EL CAMPO EN LA POESÍA
Los poetas al rimar, expresan dulce
Melancolía y, nostálgicos
recuerdos
De tiempos que ya son idos para no
volver.
La tumbaga de diamantes que tras los montes
Anuncia que
viene el día,
Los poetas la saludan con el alma
Henchida de desbordada poesía.
Siempre se siente poeta
Quien haya nacido en el campo
Y, en el campo haya crecido
Con sus retinas de paisajes plenas
Y de bellos candilazos rojos por
poniente.
Emociona el recuerdo de padre
Sol ya sin hirientes rayos,
Hincado su cabeza tras los montes de Bonela y
Dándole paso a la noche con su luna,
Pastora de manadas de luceros y de
estrellas;
Bajo ese lírico cielo, en el estío
Los braceros dormían sin miedo
En las parvas de las eras arrullados
Por un concierto de grillos y un ladrar de perros
De las casas del diseminado rural
A lo largo de la limpia, entonces,
cinta del río.
A veces nos despertaba un sonar de
caracolas
Anunciando las cercanías del perro con rabia,
O de cacos que en las pesebreras ganado
robaban
Y de inmediato, los labriegos
bastones en mano
A su caza por caminos y trochas se echaban.
¡Como os añoro zarzas con negras
moras
En los quijeros de la acequia,
huertas
De limoneros y naranjos repletos en sus
ramajes
De nidos de verdones, alcaudones,
“tontitos”, alzacolas,
Jilgueros y, otras especies de pajarillos;
Y el mirlo en celo, mota lírica del cielo,
Que, espantado, vuela desde el almendro
Al tocón seco de un manzano.