La verdad, es la verdad sin más rodeos dialécticos. La verdad tiene su núcleo fundamental que le imprime
entidad e irrefutabilidad sustancial, aunque hoy (es un vicio que nos han traído los políticos
que la han elevado a vicio social), se pretenda que “cada uno tiene su verdad
de las cosas”. Eso es una falacia, que la hace susceptible de ser adulterada y confundible su
esencia en beneficio de la imagen social
de los embusteros, que ya asfixian la
convivencia a base de mentir capitalizadamente. Para obtener beneficio del engaño.