El abuelo paterno de quien esto escribe, ¡qué emoción!
Un lluvioso día de septiembre, Frasquito
Talento, mi abuelo paterno (así le llamaban todos los
vecinos del viejo municipio de Cártama),
cargó en un mulo, por cierto prestado ---sus bestias
las tenían sus hijos en la besana haciéndoles de arar, --- los capachos
con frutos de su huerta cuya venta le urgía por ser mercancía perecedera y llevar tres día cogidos esperando que el temporal amainara.
Se encaminó, el abuelo, el mulo cargado y e´a pie, al mercado de Málaga
para vender sus verduras; al llegar a Zapata e intentar cruzar el Puente del Rey
sobre el Guadalhorce, este iba crecido por el temporal de lluvias y, su caudal, sobrepasaba el puente en un cuarto de
metro; en su comedio, el mulo metió uno
de sus brazuelos en un boquete que había abierto la corriente, quedando inmovilizado a merced de los
elementos, y el río cada vez más
crecido. Cuando, aterrado, Frasquito
Talento pedía socorro, se le apareció entre las brumas del temporal una mujer
enlutada que le dijo: "Arriero tranquilo,
que ya vienen cinco hombres que arrengaban en aquella choza, para
sacarle de su grave situación”.
Llegaron esos cinco hombres de aspecto labriego
y, casi en volandas, pusieron al mulo y a Frasquito en la otra orilla del río.
Cuando Talento intentó dar las gracias, ya petaca en mano para echar un cigarro con sus salvadores, éstos no estaban y, jamás, pese a sus pesquisas y gestiones, pudo saber quienes eran ellos y aquella enigmática señora enlutada.
Lo que más alegró a aquel hombre de bien, fue que salvaran al mulo, pues se lo había prestado un amigo. ¡¡¡Quietas lágrimas..., cómo recuerdo al abuelo!!!
Cuando de atardecida
volvió a su casa, mientras guardaba el dinero de la venta de los frutos en un “ceretillo-caja” de cogollos de palmas, Frasquito contó a su mujer, María Vargas Franco, el suceso de
aquella mañana
María, sobrecogida, envió a sus cinco hijos varones
y algún yerno a preguntar y averiguar por los campos de Churriana y Zapata
quienes podrían ser aquellos hombres y aquella misteriosa mujer enlutada pero, ni
rastro de ellos y, tras un cierto tiempo de comentarios por el pueblo, todo
quedó en el más profundo misterio.
Rememorando el singular suceso, se conserva hoy en el museo de la
Virgen de los Remedios de la Iglesia Parroquial de Cártama, un dosel para el
púlpito que el matrimonio regaló a La Virgen, por los muchos favores que Ésta les había hecho.
El púlpito era una joya de mármol blanco, que a la Virgen regaló el dueño de la Finca Almotaje y, del cortijo Molino Carvajal, Exmo. Sr, don José Carvajal y Hué, que fuera varias veces ministro.