La patria debe cerrar
sus puertas a los
embusteros,
que de la Historia
hacen
pin, pan, pun
ideológico y,
abrirlas al sol de las
mañanas
para que la verdad aclare
todos los rincones de
España.
Ante la Patria, alma,
olvida
toda mortaja, todo egoísmo
sin retener recuerdo alguno de los que atan.
Alma, deja entrar en tí
desnudo hasta los
tuétanos, el suceso,
porque un país más
devoto
de Maquivelo que de
Dios
con sangre y fuego,
según la Gran
Historia, lo paga.
Y ahí están los limpios anales
para ratificar el
duro aserto.