¡Qué ufanía del verano...!: Febril
despliegue de faenas en los campos de las riberas fahaleñas y guadalhorzanas, moteadas otrora de cortijadas
labrantías rebosantes de vida y trasiegos faeneros! De los desvanes y trasteros
cortijeros se han sacado las herramientas guardadas durante la invernada: vielgos, horquillas,
rastrillos, escobas de tarascas y
sierpes para el barrido de los tamos en
las eras, cribas y harneros, palas de venteo de los granos despajados, el rulo
y los aperos de las colleras y recuas que trillarán las parvas; esquilas y
campanillas...
A las yunteras carretas que efectúan la barcina
de mieses desde los rastrojos a
las eras, y el acarreo de remolachas a
las estaciones de Cártama y Aljáima, se
le untan los ejes, se le remiendan latigaduras y verifican y
ajustan las varas laterales y los limones delanteros.
¡Un rebullir de vida plena, con olores de esquilmos y paseros, de rabizas
y entresacos de maíces en regadíos! ¡Es el verano!: la estación en que se ponen
las eras de trilla, se barcinan las mieses de
espigas segadas y engavilladas y se trillan entre
cantes temporeros por doquier.
Llegaron los pipiónes abejorrucos
que anidan en los boquetes escarbados en
los balates del río. Y, la golondrina, volvió a colgar su nido de barro en el
alero familiar y en las vigas de los “tinaos” invernales..
Desde los alcores del molino llega
al llano, dándole majestad al silencio, el eco del cante de caminos abandolao del carretero al son de los esquilones de sus
bueyes, copla que se hace memento sereno en las noches de luna, mientras los
braceros espantan el cansancio del duro
trajín diurno de sol a sol chirivitero,
soñando sueños imposibles en su duerma sobre
las parvas.
El rebuzno de un garañón en celo
espanta a su paso por el realengo a la abubilla que rebusca con su corvo pico y
cabeza con peineta de leves plumas, las
semillas desprendidas de los carros y angarillas de las barcinas.
Es la estación plenaria en la que se llevan a
cabo la recolección de cosechas y los
esquilmos de higos, almendras y chumbos
en los cerros de la sierra de las “Viñas”, en donde las familias esquilmeras
pasan el verano con paredes de adobe y techo de juncos y palmas; esos chumbos que al alba vendía el chavea en su borrico baja en cestos
encostalados y pregona su oferta mañanera: “¡¡Andén a los frescos..., chumbos
frescos, gordos y reondos...!!”
Por sempiternos caminos de herraduras y realengas, con bordes de
granados en flor, bullen los carros y carretas cargados con productos de las
huertas, que al amanecer han de estar para su venta en el mercado de mayorista
de la capital.
Es (¡era!) el verano guadalhorceño.
Y, junto a su añoranza, quiero hoy dedicar un encariñado homenaje en la memoria, a un gran hombre que no perdía ocasión, sobre
todo en verano cuando hacía rengue
estival en latines: Alejo García, abandonado ya el Seminario, periodista
de casta (dio la primicia radiofónica de
la legalización del Partido Comunista durante la transición) que nacido en
Alhaurín el Grande, e hijo predilecto de esta Villa, debió serlo adoptivo de Cártama, pero... ni una calle (en Alhaurín
una Barriada; lo de siempre...
Quería
a esta tierra y durante su niñez y
juventud pasaba más tiempo aquí con sus
abuelos, tíos y primos, que en Alhaurín
el Grande. Como una muestra por cientos de ello, al final se inserta un
reportaje fotográfico que sugiere la vida horaciana, “la escondida senda por donde
han ido los pocos sabios que en el mundo han sido”, que antaño se vivía en los campos de estas
tierras que riegan los ríos,
Grande, Guadalhorce y Fahala y que tanto le gustaba disfrutar a Jesús Alejo
García Ortega.
Él es, de muy joven, el que aparece a horcajadas sobre el lomo de una
vaca uncida al ubio de la carreta (foto nº 1) y, en la foto nº 2, llevando a
uncir a la misma vaca.
Alejo Jesús García Ortega (“Alejo
García”) periodista famoso: Tiene
Alhaurín el Grande una virtud noble y diferenciadora: Que sabe honrar a sus
hijos ilustres, lo cual, honra también
al pueblo y a sus gobernantes. Como debe ser en gentes bien nacidas.
Hace muchos años entré a comprarme
un purillo, en un Estanco de Calle Monte de Oca en Málaga, que resultó ser de
la madre de Alejo García. Allí me llevé la alegría de encontrarme con él, y
cuando supo que yo buscaba un libro especial, “Memorias de un reclamo”, escrito
por un laurino, Juan Vazquez del Río y, desarrollado todo su argumento en “el lugar” mi amigo me dijo: " No lo busques en Málaga, está agotado; , cuando yo llegue a Madri d por correo te envío uno que tengo; ahora vamos a tomar café y a hablar de Cártama en donde tantos ratos buenos he pasado con vosotros ....
He arriba la portada del libro que me envió Alejo García, periodista que fue el primero de España que en la radio la noticia de la muerte de Franco.
cuenta las cosas que ve en su pueblo), Alejo me dijo: “No lo busques en Málaga, está
agotado, yo te lo mando desde Madrid...” Cuando escribo esto, tengo ante mí tan
entrañable tomo..