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La portada que antecede, corresponde a uno de los muchos poemarios del poeta gaditano, Manuel Barbadillo,aparecido el día 28 de marzo de
1.936, hijo de la musa de sabor virgiliano de este poeta, cuya obra sobrepasa los cincuentas poemarios publicados.
Nace Manuel Barbadillo Rodriguez en la tierra de la manzanilla y del vino de tonos virgilianos, Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), el 30 de septiembre de 1.891. Su vida transcurrió siempre en su pueblo de nacencia entregado en cuerpo y alma a escribir y al cultivo de sus viñas y bodega (¿quien, aún hoy, no ha acompañado una buena mariscada con un vino "Barbadillo"?); poco hay que decir más sobre su númen lírico y el amor a su tierra, y a Andalucía y a España inclusives, tras saborear estos versos suyos:
¡Ay, Sanlucar, si yo fuera,
si yo fuera marinero
de sábados y de luna,
mi barca sería tu cuna
y yo tu patrón remero!
Y si yo fuera cantaor,
Sanlúcar del alma mía,
qué coplas te cantaría
junto a cualquier mostrador...
Todos los seres sensibles tenemos siempre, imperecederamente, nuestras retinas del alma repletas de paisajes y de horizontes de amanecees y ocasos. Para Barbadillo lo eran su mar, su río Guadalquibir, sus viñas y sus calles sanluqueñas. Pero, calle yo, y que comiencen a hablar el epiloguista y el prologuista, por este orden, del libro de Barbadillo.
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EPÍLOGO DE JOSÉ GONZÁLEZ MARÍN
La lectura de estas páginas deja en el ánimo del lector la ilusión de haberse adentrado ---¿unas horas, meses, años, media vida?--- en el paisaje y en el alma de Andalucía, la tierra fascinadora, la de las emociones es y sugestiones inagotables...
Todos los poetas, todos los artistas de todas las épocas y generaciones, cantándola..., y ella inspirándoles, eternamente, cantos, poemas, imágenes y sensaciones nuevas, manantíal de linfa inacabable para todos los sedientos de belleza.
Asi este libro, que canta lo cien veces, lo mil veces cantado ---la parra, la copla, la reja, la guitarra, cuanto es signo y expresión de este pueblo sutil, elegante, fuerte y lleno de gracia --- no es disco que repita melodías de viejo sonsonete, sino expresión ---e impresiones---de acento personal, con colorido de paleta propia.
A mí, que si algo soy y vrepresento en mi aarte, acaso lo deba a ser como la voz de Andalucía, la voz que vive y vibra para cantarla, por fuerza ha de clavárseme con profunda herida gozosa de la sensibilidad, toda palabra que sea bella expresión y canción nueva de esa tierra bendita. Que, al fín, palabras son el cuerpo inmaterial, la materia inconsútil del arte para el que aliento...
T por eso, entre los lectores a quienes este libro ha de deleitar y conmover en admirativa complacencia, había de ser y yo el primero en el elogio de sus muchas bellezas y no de los más complacidos.
José GONZÁLEZ MARÍN
A MANUEL BARBADILLO
Tus versos, Barbadillo,
son juncos de la ribera...
cañas de manzanilla
--en el fondo una almendra--
o simplemente cañas
verdes, sonoras, trémulas...
Caramillos del río
o flautas de la tierra.
Tus versos, Babadillo,
nacen en tí, cual de esta
maravilla andaluza,
naranjas, limas, cepas,
frutas de sol, vlaveles
de sangra --rosa o negra--,
jazmines de misterio
y nardos de demencia.
Tu musa, Barbadillo,
tiene a sus pies la vega
del Betis...En el pecho,
el calor de la tierra.
En los labios, la risa
del río, que se vuelca
en la mar...Y en los ojos
--esmeraldinas gemas---
una mirada verde
hacia la mar que empieza...
Manuel MACHADO
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NOTA: El temario de este blog tiene ya demostrado a estas alturas, que no existe el hoy sin el ayer, que no podemos saber quienes somos sin saber quienes fueron nuestros padres, nuestros antepasados, y, he aquí lo importante, las actuales generaciones tienen motivo más que suficiente para sentirse orgullosas de nuestra historia plural que, hay que asumir lógicamente, con sus luces y sus sombras. Dedicarse a trocear la historia como un pedrusco para atacarse unos a otros, es una traición de lesa patria y, una huida hacia la nada de la que se derivan la mayoría de los males sociales.
1.936, hijo de la musa de sabor virgiliano de este poeta, cuya obra sobrepasa los cincuentas poemarios publicados.
Nace Manuel Barbadillo Rodriguez en la tierra de la manzanilla y del vino de tonos virgilianos, Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), el 30 de septiembre de 1.891. Su vida transcurrió siempre en su pueblo de nacencia entregado en cuerpo y alma a escribir y al cultivo de sus viñas y bodega (¿quien, aún hoy, no ha acompañado una buena mariscada con un vino "Barbadillo"?); poco hay que decir más sobre su númen lírico y el amor a su tierra, y a Andalucía y a España inclusives, tras saborear estos versos suyos:
¡Ay, Sanlucar, si yo fuera,
si yo fuera marinero
de sábados y de luna,
mi barca sería tu cuna
y yo tu patrón remero!
Y si yo fuera cantaor,
Sanlúcar del alma mía,
qué coplas te cantaría
junto a cualquier mostrador...
Todos los seres sensibles tenemos siempre, imperecederamente, nuestras retinas del alma repletas de paisajes y de horizontes de amanecees y ocasos. Para Barbadillo lo eran su mar, su río Guadalquibir, sus viñas y sus calles sanluqueñas. Pero, calle yo, y que comiencen a hablar el epiloguista y el prologuista, por este orden, del libro de Barbadillo.
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EPÍLOGO DE JOSÉ GONZÁLEZ MARÍN
La lectura de estas páginas deja en el ánimo del lector la ilusión de haberse adentrado ---¿unas horas, meses, años, media vida?--- en el paisaje y en el alma de Andalucía, la tierra fascinadora, la de las emociones es y sugestiones inagotables...
Todos los poetas, todos los artistas de todas las épocas y generaciones, cantándola..., y ella inspirándoles, eternamente, cantos, poemas, imágenes y sensaciones nuevas, manantíal de linfa inacabable para todos los sedientos de belleza.
Asi este libro, que canta lo cien veces, lo mil veces cantado ---la parra, la copla, la reja, la guitarra, cuanto es signo y expresión de este pueblo sutil, elegante, fuerte y lleno de gracia --- no es disco que repita melodías de viejo sonsonete, sino expresión ---e impresiones---de acento personal, con colorido de paleta propia.
A mí, que si algo soy y vrepresento en mi aarte, acaso lo deba a ser como la voz de Andalucía, la voz que vive y vibra para cantarla, por fuerza ha de clavárseme con profunda herida gozosa de la sensibilidad, toda palabra que sea bella expresión y canción nueva de esa tierra bendita. Que, al fín, palabras son el cuerpo inmaterial, la materia inconsútil del arte para el que aliento...
T por eso, entre los lectores a quienes este libro ha de deleitar y conmover en admirativa complacencia, había de ser y yo el primero en el elogio de sus muchas bellezas y no de los más complacidos.
José GONZÁLEZ MARÍN
A MANUEL BARBADILLO
Tus versos, Barbadillo,
son juncos de la ribera...
cañas de manzanilla
--en el fondo una almendra--
o simplemente cañas
verdes, sonoras, trémulas...
Caramillos del río
o flautas de la tierra.
Tus versos, Babadillo,
nacen en tí, cual de esta
maravilla andaluza,
naranjas, limas, cepas,
frutas de sol, vlaveles
de sangra --rosa o negra--,
jazmines de misterio
y nardos de demencia.
Tu musa, Barbadillo,
tiene a sus pies la vega
del Betis...En el pecho,
el calor de la tierra.
En los labios, la risa
del río, que se vuelca
en la mar...Y en los ojos
--esmeraldinas gemas---
una mirada verde
hacia la mar que empieza...
Manuel MACHADO
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NOTA: El temario de este blog tiene ya demostrado a estas alturas, que no existe el hoy sin el ayer, que no podemos saber quienes somos sin saber quienes fueron nuestros padres, nuestros antepasados, y, he aquí lo importante, las actuales generaciones tienen motivo más que suficiente para sentirse orgullosas de nuestra historia plural que, hay que asumir lógicamente, con sus luces y sus sombras. Dedicarse a trocear la historia como un pedrusco para atacarse unos a otros, es una traición de lesa patria y, una huida hacia la nada de la que se derivan la mayoría de los males sociales.