No existen palabras para reflejar
y definir el
sentimiento de lejanía sideral,
que se agarra a la garganta y al
corazón
contrito cuando un ser querido muere.
Ni describir se puede, como tampoco un chiflido,
la soledad de ausencia y desamparo de amor
en las almas de
los que despiden para siempre
a familiares que por fatal negligencia oficial fenecen;
para siempre nos queda en el pecho
un espiritual
dolor latente que nunca desaparece.
Por eso resulta tan execrable y presuntamente culpable,
el indolente e irresponsable trámite de un gobierno,
que ha dado lugar a que las muertes por pandemia,
por alarmante y patente irresponsabilidad aumenten
en muchos miles porque, sus afanes de votos, se hayan
puesto espuriamente por encima de la salud de la gente.
Y aún de peor balance resultan sus entrañas, cuando
a los deudos de muertos por tan inicuo calculo,
los gubernamentales con abuso de poder, temiendo
críticas,
ni honrar ni llorar con luto, permiten a
dolientes.
Este es el gobierno que tenemos, y un partido base
que en su legendaria contumacia al gobierno mantiene,
para que sea el propio gobierno el que tape sus boquetes.
Tamaño error: Cada día la gente está más al “parche”.