He dicho muchas veces que cuando
estudiaba bachiller y venía de vacaciones a casa, mi padre, mediano labrador de
tierras, no me permitía andar de salta lindes, sino que, según la edad que iba teniendo, me daba faenas y, ya con once años, me
ponía a guardar,la piara de guarros en los machones y rastrojos. Hoy tengo comprobado que,
como cuando guardaba gorrinos y uno se
escabullía a los sembrados y robaba una mazorca de maíz, no había ser humano capaz de hacer que tirara la mazorca que llevaba en el hocico, por mucho que le regañara y le crujiera
el látigo o la honda.
Andando el tiempo, tengo comprobado que hay otras creaturas que, igual que los marranos, cuando trincan una mazorca (o pasta), no hay
dios del Olimpo que sea capaz de hacerle que devuelva lo robado. Esa creatura
es…, ¡no, no lo digo; ¿pa qué?.