"Intelectuales" de la 2ª República
Yo, mero y humilde ciudadano de a
pie, defiendo, y defenderé, la Monarquía
Parlamentaria que gozamos, manque Pablo Iglesias y Pedro Sánchez en sus
desproporcionados y delirantes egos
aspiren a ser Presidentes de una “imaginaria”
III República (Ínsula Barataria
que soñaba para Sancho don Quijote). Y
eso lo proponen --qué poco respeto a
todo un país con 47 millones de personas-- desde el mismísimo gobierno Monárquico
Parlamentario del que forman parte y
traicionan por activa y por pasiva (¡manda huevos!).
Si en la 1ª y 2ª Repúblicas se inundaron de sangre fraterna los campos de España ¡qué riesgos no
correríamos con una 3ª, y en manos de Pedro y Pablo, Zapatero, y otros tales!
Pero no soy de los que dicen las cosas sin fundamentarlas; y, en coherencia, a ello voy, siempre con el máximo respeto no
me vayan a tildar que ofendo por una mera glosa historiológica.
En el año 1.976 el Providencial para
España Rey Juan Carlos I – al que unos indigentes historiológicos acusan hoy
basados en los pobres testimonios ad hoc
de una braguetona especulativa Corina y, un chorizo chismoso “por la pasta” como el tal Villarejo,—
tras hacerlo antes en España, pronunció un trascendente discurso en uno de los
foros más altos internacionales, ambas Cámaras Legislativas de USA (equivalente
de facto a la ONU) en el que estableció la línea de política nítidamente democrática que hasta
el final llevó a cabo a rajatablas.
Venía a dejar claro:
Que se atendría a un proyecto de
conducta de gobierno democrático sin desviaciones, ni siquiera mínimas, de lo cual hizo su columna vertebral de actuación a todo
lo largo de su reinado, el más plácido y rico del devenir histórico de España.
La suya, insistamos, ha sido la mejor etapa que los españoles (en palabras del embajador Rupérez) hemos conocido en doscientos años. Y ¿se puede jugar a la Oca (“tiro porque me
toca”) con algo tan vital y serio para la felicidad y el bienestar de la
Patria? Y, ¿cuál es la catadura moral, política e intelectual de los que tal proponen y se proponen espuriamente a contrapelo de una
Constitución que tiene votada el país entero
con sus regiones?
Juan Carlos I, durante su reinado
proporcionó a España la mejor reputación exterior que ha tenido
modernamente. Este periodo de solvencia moral internacional, lo ha echado por
tierra el nefasto y nefando (¡sí, nefando!) gobierno socialista comunista de Pedro y Pablo.
La Transición hacia la democracia
desde una dictadura blanda que Juan Carlos I propició ha sido, y sigue siendo,
motivo de admiración y emulación por otras naciones, cosa que nadie ignora.
El Rey es símbolo de la unidad y permanencia del Estado y de la patria, y “quien
impulsó decididamente los debates
constitucionales, y sentó las bases del
respeto con que los españoles ven reflejado en la Constitución el catálogo de
sus derechos y libertades, etc, etc”
No es pues de recibo que el afán de protagonismo y poder de
dos miembros de un gobierno “arrejuntao”
entre gentes de políticamente mal vivir en aras de espurios intereses sectarios
y personales.
Tan peligroso y
grotesco resulta (hasta tiene la táctica semejanza golpista desde dentro) la táctica
espuria de estos gobernantes? que quienes ven las pantallas de las TV que dominan con nuestro dinero (¡qué
paradoja más aleve y vejatoria!) se quedan pasmado escuchando los parlamentos disolventes de estos perroflautas.
Y hablan conculcando desde el gobierno los más firmes
postulados de nuestra incambiable Constitución que tanto bien nos ha dado sus
mandatos y reglamento a los españoles. Ley magna noble y consensuada que medre
respeto de todos y oprobio y descalificación los que desde el mismo gobierno
(¡manda huevos!) la conculca y proponen anularla para entrar en un periodo
constituyente.
Y este eximio coletudo
se permite atacar la conducta del
ex Jefe del Estado y Rey, sin ni
siquiera respetar la presunción de inocencia y ejerciendo funciones que en un Estado de Derecho deben ser
ejercidas sólo por los jueces.
Y todo, en base al testimonio, cobrado, de los antes señalados
testigos.