gestionado con dichas premisas? Bien se que decir lo que digo, y más si se da
ejemplo de ello en alguna medida, concita sobre el que tal haga las miradas en
soslayo de toda la trupe políticamente
correcta, o sea, “izquierdista”, y hasta no izquierdista. Digamos de
inmediato que no es lo mismo ser “izquierdista” que ser coherentemente de
izquierda; estos últimos me merece un gran respeto. Pero, aún así, Unamuno decía: “Ser de izquierda o derecha son, en España, dos maneras de ser imbécil”
¡Eso, vive Dios, está más claro que el agua!
Y, para más
escándalo de “izquierdistas”, y más
“guipeos” de soslayo, no voy a hablar de
Dios desde mi particular sentir y creer, que poco importa a nadie, sino de la
fruición de espíritu en Dios que, entre
tantos y tantos grandes genios de la literatura, el pensamiento y el arte que
experimentaron a lo largo de los siglos
la emoción de lo divino que incluso plasmaron en sus obras. Verbigracia:
Federico García Lorca, nada menos, uno
de los más grandes poetas de España de
todos los tiempos, de cuya figura y símbolo se quieren apropiar los susodichos
“izquierdistas”, sectarizando su figura,
al margen de lo estrictamente literario y poético y, atribuyéndole,
capitalizadamente, actitudes afines con
la virtual “ideología” “izquierdista”
de ellos, como, entre otras, rampante laicismo
e indiferencia ante la existencia de Dios, obviando toda la poesía que en el misterio infinito
existe y nos transmitió este poeta, como
veremos.
¡Federico García Lorca, cuyas inquietudes religiosas sólo las recoge uno de sus
biógrafos, José Luís Vila San Juan. El más
traído y llevado (por aquello de lo políticamente correcto) de sus
biógrafos, el hijo de la Gran Bretaña
(allí nació), Ian Gibson, si bien no rehúye abundar morbosamente en los posibles desvíos sexuales de este
poeta, elude en sus biografías reflejar las acuciantes inquietudes religiosas del vate granadino,
que, como vamos a demostrar a renglones seguidos, emana de su vida (pese a sus
pasiones humanas), y de algunas de sus
capitales obras literarias: “hay algo en nuestras almas que sobrepuja a
todo lo existente”… “las catedrales
invitan a la meditación de lo Supremo…El alma que vea la grandeza de Jesús se
suma a estas sombras húmedas con ojos de cirios para sentir consuelo
espiritual…Eso es adoración a Dios…Creo
en la resurrección de los muertos” (Obras completas, T.III, 1.991, p. 5).
Su amigo Dalí le dijo en una ocasión: “Tú
eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo”. En una carta a
sus padres desde Nueva York, García Lorca les dice: “…Esta
mañana fui a una misa católica dicha en inglés. Y ahora veo lo prodigioso que
es cualquier cura andaluz diciéndola. Hay un instinto innato de belleza en el
pueblo español (cristiano) y una alta
idea de la presencia de Dios en el templo. Ahora comprendo el espectáculo
fervoroso, único en el mundo, que es una misa en España. La lentitud, la
grandeza, el adorno del altar, la cordialidad en la adoración del Sacramento,
el culto a la Virgen, son en España de una absoluta personalidad y de una
enorme poesía y belleza”...”La solemnidad en lo religioso es cordialidad, porque es una prueba viva,
prueba para los sentidos de la inmediata
presencia de Dios. Es como decir: Dios
está con nosotros, démosle culto y
adoración”
De su obra, “Mariana
Pineda”, cabe citar estos
elocuentes versos:
“Soy una gran pecadora
pero he amado de una manera
que Dios me perdonará/
como a Santa María Magdalena.
…Y en el mismo texto: “Dios está cubierto de heridas de amor que jamás se cierran”.
“Soy una gran pecadora
pero he amado de una manera
que Dios me perdonará/
como a Santa María Magdalena.
…Y en el mismo texto: “Dios está cubierto de heridas de amor que jamás se cierran”.
Termino con
algunos versos de su bellísima “Oda al
Santísimo Sacramento del Altar”:
Pange lingua gloriosi
corporis misterium
…Cuando te vi, Dios
fuerte, vivo en el Sacramento…
Vivo estabas, Dios mío,
dentro del ostensorio…
Es así, Dios anclado,
como quiero tenerte…
Es así, forma breve de
rumor inefable,
Dios en mantillas, Cristo
diminuto y eterno,
repetido mil veces,
muerto, crucificado
por la impura palabra del
hombre sudoroso…
¡Oh forma limitada para
expresar concreta
Muchedumbre de luces y
clamor escuchado!...
¡Oh llama palpitante
sobre todas las venas!
Por todo ello,
cuando se sacan los crucifijos de las
escuelas y se prohíben en ellas actos religiosos navideños, se olvida que Jesús de Nazaret, como ayer no
más decía en el diario Sur el eurodiputado socialista, Pedro Aparicio, “es la figura más viva de la historia de
occidente…Más que Sócrates, Leonardo, Beethoven o Kan”
Y hoy se
priva, estropajando sus almas, a los
niños de un trozo capital de la cultura que definió a sus antepasados.