domingo, 20 de noviembre de 2022

 

¿QUE EN QUÉ PIENSO, ME PREGUNTAN USTEDES..?

Primero y brevemente, pienso en que  anteayer me di de baja en el grupo de selectos intelectuales, “Mesa del Guadalhorce”, habida cuenta de  mis circunstancias  personales de mucha edad y poca salud. No obstante ser una iniciativa mía, he recibido un aviso del portavoz y creador del grupo en un tono rasposo de cómo si yo hubiese sido echado y, no es así ni mucho menos ¡que coño!, sino que por lo antes dicho, sintiéndolo mucho, no he tenido más remedio que dejar tan entrañable y selecto grupo. Dicho esto, vamos a otras cosas.

 

Una persona  nonagenaria cuya capacidad sensorial es aún viva, se ve postrada hasta la pérdida total de autonomía con la natural incidencia emocional que depara situación semejante. Pero esos casos, que por desgracia abundan, no despierta ningún respeto en la insensible  y pragmática sociedad de hoy, que el único término que saben recitar es el adjetivo posesivo en sus varias formas “¡¡MIO… y los pronombre  “YO, ME, MI….”.  El nuestro es un mundo de indefensos Lázaros e insaciables  Epulones insolidarios…

Sí, un país con diecisiete autonomías y sus respectivos y manirrotos gobiernos de gentes del montón señaladas a dedo por el cabecilla de entre  los que no le hagan ni  chispa de sombra. (Hay excepciones obviamente). En total más de 5.000 políticos (o lo que sean) y,  la  doble cohorte  de consejeros del ala para deliberar sobre abortos, ley “si es sí”, eutanasia,  EREs, Falcon, corrupción a gogó, desaprensión durante la pandemia en especial con los viejos en los asilos y la santa madre que paríosles.

Y vamos ya por billones de deuda pública que la endosaremos necesariamente a nuestro hijos y nietos. Y, eso sí, exhaustiva carga de impuestos hasta el extremo, como acaba de ocurrirme a mí y a mi esposa, que nos han embargado la pensión que está muy por debajo del sueldo mínimo interprofesional  por una pretendida deuda de hace cincuenta años en este caso prescrita por falta de reclamaciones periódicas, y ello, previo años de llamadas  por una de esas empresas de recobros experta en métodos vejatorios, con llamadas por el día,  por la tarde, por la noche sin dar nombre y cuando se le devuelve la llamada para cargarme en su puta ralea, la Cia telefónica te dice sistemáticamente: “el número a que llama no existe…” lo que ha agudizado síquica y físicamente la situación de la enferma antes mencionada..

Cucú cantaba la rana,

Cucú debajo del barro,

Y en sus croares decía

¡“Dios mío que insolidario es

El viscoso zapo humano”!