miércoles, 30 de noviembre de 2022


 

 

 

            (CONTEXTO DE  ARTE Y DE UNA BELLA  CANTIGA MARIANA

 

  GONZALEZ MARÍN  PRESENTANDO EN ESCENA POR AMERICA A LA PATRONA DE CÁRTAMA 

                                      (Dibujo simbólico de Rafael Inglada)

 


 

 

 

 

 

Con el título de  Presentación del recitador Pepe González Marín ante los pueblos  de América”, José María Pemán  construyó un largo poema del que hemos creído oportuno incluir aquí algunas de sus estrofas más significativas, ya que hacerlo con toda la pieza literaria resultaría excesivamente largo:

 

“Público: éste que ves

un tanto cantaor y un tanto

poeta, que va uniendo su verso con su canto

como dos rosas a la vez,

¿tú no sabes quien es?.

¡Pues es

un  andaluz que lleva, como un santo,

por nimbo su sombrero cordobés!

 

Un andaluz de CÁRTAMA y de MÁLAGA:

nombres dulces y esdrújulos con aires de canciones,

que llevan, resumiendo las frescas emociones

de la Bética costera,

tres as colgantes como tres limones

verdes de juventud y primavera.

 

(¡CÁRTAMA!...MÁLAGA!

¡Palabras de alegría

al ritmo de su esdrújulo bonito!

Colegialas que van a pie cojito

por los renglones de la geografía…)

 

Y un andaluz que ha nacido

en ese rincón florido

---ya comprenderán ustedes---

con el cielo azul  por techo

y la espuma del Estrecho

por alfombra, y por paredes

las cuatro rosas del aire,

ya comprenderán ustedes

que un tal andaluz  es hombre

que no hay cosa que le asombre

ni asombro que no desaire,

ni luz de ilusiones rosas

que no ruede en las tranquilas

negruras de sus pupilas

hartas ver tantas cosas.

 

(¿Qué cosa va a encontrar nueva

un malagueño que lleva,

por su costa de esmeralda,

bordada de tiempo y gloria,

cuarenta siglos de Historia,

como una alfombra, a la espalda?)

 

Por eso no busquen ustedes en mí

la canción extraña

que embruja y engaña

tanto nuevo rico  como hay por ahí…

 

¿Si cuando la nueva canción que se empeña

en decir los mismo, de distinto modo,

iba, cuesta arriba, subiendo a la peña

del nuevo Parnaso, cruzó en un recodo

con la malagueña

que ya iba de vuelta, sabiéndolo todo!

 

Si cuando empezaba aquél

a  buscar un nuevo traje

que verdeciera el lenguaje

como verdece el laurel:

mi dulce MÁLAGA fiel,

ya tu cantabas en él

aquello que tu cantabas:

¡Rayito de sol  miel,

que  das donde ayer no dabas…!

 

¿Quién va a enseñarme a cantar

y hacerme ver más que veo?

¡Si soy de una tierra que es toda Ateneo:

fábrica, cortijo, cielo, tierra y mar!

 

Que me escuche el que quiera escuchar.

Aquí no hay engaño:

este es el que canta y éste su cantar.

Bueno o regular,

sabido o extraño,

extraño o sabido,

yo soy yo, nada más ---¿entendido?

Yo soy yo, del principio hasta el fin…

¡Yo no estoy traducido!

¡Yo soy Pepe González Marín!

       

--- “Cómo no: el Santuario de la Virgen también ha sido quemado y expoliado… “

--- “¡Y también la Virgen de Los Remedios!—clamó Cártama y Málaga.

 

---“¡¡¡  La Virgen de Los Remedios, no!!!--- decía un cable enviado desde América por el  rapsoda José González Marín, y añadía:

 

---“... Yo me la traje sobre las olas para salvarla, y aquí la tengo para que “remedie” a  mi pueblo de Cártama sus heridas y continúe su tradición de amor a Ella”

 

                                                                 (Juan Hernández Petit)

                                                                                                                                                                                                                                                        ---  1.937---

 

REFLEXIONES LITERARIAS

Viendo el “pelaje” de la mujer política de hoy en día, nos embarga el  temor de que Gustavo Adolfo Becquer  se equivocara en su célebre estrofa lírica, “…mientras la mujer exista, habrá poesía…” 

El sevillano vate parece  que con su exaltación romántica de la vida erró en no pocos de sus vaticinios como, en otros, acertó  “… de la triste alcoba, en silencio, todos se salieron,…Dios mío qué solos se quedan los muertos…!

Pero yo, me quedo con el extremeño  Gabriel y Galán:  “…y busqué una mujer como mi madre entre las hijas de mi noble pueblo…/Un milagro de Dios que ver me hizo otra mujer como la santa aquella…!/ Componían  mis únicos amores, la amante compañera, la patria idolatrada…y, mi casa del lugar  sencillo y entrañable…”.

Por favor, que no se entere la ministra del ministerio bajoventrero de que un humilde escribidor de un pueblo de  la baja Andalucía se atreve a escribir de este tenor porque, entonces, me armaría una zapatiesta gritando a los cuatro vientos:   ¡¡FACHA, FACHA…!!.

Y añade Gabriel y Galán: “Qué feliz fue siempre mi casa  y con qué solidez está unida la tradición y la honradez en ella…”

En esa mi casa tengo un loro parlanchín que, si alguien pronuncia   dentro  “Gallardo” o “Tomiza”, el papagallo los asocia  con alcalde o su edil teniente  y arma una escandalera alegando en su torpe argot: “Lagarto, lagarto, lagarto… y,  ssssguenzas, sssguenzas” y, a ver quien entiende al loro..-

domingo, 27 de noviembre de 2022

 

POR TODOS QUE IBA POR TRES CONTINENTES LLENABA LOS TEATROS DE ESTA MANERA, PERO EN SU PUEBLO LA CORPORACIÓN MUNICIPAL LE HA QUITADO SU NOMBRE QUE LLEVABA DESDE SU CONSTRUCCIÓN EN 1.942 DEJANDO A CARTAMA CULTURALMENTE EN LA MÁS PENOSA EVIDENCIA SUS PROPIOS MUNÍCIPES ESTULTOS.

sábado, 26 de noviembre de 2022

 

¡¡LA ESPAÑA ARRUINADA!!

Indemocracia. Abrahán Lincoln definió la democracia  como “el gobierno del pueblo por y, para el pueblo” O sea, el gobierno del Derecho Natural,  de mínimas leyes positivas y sí, usos y costumbres populares consuetudinarios; las gentes relacionándose  al amor del corazón y mandatos de la cabeza, más que por  derecho positivo “embudible” legislado por los políticos mamasopas que  han hecho de sus leyes espurios látigos para arrear su consabida   “manada”.-

Han sometido a leyes absurdas hasta los actos y hábitos eternos de convivencia más nimios y entrañables. 22 ministerios nacionales y 17 gobiernos autonómicos con sus presidentes  respectivos y, 17 hatos de consejeros  gastando, cuando no robando cual los ERE,  un amazonas de dineros que succionan al pueblo, al que han llegado a arruinar estos vividores de las “autonosuyas”. En abono de sus bolsillos y faldriqueras (también hay ministrillas tales Irene Montero  que hace bueno a Putin y, otras del mismo corte) han creado una auténtica almaciga de absurdas leyes  de imposible cumplimiento lo que convierte de hecho a todos los españoles en potenciales  reos. Lo que digo se lo ha dicho en plan de advertencia plurales veces Europa a Pedro Sanchez, pero éste arropado por sus socios canallas antipatrias (“dime con quién te juntas…”) se hace el longui como un chulete de playa. Nos  hemos buscado esta desgracia patria.  

En sintonía con  cuanto antes queda dicho (me gusta escribir de forma irrevocable)  nuestro gobierno estos tahúres y “tahuras” imponen (¡¡por ley!!) hasta 16 tipos de familia, en un ataque feroz a la unidad familiar tradicional. La familia es el Estado para ellos. ¡Comunismo puro y duro!: hasta quieren eliminar el delito de sedición para que la declaración unilateral de independencia de los vascos y catalanes no sea delito. Por cierto, el “sí” de los nacionalistas a los presupuestos de Pedro Sanchez  nos cuesta a los españoles 1.400 millones de euros.

El cachondeo de los ladrones socialistas de los ERE.-  Los condenados por los ERE culpan al PP y a la prensa de tener que entrar en la cárcel como autores del robo estatal a trabajadores más grande de la historia (ni más ni menos que 700 millones de euros reconocidos gastados en parte en putas, drogas y mariscadas)  ¡En la cárcel es en donde tenían que llevar mucho tiempo estos ladrones de nuestro dinero, como de seguro llevarían si en vez del PSOE los ladrones fueran del PP. El PSOE andaluz encima de ladrones cínicos caraduras.

El pamplas de FEIJOO. Cuando veo a Feijoo  con el brazo extendido ofreciéndole la mano a Pedro Sánchez si hace esto o lo otro, me dan escalofríos y recuerdo la II República cuando, Gil Robles hacía lo mismo con el de Priego (Alcalá Zamora) presidente del gobierno republicano. Habiendo ganado las elecciones a Gil Robles no le dejó, si mal no recuerdo, de  gobernar.

La prensa de hoy nos da noticias del siguiente tenor resumido: “La mayoría de los socialistas rechazan eliminar la sedición” que Sanchez, por mandato de sus “socios”, quiere eliminar: El 56% de los votantes del PSOE y el 44% de los de Podemos están en contra de la medida.

“La cifra de oposición a la rebaja del delito de  malversación supera el 70%”

Ayer hubo una manifestación en Madrid pidiendo la dimisión de Irene Montero, cosa imposible porque quien la puso en el cargo fue el “moña”, sin el que Sánchez no podría gobernar.  

Una columnista de uno de los periódicos nacionales: “Pactar con Bildu la salida de la Guardia Civil de Navarra es una indignidad. Es hacer  política de miserables”

No quiero cansar a mis amigos lectores. Seguiré con el análisis; quizás mañana.

viernes, 25 de noviembre de 2022

 

 ANCESTRAL SEMILLERO DE ARTISTAS (ÉGLOGA)

     (Para quienes  saben acariciar la piel de la vida al son de un  cante jondo) 

               Las primigenias crónicas ya nos sugerían una Cártama vivero de artistas, que siguió siéndolo    a lo largo de los siglos en todos los ámbitos  de la excelencia humana hasta nuestras datas. Así, lo he dejado documentalmente demostrado en mi libro, “Cártama histórica. El juglar y la Virgen Peregrina”.

               En tal sentido, refiriéndonos al  cante jondo --una despensa de saberes, de dolores y  pasiones --, ya a finales  del siglo XIX y  durante la tercera década del XX (de seguro que antes existieron otros  artistas que mi memoria no alcanza a concretar), de Cártama fue,  Cipriano  Díaz “Pitana”, de profesión cosario caminero con carro de reata y bolsa,   hoy ya incurso  en los anales del flamenco que,   en el ejercicio de su profesión, hacía a diario con su carro mulero el recorrido de Cártama a Málaga desde la media noche a la alborada.

                Tanto cuando caminaba en la  lobreguez de las noches invernales, como cuando la radiante luna redonda le encendía la trocha y, al  contorno lo orquestaba  una  sinfonía de croares de  ranas en las almatriches,  un  rin rin de grillos bajo la fresca grama,  el buf buf del búho en los majanos,   el solitario y melancólico quejo de la oropéndola contrapunteados                                                                                                                                por un ladrar de perros a lo largo de la cinta del río   --¡oh noches lorquianas  en estos pagos de la ribera    guadalhorceña!--, Pitana, a la luz del farol boyeril de aceite y torcía  acoplado al carro,   espantaba la soledad del trayecto y la modorra de los fuertes, pacientes y circunspectos mulos  del tiro,   desgranando en el aire embalsamado de hortelanos vahos, su repertorio enjundioso y profundo  de seguidilla, martinete, malagueña, temporeras raiceras, caracolas, tangos, cañas y..., caleseras, que él adaptaba  a su trajín  con  exquisita voz y singular estilo terruñero: “Arre mulilla torda/ cascabelera/ a la hija del alcalde/ quien la cogiera; o, este otro cantar fragoroso, castizo y de complicidad con la  reata de su carruaje: “A esta mula castaña,/ la Dorailla,/ tengo yo que marcarle/ más campanillas”.

               Las mulas,  identificadas con su mensaje animoso,  se engallaban arreciando el paso mientras, el potro  cunero de la cabeza, lanzaba un relincho componiendo el paso, al tiempo que zarandeaba las esquilas   para que sonaran a guapeza de macho en las neblinas de la noche. Y así, hasta llegar a la Venta de El Viso, cercana ya a Málaga, alto en el camino,  para trasegar un buen calibre de pirriaque de Ojén  que  le aclaraba las telarañas de la garganta y poder  seguir cantando los  pesares  y alegrías del amor, compañeros siempre de la perra vida, sentado en el pescante carretero hasta arribar a la capital, cuando ya las cabrillas del cielo se despiden con un  abrazo sideral a la aurora que asoma, con sus tumbagas de diamantes, tras los cerros.

                Cuando logró  superar su  timidez ante el público, sí cantó Pitana en el de Chinita y otros cafés cantantes de  Málaga, en liza con los mejores cantaores de la época: Juan Breva, Chacón, Niña de los Peines, etc;  fue creador de una preciosa malagueña, que, precisamente, se conoce como, “Malagueña de Pitana”, al parecer inspirado en otra de la cantaora malacitana “La Chirrina. Así me lo confirmó el  poeta, flamencólogo y escritor costumbrista de estos pagos, Antonio Beltrán Lucena, sentado a mi vera  durante el festival que aquí reseñamos.

               Con acierto cierto, y gusto plausible, mi pariente, Antonio Luque,  hace poco ha abierto una peña en la emblemática barriada de doñana en Cártama, bajo el apelativo de, “Peña Flamenca Pitana”, verdadero oasis de arte en el desierto cultural de estos tiempos.

               Coetánea de Pitana, fue la humilde mujer de jornalero, Mariquita la del Terralo (Chirra de Cártama), que cantaba las saetas de forma profundamente mística y singular, única por su peculiar pureza --“cuando canta la Chirrina cree uno estar en  tierras de Jericó y tener próxima la dulce silueta de Jesús” le oí decir en una ocasión en el ya desaparecido Bar de Miguel Vargas  al ilustre académico González Anaya, que me honró con su amistad--, hasta el extremo, de que cuando el rapsoda, Pepe González Marín, la llevó a un concurso de saetas en Sevilla, se trajo para Cártama el primer premio.  La saeta..., ese quejío humano que dice la pena de la Madre de Dios y los padecimientos del Dios hecho Hombre,  muerto en Cruz en abono  de la bondad de sus hermanos, todos los  seres humanos.  Cantaba la Chirra en un balcón de la calle Enmedio  en cualquiera  de aquellas procesiones locales de Semana Santas de antes (hoy desaparecidas ¡pobre Cártama!), al paso de la Dolorosa tras su Hijo con pìes y manos clavados  en el madero: “Por envidia te asotaron, / por orgullo te prendieron, / y tus ropas los sayones / aluego se repartieron” Y esta otra: “No aflijas con tu quebranto / esa cara tan bonita: / que mañana es Viernes Santo / y el sábado resucita”. Ese Sábado Santo que en Cártama se llamaba el de “las latas”, pues la resurrección  de Jesús la celebraba  la chiquillería arrastrando a toda correr por las calles empedradas (todas las del pueblo que no fueran terrizas) una ristra de latas atadas con hiscales de esparto o palma, rejuntadas durante mucho tiempo  al efecto.

                Y luego, fueron El Zocato, Carbonero, sin contar grandes cantaores anónimos, generalmente especialistas en temporeras  que se expresaban en los tajos, la trilla, la arada..., tales, entre otros, Francisco Moreno Botello (Frasquito de la Codorniz), que a uno se le  espeluznaban las pelusas al escuchar su cante estremecido, mientras  faenaba en el tajo campero, en especial cuando entonaba, con pícara jerga  de amor en ristre, aquella granaína que adaptó a su personal estilo: “Rosa, si yo no te cogí/ fue porque no me dio la gana,/  al pie del rosal dormí,/ rosa tuve por cama/ y por  cabecera un jazmín...”

               Y, de la misma estirpe  social que Frasquito,  fue su tío, Pedro Botello, quien estando de guarda en la Estación Suburbana de la Alquería, cuando esta vía férrea, Málaga a Coín, se construía, pergeñó  la siguiente letra que cantaba por malagueña: “No tengo noche ni día, / ni domingo en la semana, / tengo una guardería / en la vía suburbana /  enfrente de la Alquería...”.

                No quiero dejarme atrás al gañan morero, Antonio Aranda (Niño de la Ramona), al que tantas veces remudé en el trillo para que él revesara a la sobra de la pesebrera,    quien cantaba de forma magistral la trilla y la arada, de tal forma, que el célebre filólogo y flamencólogo, profesor Manuel García Mato, cuando estuvo por esta zona recogiendo cantes populares para sus compendios acompañado de mi recordado amigo perote, Pepe Rosas (trotamundo del folklore con la entonces Sección Femenina por todo el mundo hispano), se llevó  en pentagrama el cante de El  Niño de la Ramona, con toda verosimilitud hoy testimonio  silente y sedente por alguno de los archivos de nuestra madre patria. Él, en el rulo de trilla, al cansino paso de las colleras, cantó ante Jacinto Benavente, casualmente en aquella ocasión en el sombrajo de gañanía junto a la era de mi padre, mientras esperaba con varios amigos a meter mano a merendar gazpacho y mojete, una copla  que despertó la curiosidad del permio Nóbel, y que literalmente reza así: “La mujer del alcalde/ de Alhaurinejo/ pesa diez arrobas / sin el verdejo”. Mientras yo, aún zagalón,  le daba agua a la reata de bestias de la trilla en la acequia,  me costó no poco trabajo explicar al patriarcal don Jacinto el significado y motivo de aquella letra quien, al saberlo, se destornilló de risa. Nadie sabe quien le enseñó al N iño de la Ramona, una bella copla de besana con letra de  F. Rodríguez Marín, que dice así: “Los surcos de mi besana / están llenos de terrones, / y tu cabeza serrana / está llena de ilusiones, / ¡pero de ilusiones vanas”!

               En  definitiva, dentro del amplio campo expresivo  del flamenco en todas sus manifestaciones, en el cante jondo aparecen las plurales cambiantes del sentir popular significadas en los distintos enunciados formales, palos, que le imprimen   elocuencia   suma a este arte. También, el lenguaje popular es subsidiario de muchos términos del flamenco y cante jondo que constituyen hoy la arqueología semántica  de una cultura campesina ya desaparecida. Tan sólo en las letras del flamenco llegan hoy a nosotros  designaciones como: agostadero, arreador, alverjón,  balsones,  manijero, garbera, gurriato,  dornajo, faenero,  chiquichanga, rejadilla, manque, raspa,  viergo, santateresa, la bamba (copla del columpio)  y, tantas otras que sería imposible incluir en un trabajo de estas dimensiones;  menos aún, citar las composiciones que las contiene, aunque vamos a incluir la siguiente como un ejemplo por miles:

                                                           La niña qu´ está en la bamba

                                                           se lo quisiera desí,

                                                            y me ocupa la bergüensa.

                                                            Dígaselo usté por mi

               A qué varón  que tenga mi edad no se le ríen las pajarillas al evocar cuando del dintel de cualquier puerta alta, o en la rama de algún árbol  amarrábamos los cordeles haciendo columpio y, mientras las niñas cantaban la bamba,  los zagalones cogíamos por las caderitas  a la moza sentada en un saco entre las cuerdas   y la remontábamos cuanto  podíamos para, el regreso, recibirla nuevamente abrazados a su cintura subiendo asido a ella unos dos metros hasta  volver al suelo nuevamente, y volverla a lanzar al aire con toda la potencia de nuestros brazos en celo, para a la bajada repetir nuevamente el abrazo con ella. “Juventud divino tesoro ya te fuiste para no volver...”

               Cuanto queda escrito es una previa puesta en ambiente de la escueta  reseña  del 8º Festival Flamenco, José Hurtado “Ramolichi” que, como otros años, tuvo lugar en Cártama la noche del pasado sábado 24 de septiembre con el aforo completo.  Pepe Ramolichi, como su padre y hermanos,  fue mi amigo y, así lo recuerdo. Como tal, siendo yo presidente de la Asociación de Vecinos Ermita Los Remedios, organicé en el Hogar del Jubilado un festival didáctico de flamenco en el que mi entrañable amigo, José María Lopera, gran escritor, poeta y flamencólogo de Álora explicaba la composición métrica y sentido de los palos flamencos, y Pepe Ramoliche los iba cantando con su peculiar y pulido estilo. Ambos lo hicieron desinteresadamente. Una bonita velada  que nunca olvidaré.

               En dicho  Festival Flamenco de “Ramoliche”, participó un plantel de cantaores, guitarristas y bailaoras, dos de ellos hijos de Cártama, cuya juventud no fue óbice para dejar claro se trata de consumados y consagrados artistas que dejaron muy alto el pendón de sus respectivos terruños: En primer lugar, y de forma sorpresiva al no estar anunciada, desgranó cantes hondos con exquisito gusto y personal estilo. la joven de 15 años, María del Carmen Aranda, nieta del titular  del festival, José Hurtado “Ramoliche”, acompañada por la guitarra de   Paco de Ronda, al parecer su director artístico,  a los que el público les dedicó entusiastas y redondas ovaciones. 

               Destacadas actuaciones tuvieron Vanesa Fernández y Paco Carmona acompañados por las guitarras de Pepe Satorre y Francisco Vinuesa, y también tuvo una actuación impactante la bailaora  Reme Fernandez.

               Y, también al cante, el joven cartameño  de 20 años, Antonio Luque “Canito”, un maestro consumado  pese a su edad,  avezado ya en lides flamencas por escenarios y salas de toda España, como también, en algunos del extranjero. No puedo sustraerme a cierto apasionamiento al reseñar la actuación de Antonio Luque “Canito”, amén de por los méritos de su arte, porque he seguido su carrera hacia la cumbre del arte, paso a paso, desde  niño y, en lo sentimental, lleva el nombre y el apelativo  de mi abuelo, y tío abuelo suyo,  Antonio “Canito”, cuya remembranza me saca pellizcos de nostalgia de  el Cortijo El Convento, Junto al Alamillo en los aledaños del Alhaurín de la Torre, en donde vivía, y otras emociones no menos vivas de mis familiares y de  él  en el Cortijo de Doña Ana en Cártama. Así pues, Cártama sigue dando personajes de pro a la historia local, andaluza y nacional.

 

                                                  

         

jueves, 24 de noviembre de 2022

 

SOLEDAD

“Soledad de soledades

Y  todo soledad”,

Nos dejó escrito en

sus estrofas de oro

Fray Luis de León.

Pero no nos dejó dicho

 Donde reside la soledad:

¿En el aislamiento eremita

A sola con Dios y tú pensar,

O, en medio del mundanal?,

Ese es el enigma real.

Yo me refugio en mis padres

Que son en el cielo, Dios,

Y la Virgen de los Remedios

Que  es okupa  en su Ermita. 

Y en la tierra, mi abnegada esposa,

Mi  hijo bueno y, mis nietos,

Y, ¡¡qué acompañado me siento!!

miércoles, 23 de noviembre de 2022

   EL HOMBRE ABATIDO

Aquel niño,  jugaba en los alrededores de la cortijada. De improviso, reparó en  el extraño hombre que estaba sentado en el balate del largo camino de herraduras que, de este a oeste, atraviesa las tierras de regadío de la Alhóndiga  y pasa a no más de 20  metros del enorme caserío de ésta.

Su  figura abatida reavivó en el niño cortijero,  que entonces no pasaba de los cinco años de edad, los  presentimientos que, desde unos meses antes, tenía pegados a su espíritu cual una de esas garrapatas adherida a la piel del enorme y leal perro con el que todas las tardes salía a jugar  en compañía de su  hermanilla, de como unos dos años y medio, por el idílico paraje que circundaba el cortijo en el que, en una de sus rústicas dependencias, la familia  tenían su hogar.

Su mente infantil no pudo evitar incardinar de inmediato a aquel lastimado  ser humano en el  tenso miedo que, de un tiempo acá, percibía en las palabras y adustos semblantes de sus  padres y en el de los gañanes, boyeros y peones de la hacienda. Intuía, y temía, que algo grave alteraba la inmensa paz y virgiliano devenir de aquella, para él, entrañable comunidad cortijera. Invadía su alma infantil una cierta melancolía por algo bello de su corta vida que presentía se estaba acabando sin que pudiera precisar, ni siquiera intuir, sus  auténticas causas. Se respiraba en el ambiente la tragedia. La transmitía las conversaciones de los mayores. Se oían de vez en cuando tiros y rumores populares extraños.

Lo que más le desasosegaba, era que ya no venía a enseñarle el alfabeto, los números y a ponerle  planas de palotes, el amado maestro rural, “Bizco de Antequerilla”, como antes diariamente lo hacía.  “¿Ya no me quiere el maestro bueno que amén de enseñarme cosas preciosas, nos traía, a mi hermanilla y a mí, caramelos, peladillas con almendra dulce dentro y algún que otro juguete de vez en cuando?”. Al niño le  empezaba a invadir una profunda tristeza  de ausencia; algo malo pasaba. Se empezaba a confirmar, para él,  aquella tarde con la aparición del hombre de pobres trazas que, en su visible derrota física, había terminado casi recostado en el talud que, con el de la otra margen, encajonaban el camino.

Aquel hombre vestía prendas sobreusadas y ajadas, lo que añadía a su abatida compostura una apariencia infinitamente penosa. Posiblemente, por alguna razón, se había puesto en camino desde el tajo con las ropas de trabajo sin tener tiempo de cambiarse.  El niño no había aprendido aún a tener miedo y no lo sintió en esos momentos. Estaba seguro   que aquel  hombre no era  uno de los “tíos mantequitas”, con cuyo cruel menester, se asustaba entonces a los niños para que fueran obedientes  y, en sus juegos, no se alejaran mucho de sus casas. Sus padres jamás asustaron el niño.

Tenía el indigente prójimo encastrada la barbilla en su pecho, y se cubría la cabeza con un sudado sombrero de fieltro   cuyas anchas  alas   ocultaban su  rostro, quizás adrede por miedo a que le conociera algún caminante de aquella realenga, en cuyo lindazo, él estaba zozobrado. En sus manos, entre las rodillas,  a duras penas sostenía un jarrillo de hojalata, con en el que, para saciar la sed aquella soleada tarde, había intentado escanciar  agua del pozo de la otra vera del camino (pozo, que fue  otrora alivio de caminantes), pero la bomba hacía años y años que estaba mohosa y rota y, su cabida, casi soterrada.

Ostensiblemente, a aquel ser humano le faltaban las fuerzas físicas y evidenciaba un gran abatimiento emocional. Ya, sí empezaba a tener miedo. El mismo miedo que percibía en su entorno vital.

El hombre escorado abrió desmesuradamente los ojos cuando oyó tiros en lontananza como. Evidentemente, también sentía angustia y miedo. En las alturas del cielo, ahora apenas volaban las palomas sino, insidiosamente, bandadas de negros grajos descolgados de las sierras colindantes que planeaban en círculo lanzando agudos y espeluznantes graznidos, al igual que, en menor cantidad, hacían los buitres también estirados sus viscosos,  largos y desplumados cuellos oteando el “Arroyo de los bichos muertos”, llamado así porque en su hondo cauce y entaramados márgenes, los labradores y ganaderos tiraban los animales de granjas muertos por accidentes o epidemias, especialmente porcinos y, allí, eran consumidos por las aves carniceras en un santiamén. Ecología vital que entrañaba  drama.   

El niño no supo qué le indujo a, en vez de salir corriendo asustado hacia e3l hogar,  acercarme al hombre inerme sin miedo y, de rodillas a la altura de su cabeza, alzarle  el sombrero. Su mirada, apagada e implorante, le estremeció. Mecánicamente gritó “¡maaama, ven corriendo, corre, corre,  aquí hay un hombre muriéndose...!

            El precepto de amor y servicio al prójimo era cotidianamente puesto en práctica por aquellos padres buenos, como por una gran mayoría de las gentes de aquellas generaciones: Cada día que salía el sol, la afluencia de pobres necesitados de socorro era constante a la casa-cortijo de la Alhóndiga; desde la puerta imploraban a la madre: “Ama, una limosna por Dios”, y, ella, bonita y dulce como las rositas de pitiminí que cultivaba en el exterior bajo las jambas de los ventanales de la casa para que ofrecieran frescura  dentro, le contestaba, “aguarde hermano...”. Cuando salía desde el interior, indefectiblemente portaba en su delantal, anudado a la cintura y los picos cogidos con  sus manos a guisa de talego, una generosa provisión de las viandas más habituales del cortijo: pan moreno de trigo amasado a puño en la artesa, tocino con vetas de magro sacados de la orza, pellas de higos verdejos prensados que ya rezumaban  azúcares, batatas cocidas en el perol que colgaba de los lares del humero, o, asadas en las ascuas, y,  “tenga hermano, siéntese en el poyo bajo la parra de la puerta y coma tranquilo...” , y el  desvalido respondía: “Que Dios se lo pague, hermana”.     

             A las voces  ella llegó corriendo como una gacela asombrada, a donde su hijo  estaba junto al pobre hombre abatido. Empezó a darle  dulces cachetes en su cara sin afeitar y con los ojos en el infinito, pero respirando (habría sufrido un desmayo), y categóricamente ordenó al niño,  con voz sobrecogida caridad: “¡Corre hijo mío, corre y llama  a Paco el Tito el boyero y, a Frasco Porra que acaba de llegar a la pesebrera con la carreta cargada de entresaco de maíz, y diles que vengan corriendo a ayudarme a llevar a este hombre a la casa...ah, y dile también  al “chiquichanga” que apareje una bestia por si hay que ir al pueblo por el médico, este hombre está mu malito, mu malito...”  Ni un perdigón  peonando en  barbecho, habría corrido más que su hijo  a cumplir la petición de la buena madre. Han pasado unos  80 años, y aún quien aquello vivió, tiene  gravada en su  mente la imagen que, cuando volvía corriendo delante de Paco el Tito,  Frasco Porra y Diego Pupilo, ofrecían su  madre sentada junto al desdichado prójimo con su cabeza sostenida por uno de sus brazos y abanicándolo con su propio sombrero en  la otra. El enorme y bonachón Diego Pupilo Porras cogió al hombre en sus brazos y lo llevó a la gañanía, cabe la vivienda de Frasquito y su esposa Paca,  acostándolo en uno de los catres que en ella había para el boyero y  los peones “manteníos”.  

Aquel ser humano derrotado por el miedo a la vida, no llegó a conocer  al padre, como deseaba porque, en esos momentos, aún andaba laborando por los tajos. En esas, desde el cortijo se vio salir del pueblo una enfervorizada multitud dando gritos revolucionarios y flameando grandes banderas de la FAI, CNT, PC, y otras. Al hombre,  visiblemente recuperado ya tras comer y descansar, se le descompuso el semblante y decidió marcharse de bulla. El ama buena le preguntó: “Y ahora ¿a onde...? y, el buen hombre: “Ama, he de seguir mi suerte, por eso he pensado volver a mi casa en Pajares, en el paraje de Casapalma, porque si aquellos (señaló a los manifestantes) llegan a ella a buscarme y no me encuentran, pueden molestar a mi familia: de madrugada, estaré con mi mujer y mi hija...” El  ama tendiéndole la mano: “Pues que Dios le acompañe  y a nosotros no nos olvide...” El zagalillo salió  tras él por el  portón del enorme patio del cortijo; el hombre que huía le dio un beso y echó a andar hasta perderse en lontananza  Dios sabría hacia qué destino. Frasco Porras, simuladamente le ofreció algo (supe después que un revolver) que el  hombre no aceptó.

Al volver a casa el chaval, ubicada dentro del enorme patio de labranza, su madre  miraba absorta hacia las huertas. De sus grandes y bellos ojos, manaban  lágrimas. También ella tenía un presentimiento en relación al esposo cabal que laboraba, pese a estar ya próximo el ocaso, en los tajos  por  un jornal de diez reales.

Esto sucedía, como he  podido constatar, el día  8 de agosto de 1.936, y el día 1 del mismo mes había tenido lugar el primer “asesinato” en la retaguardia, después de la    quema de todas las imágenes y ocupación de la Iglesia para fines “cívicos”. Así empezó en un pueblo de España, la enorme sangría fraticida

Seis días después del episodio del hombre del camino, Frasco Porras dijo a los padres del niño que lo descubrió y posiblemente salvó:  “Al hombre que socorrimos hace unos días, lo han matado en su propia casa; con una coyunda lo han amarrado a un pilar de obra de la vivienda y, delante de él, han violado a su mujer e hija. Después acabaron con su vida”. 

martes, 22 de noviembre de 2022

 CRONICAS  DE LA GUERRA Y LOS TOROS.

Me complace  dedicar estos trabajos  sobre nuestra historia  a la Peña Taurina de Cártama cuya labor  y ejemplo cultural son meritorios.

***

Inicio de fecha de recopilación: julio 1.936

I

Es curioso que pueda seguirse el devenir de la guerra a los compas de la fiesta de los toros. Para hacerlo posible  he consultado mucha bibliografía y he puesto a prueba mi memoria ya nonagenaria que debe no poco a los relatos que de ello me hacia mi fraternal amigo Pepe González Marín que lo supo por lo que le contaron su multitud de amigos de todas las ideas pues él pasó  el mayor tiempo de la guerra en la América hispana llevando en sus brazos la Patrona de su pueblo protagonizando la más hermosa cantiga mariana de todos los tiempos par gloria de su pueblo.

Si hubiese de   establecer un orden temático  sería, y será,  algo de este tenor: Los toros en los primero mese de la guerra.- Asesinato de ganaderos.- ninguna corrida en la España de Franco y veinte en la republicana.- Los toreros hacen el paseíllo puño en alto.- “Cara al sol” y saludos falangistas en las plazas de toros.- Los matadores de la zona roja se pasan a la nacional.- “Toros de la famosa ganadería del Frente Popular” ( Antes Samuel Hermanos).- Rafael el Gallo a sus 54 años torea para los republicanos.- Asesinato de Juan Luís de la Rosa y Valencia II.- “Pepe el Algabeño, enlace de Queipo de Llano, muere en el frente.- “Solidaridad Obrera” pide la abilición de las corridas.- Nueve miembros de la familia de Marcial Lalanda, muertos por los milicianos. En siguientes trabajos se abordaran, obviamente, otras referencias.

Reflejan  estos trabajos unos calendarios aciagos en muchos casos, siniestros: Una guerra civil  entre hermanos, cada uno con la quijada de Caín en ristre.

 Como si en esta tierra que tan alto significado concede a la muerte, se hubiera de atacar al otro hasta el final. Yo lo vi pues fui “niño de la guerra”

          De aquella guerra debiéramos abominar, pero hoy se usa temerariamente como herramienta electoral, mintiendo fundamentalistamente,   por el gobierno de indigentes intelectuales que tenemos 

lunes, 21 de noviembre de 2022

 


11Rafael Dupouy y 10 personas más

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Comentarios

Francisco Baquero Luque

Francisco Baquero Luque En mi casa se supo de este ilustre señor y se le admiró porque Pepe González Marín hablaba mucho y bien de él en las asiduas tertulias. En realidad de verdad la historia de Venezuela y la de Cártama está de alguna manera especial interrelacionada. Cómo están gravada en mis recuerdos El Convento de Santa Rosa de Lima, Coromoto, Famila Tamayo con su "Villa Cártama" en honor de nuestro aedo genial y su cantiga mariana cuando se llevó por esas repúblicas a la Virgen de Los Remedios para salvarla de la quema en un momento aciago de la Historia de España, etc.etc Srs. Dupouy, mi entrañable amistad y mis respetos. Un abrazo

Me gusta · Responder · 2 · Ayer a las 11:33

Rafael Dupouy

Rafael Dupouy Querido amigo don Francisco Baquero Luque:
Muy agradecido por su cariñoso, interesante y agradable comentario que aprecio bastante, viniendo de una persona tan culta, noble y bondadosa. Doy gracias a Dios por contar con amigos como usted. Desde Venezuela reciba un fuerte abrazo
.